Velar
Por Guadalupe Ángeles
Tímidas
o tumultuosas son dibujadas sin fin preciso.
Es
la voluntad quien las convoca
sin un cierto “para qué”
La
finalidad no es el fuerte de la mano que dibuja palabras
como si cada letra fuera un paisaje carente de
significado.
Así,
velar de albas inconclusas el blanco de hojas,
no de árboles de otoño dispersas,
sino de hojas destinadas a ser aviones de papel
o caja de pandora cuya llave son poemas.
Velar
al alba esa blancura sin porque
como quien vela la muerte
de conceptos antes dulcemente acariciados.
Así,
toda pregunta queda inserta en el silencio
toda pregunta es como un clavel jamás visto
en el ojal de un saco azul cielo
porque
todo cielo es así:
indestructible
incomparable
insensatamente
otro
siempre.
Velar
entonces
como si en ello inaugurásemos un vuelo
velar
como volar
borrar
como ensimismar
dibujar
para ocultar
respirar
para fingir
que el rostro es esto y siempre ha sido así:
inescrutable
imperturbable
intensamente
fuera de sí
como
aquellos animales inciertos
echados
así, incongruentes
como
pastos verdes
devorados
a mediodía
como
belfos de corderos que habitan viejas películas imaginadas
insertados
en recuerdos no vividos.
Palabras
como peces verdes
Sílabas
como silencios interrumpidos.
Hacer
con todos ellos una manta para cubrirse
Un
avión para no estar
Un
viaje iniciático hacia el otro
que duerme tranquilo bajo el pulmón izquierdo
delirante
profundamente
introspectivo
silente,
viaje sideral,
viaje
que se come a sí mismo
como este silencio
que late y siembra otros silencios
sin
cesar
sin
consuelo
sin
remedio
ser
el viaje y la inmovilidad:
Serse
Porque
sí.
Nació en Pachuca, Hidalgo fue directora de la revista Soberbia. Ha colaborado en Ágora, El Financiero, El Informador, El Occidental, La Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y Espéculo. Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.
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