Navojoa
Por
Jesús Chávez Marín
Querida
sombra. Ánima en mi pena que andas en los fragmentos de la memoria y todavía
fulgura la luz de tu pelo negro y fino. Musa de otros tiempos, de cuando
escribía todavía más torpe de lo que hoy escribo, pero con aquella verdad tan
pura como el agua que brotaba en el manantial en la cumbre del Cerro Grande.
Ensueño en el oscuro dolor de los días que siguieron a la hora en que nos
separamos, que pasaban sin sentido ni esperanza. Ilusión absoluta, tan absoluta
como toda la corte celestial, cuando tus manos estaban cerca y tu sonrisa.
Mujer que para siempre ha desaparecido del mundo y por eso el mundo se ha
vuelto limitado y silencioso, ausente de la música de tu voz, tus palabras.
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