sábado, 13 de junio de 2020

Alberto Carlos. Herederos del destino

Arte de Alberto Carlos

Herederos del destino

Por Alberto Carlos

Por el título, querido lector, parece que se espera en este trabajillo un culebrón telenovelístico de mucha lágrima, pero no, no hay por qué asustarse; es otra onda. Cualquier ama de casa que ponga sus ojos en este rollo, por el encabezado, más vale que ahí le corte, porque se va a decepcionar.
Se trata de la raza cósmica, de nosotros, pues, recordando en el primer centenario de su natalicio a don José Vasconcelos, quién es el autor de tan astronómico epíteto basándose en la miscelánea racial que llevamos en la sangre. Somos como el mole poblano cuya cantidad o variedad de chiles lo hacen un platillo suculento; o como la capirotada cuaresmera, delicia de los glotones fanáticos del postre candela. Los cosmopolitas por excelencia. La síntesis, el concentrado genético más completo de la creación. Como quién dice, de surtido rico. Somos indiscriminables porque cualquier raza que intente discriminarnos se discrimina a sí misma. Merecemos la capitanía vitalicia de la ONU para que todos los pueblos estén representados. ¿O no?
Además de la herencia genética que el destino nos deparó, llevamos a  cuestas una doble herencia cultural que no hace malos quesos. Por un lado la grecorromana y por el otro la judeocristiana, bueno, ya me salió cuádruple aunque por dos vías de transfusión. Con semejante acervo en nuestro haber, se comprende que nuestra responsabilidad ante las naciones es abrumadora; nuestro destino manifiesto es componer el mundo en su totalidad y no nada más el tercero, como lo han intentado varios presidentes nuestros con más voluntad que fortuna.
No es por nada, pero tenemos lo necesario para quedar bien con tirios y troyanos: Por la Vía Apia le pegamos al raciocinio y por el Viacrucis a la gimnasia sentimental. Estamos capacitados para dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Le tiramos a la vez al más acá y al más allá. Con el decálogo y el Derecho Romano estamos completos. Los diez mandamientos y la constitución, por igual, nos hacen los mandados. Y es que la legislación divina y las paganas juntas son mucha carga para una sola idiosincrasia. Pero somos aguantadores y ahi la llevamos poniendo la otra mejilla para luego querellarnos en averiguaciones previas. Por allá lo esperamos todo de un milagro; por acá lo esperamos todo del gobierno. ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva Zapata!
Total que pues somos los elegidos y no la vemos llegar. Tenemos a nuestra disposición la paz divina y la paz romana. Como quién dice, dos sopas que, si las aprovechamos, nuestros chicharrones van a tronar más fuerte que los anunciados en la tele. Si no les sacamos jugo nos quedaremos como el perro de las dos tortas o como dice la raza cósmica: sin Juan y sin las gallinas. ¡Órale, México! ¡No te arrugues, cuero viejo, que te quiero pa’ tambor! ¡A darle, que es mole de olla! ¡Mira nomás que suerte: un guadalupano y un soldado en cada hijo te dio! Le pegamos al gordo sin comprar billete.
Lo que no sé ni pienso averiguar, para eso están los antropólogos, es si aquella multiplicidad genética y esta dualidad cuatripartita (válgame Dios, ya me hice bolas) va con nuestra personalidad o nomás la cargamos de adorno para darnos cran; si somos un puro y celestial relajo a la romana o puro golpe de pecho a la cristiana, si oscilamos entre el cielo y la tierra, a Dios rogando y con el mazo dando o, como dicen los abogados, conciliamos los intereses para salir de la bronca.
Con menos atributos que los nuestros, ¡y sin petróleo ni PRI! otros la han hecho. ¿Por qué nosotros no? No faltaba más. Todo es cuestión de que ¡ya le vamos dando!, y el reino de este mundo y del otro nos llegarán por añadidura en menos que canta un gallo, aunque, a decir verdad, el del otro mundo no nos corre prisa.
Agosto 1982



 
Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas, avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario