los martes
Hágase a un lado, mi General, para que
pase la tecnología
Por Andrés Espinosa Becerra
Este nuevo libro de cuentos,
magnífico, Siluetas en la resolana, del escritor Jesús Chávez Marín,
tiene un inicio bellísimo, de trascendencia: “Sus ojos desde el trapecio”;
cuento que me recuerda al cine italiano en blanco y negro, es un guion
cinematográfico de una historia amorosa que construye una figura femenina para
convertirla en personaje central; se trata de un inicio lujoso.
Algo que se aprecia en el autor es la historia
del barrio y la ironía utilizada para contarla; ahí se incorpora otra
característica más, la jerga dentro del cuento, esto es, la manera de hablar
cotidiana y de las calles. Chávez Marín es un observador que parece seguir la
enseñanza de Chava Flores.
El sentido irónico al contar se le da
fácilmente al autor, incluso cuando retoma las leyendas locales, lo cual se
nota en el cuento que tiene como personaje importante a la histórica
Pascualita.
En medio de ello, Chávez ingresa un
lenguaje que acostumbra y lo hace con naturalidad, aparente, porque está bien
pensada: “me vale madre”, “cuanta madre”, lo cual requiere de talento para
incluirlo oportunamente, aunque sean nuestras frases cotidianas. En el libro Colonia
Rosario hay un pasaje magistral que se da en el cuento “Chulas fronteras”,
al respecto de unas jovencitas escolares a quienes llevaron a un encuentro de
poesía: “…no entendieron ni madre, ni regresaron nunca…”
Es notable y meritorio que el libro
esté construido con sucesos de lo cotidiano.
Así, algo que podría ser no grato para
el lector, es el tema del desamor, pero ahí está descrito y es un aprendizaje.
Hablar y escribir acerca de la desolación con suavidad no es común y nada
fácil.
Lo maravilloso de contar y un gran
ejemplo al manejar la descripción, con las palabras de uso diario, es algo
ejemplar en Chávez Marín, en todos sus libros.
Jesús Chávez Marín es un poeta, como
lo muestra en “Ciudad encantadora” cuando dice: “Salgo a la calle en la mañana
fresca, con los colores bien realizados en el azul señalado por el sol desde el
poniente.”. Es un poeta de los días, que son los mejores poetas
tradicionalmente.
Refiriéndose a la fotografía de una
flor que retrató en su patio, dice: “la visita de un ángel muy tempranito con
sus colores, con su gracia, alguien a quien conocí de niño”.
Es indudable la importancia de Chávez
Marín como escritor, poeta, y editor, además como amigo.
Él afirma, como maestro budista que es y no lo
acepta:
“Cuando lees dialogas con el autor,
pues construyes para ti las historias, los poemas, a través de los símbolos
universales de nuestra cultura y a través de tu armonía personal”.
Y yo concluyo: Al leer, se escribe ese
libro que tienes entre manos, con una mirada nueva.
Chávez Marín, Jesús: Siluetas en la
resolana. Editorial Oserí, México, 2019.
Andrés Espinosa Becerra, Córdoba, Veracruz 1958, hizo estudios de literatura hispanoamericana. Tiene tres libros de poesía publicados: Quinteto para un pretérito (1996), en coautoría con otros autores; Los días que no duermen (2004) y Una casa con silencio y patio (2019). En 1996 ganó el premio Cuauhtémoc de poesía con Domingo Siboney. Tiene algunos proyectos en espera de aparecer, como El ramalazo de los recuerdos y El árbol de los ciruelos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario