Prólogo para la novela La revelación del agua
Por Jaime Nubiola
Prologar este libro de mi querida Martha
Estela Torres es un honor del todo inmerecido. Tengo el privilegio de haber
sido probablemente el primer lector de esta espléndida obra literaria.
La revelación del agua es una novela escrita con el corazón en la mano.
Capítulo a capítulo, la autora va narrando hábilmente los recuerdos de su niñez
y juventud en Hidalgo del Parral que guarda en su memoria con exquisita
precisión de olores, colores y sabores que evoca con fecunda imaginación. Los combina
con el hecho real: la dramática tragedia de la inundación reciente de su tierra
natal y la ficcionalización posterior de personajes, escenarios y
acontecimientos.
Mi
buen amigo Jaime Desprée, magnífico escritor, identifica así las tres reglas de
la literatura: técnica, estilo y compromiso. La técnica es, por así decir, lo más fácil de aprender: en la
escritura se trata básicamente de la redacción, la ortografía y todos esos
aspectos formales de cada tipo de texto que es necesario dominar. Me gusta
emplear para esto una palabra más inusual y quizá más rica: “pericia”. Con ella
se expresa quizá mejor la experiencia práctica, la habilidad de quien ha
invertido muchas horas pacientemente en el aprendizaje de esas técnicas.
La
segunda regla es el estilo, la forma
de decir. Como afirmaba Eugenio d'Ors, ahí es donde reside la originalidad. No
me resisto a citar unas palabras de la gran novelista catalana Mercé Rodoreda
que me dejan siempre pensando: “Escribir bien es difícil. Por escribir bien
entiendo decir con la máxima simplicidad las cosas esenciales. No siempre se
consigue. Dar relieve a cada palabra; las más anodinas pueden brillar cegadoras
si las colocamos en el lugar adecuado. Cuando me sale una frase con un giro
diferente, tengo una pequeña sensación de victoria. Toda la gracia de escribir
radica en acertar con el medio de expresión, el estilo. Hay escritores que lo
encuentran en seguida, otros tardan mucho, otros no lo encuentran nunca”.
El
compromiso es la tercera regla. De una forma más coloquial podemos
referirnos a esta regla como “el tener algo que decir”. Cuántos escritores que
publican a diario su columna en un periódico no tienen realmente nada que
decir. Cuántos pintores hacen series inacabables con un mismo motivo porque ya
se ha secado la fuente de su imaginación. Este tercer elemento es el realmente
decisivo. Para ser creativo, para tener algo que decir, es preciso cultivar la
propia vitalidad intelectual, desarrollar la sensibilidad, aprender nuevas
formas de expresarla y de comunicarse con los demás.
Martha
Estela muestra de manera fehaciente que reúne con creces esas tres cualidades:
pericia, estilo y compromiso. Domina la técnica narrativa con maestría, tiene
un estilo inconfundible y cautivador —lento, de frases largas que se detiene
amorosamente en los detalles más vivos y coloristas— y a lo largo de todas sus
páginas se trasluce su hondo compromiso por transformar la vida común y difícil
de un dramático entorno rural y provinciano en un poema del espíritu, de la
libertad y del amor.
Por todo
esto y por mucho más Martha Estela ocupa desde hace muchos años un lugar
permanente en mi corazón.
Jaime Nubiola, Navarra, 2022.
Jaime Nubiola es profesor emérito de filosofía en la Universidad de Navarra, donde ha enseñado durante 45 años y ha desempeñado cargos académicos. Es autor de 16 libros y más de 150 artículos sobre filosofía del lenguaje, historia de la filosofía analítica, metodología filosófica, filosofía americana y pragmatismo. Ha sido visiting scholar en Harvard, Stanford y Glasgow. Ha sido presidente de la Charles S. Peirce Society (2008). Recientemente ha recibido el premio Herbert W. Schneider de la Society for the Advancement of American Philosophy.
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