No me alcanza el tiempo para
odiar los lunes, de la misma forma en que no me basta que sea viernes para
sentirme feliz
Por Sergio Torres
No me alcanza el tiempo para
odiar los lunes, de la misma forma en que no me basta que sea viernes para
sentirme feliz. Tal vez me alegra un poco que me den una galleta de limón, una
bolsita de pistaches, un arándano de entre los arándanos del lonche de un niño
de preescolar.
Agradecido respiro con
tranquilidad mientras la vida se me escurre de las manos, me duele respirar
como si en vez de aire aspirara fuego, pero no importa, la vida es de esa clase
de torturas que vale la pena sostener para conservar la cordura en el caos.
Es viernes. Si el cuerpo
sabía cosas ya no las recuerda o ya no le importan. Es viernes, las calles
están casi vacías a las seis de la mañana, el sol invernal aún sigue bajo la
oscuridad, detrás de unas montañas que corren sus días sin prisa con la certeza
de la eternidad a su disposición, más allá del devenir de los otros pequeños
seres cuyo corazón se angustia por cada día cada lunes, cada viernes, por cada
beso que te di, por el adiós.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
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