Avándaro a 50 años
Por Rodolfo Borja
El 13 de septiembre de 1971 recién empezando el año escolar yo tomaba
las primeras clases de Preparatoria en el Instituto Tecnológico Regional de
Chihuahua, después de haber terminado la Secundaria en mi querido Anáhuac. Pasé
a visitar a un amigo que me mostró el encabezado en la página principal de un
diario capitalino de ese día: “Drogas, sexo y rock en Avándaro”; se describía un
aquelarre amarillista con toda la fuerza que pueden tener los medios de
comunicación cuando se proponen algo. Esta vez era para denostar con saña a los
jóvenes de esa época que ya desde antes del 2 de octubre del fatídico 68
empezaban a buscar respuestas.
El sistema ya tenía localizados los movimientos sociales antes y después
de 1968 y el 11 y 12 de septiembre de 1971, apenas tres meses después del
jueves de Corpus, el 10 de junio de ese mismo año, se llevó a cabo cerca de
Valle de Bravo en el Estado de México el Festival de Rock y Ruedas en
Avándaro, en el que participaron varios grupos representativos del Rock
nacional teniendo como audiencia una cifra oficial de 100,000 y la no oficial
de 300,000 seguidores. En la publicidad del evento se anunciaban Los Dug Dug’s,
Epílogo, La División del Norte, Tequila, Peace & Love, El Ritual, Los Yaki,
Bandido, Tinta Blanca, El Amor y Three Souls in My Mind. Esos grupos desplegaron
toda su energía para satisfacer a un público deseoso de escucharlos.
Eran tiempos de cambio y tomas de conciencia para una generación que ya
sabía de represión, principalmente por las sangrientas experiencias de 1968 y
1971.
En la presentación de Peace and Love de Tijuana, en el clímax del
evento, miles de gargantas corearon dos de sus temas Mariguana y Tenemos
el poder y surgió la hipótesis de que esto puso nervioso al régimen,
iniciando inmediatamente una campaña de desprestigio en prensa, radio y
televisión, para difundir el supuesto desenfreno y libertinaje de los jóvenes
asistentes que convivieron en paz y armonía, censurando todo lo que mostrara
simpatía por el Rock nacional, que en México después de más de una década ya
estaba cimentado en los gustos populares creando primero sus propias versiones
de hits en el idioma inglés, adaptándoles letras en español y yendo mucho más
allá al crear también música derivada o fusionada y letras propias en nuestro
idioma materno.
Hasta ese año los grupos de Rock nacional, con el apoyo de los medios de
comunicación empezaban a tener un crecimiento que les permitía producciones de
más calidad y creatividad, cosa que cambió drásticamente. Al entrar la orden de
gobernación las bandas casi se extinguieron pero la semilla ya estaba plantada,
el espíritu continuó entre los músicos que tenían ya sea una trayectoria o amor
verdadero al Rock: buscaron sus refugios para continuar donde hubiera
oportunidad de presentar su arte.
En los ochentas empezó a llegar Rock en español de Argentina y España
que a pesar de sus dictaduras había seguido un desarrollo más o menos natural,
y los medios empezaron a abrir sus puertas con bastante selección para aceptar
más bien Pop Rock al cual llamaron Rock en tu idioma con grupos en su mayoría
de un sonido ligero y letras casi siempre sin contenido social.
A finales de los sesentas yo buscaba aprender guitarra con bandas que
tocaban este género primero en Anáhuac con las músicos locales: Los Incógnitas,
The Snakers, Los Griegos y Los Magos, que dentro de su repertorio incluían
algunos rockanroles, así como también de las bandas que llegaban de la ciudad
de Chihuahua: Los Químicos, Los Espaldas Mojadas, Los Ovis, entre otros.
En las vacaciones de la escuela me iba a Chiwas a casa de mi querida tía
Amparo Borja en la Colonia Obrera y fui algunas veces al Pop de la Aldama y Séptima,
lugar manejado por el señor Miguel Contreras, gran promotor de este género en
Chihuahua. También fui a escuchar a Los Kings, Los MLP, Los Checkers, Los
Taxman, Los LSD, Los Vostok, La Reliquia Rockanrolera y otros que no recuerdo,
que también se presentaban en otros espacios como el Chihuahuense y el Salón
San Francisco además de tardeadas en diferentes lugares.
La gente que asistía a las tocadas rockeras era de diferentes estratos
sociales, con variadas formas de ver el mundo; era la época del Peace and Love
y teníamos en común la música que tanto nos gustaba, así que era más fácil la
buena convivencia.
Es imposible dar nombres y detalles sin fallas ni omisiones, solo quiero
hacer un pequeño tributo a la generación que, tratando de cambiar el mundo,
unos tomaron las armas y otros el camino del arte, en este caso la música. Yo
respeto las dos decisiones porque sé que ambas tenían propósitos sinceros;
también recuerdo una frase en una revista de Rock de esa época: “Tienen más
poder para crear conciencia una guitarra y una voz en la ciudad que una
metralleta en la Sierra”.
Fui testigo de cómo de un día para otro el desprestigio y la difamación
terminaron con un sinnúmero de empleos, tanto de los músicos de este género
como de la infraestructura a su alrededor, retrasando además el desarrollo
natural de este género musical en México. Me cuento entre los que apenas
empezábamos, pero nunca olvido que el combustible del que cargué en esos
tiempos me sigue llevando y trayendo a mis mundos de música y letras; hago
canciones también con el espíritu de esos tiempos y con la realidad del siglo
XXI encima. Tengo la fortuna de conocer gente libre con la que comparto y
departo, honrando las enseñanzas para respetar la Vida, la Verdad y la Libertad
como acuerdos mínimos para vencer la división y conseguir la Unidad.
Rodolfo Borja Martínez es miembro fundador y director desde 1980 de la agrupación Eskirla, la cual es pionera en México, junto con un puñado de bandas de rock en español, de esta corriente musical, de que regresara para quedarse en la aceptación del público, siendo ya reconocida como parte de la diversidad cultural de nuestro país. Ha producido y coproducido el material registrado de Eskirla y de su autoría –música y letra– son los temas grabados a lo largo de su carrera contenidos en varios discos.
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