Libro adentro,
libro afuera
Por
Ofelia Torres
De
todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los
demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio y el telescopio son
extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el
arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa. El libro
es una extensión de la memoria y la imaginación.
Jorge Luis Borges
Estoy
en esta reunión profundamente agradecida por la invitación a presentar un nuevo
libro. A todos los presentes muchas gracias por acompañarnos. Siempre que nace
un libro, siempre que un libro ve la luz, es un hecho extraordinario porque
ello significa que su lectura llegará a muchas manos, pues el divino acto de
leer un texto es un regalo a los sentidos.
Vamos
pues a lo que aquí nos ha reunido. Entremos sin más demora a la original
propuesta literaria que es Cuatro
habitaciones de Mariana, obra de la escritora chihuahuense Arelí Chavira.
Cuatro
habitaciones de Mariana es una búsqueda a la palabra que nos mueve al placer
por la extrañeza y por el vértigo, a la palabra que nos sitúa ante otra
relación con el tiempo y el espacio, a la palabra que no nos exime de la
sumisión a lo cotidiano, que nos permite conocer caminos que alguna vez
emprendimos, seres que nos acompañaron y formaron parte de una memoria mucho
más basta y plena que los propios recuerdos, miedos, dolores, fobias y
obsesiones. Eso –sin agotar por supuesto el repertorio– es el libro de Arelí
Chavira.
El placer
de leer es una aventura maravillosa por la imaginación del lenguaje y es el
mejor ejercicio de ocio creativo. La lectura debe ser una experiencia estética
motivada por el placer del texto y a esto nos lleva la lectura de Cuatro habitaciones de Mariana.
La
narración se desarrolla a través de una sucesión de textos breves donde el
punto de vista puede ser Arturo de Córdoba, Adrián, Majo o cualquier mujer. La
voz narradora toma indistintamente el cuerpo de un hombre o de una mujer de
cualquier edad, de cualquier condición social. En ocasiones el narrador es nada
más –y nada menos– que una voz anónima. Una voz que surge de la nada y se
evapora. A veces quién nos habla trasmite una mirada evocadora y nostálgica,
otra satírica y punzante, a menudo desamparada, desposeída de afinidades con el
mundo que recrea. Pero siempre sentimos próxima la fecundidad de su palabra, el
amplio campo donde se arraigan sus raíces, el pleno desenlace de una
sensibilidad abierta a todas las perspectivas del horizonte, de un horizonte
que es bruma y luz, desorden y armonía, misterio y revelación, angustia y
esperanza, búsqueda incesante siempre.
Quiero
pensar al texto como un camino que se hace sin cesar, una acción perpetua de
los seres humanos. No en vano toda la historia de la humanidad es una
narración, primero oral, luego escrita.
Tomando
como base lo anterior, cada uno de los relatos que forman las Cuatro habitaciones de Mariana es un
camino recorrido o por recorrer.
¿A
dónde nos lleva este recorrido? Nada mejor que la lectura del libro de Arelí
Chavira para respondernos. Me atrevo a anticiparles algunas notas de su música.
Una música armada, sobre todo, de frases breves, intensas, fulgurantes, en las
que el lector súbitamente se queda atrapado como una mosca en la tela de araña.
Atrapados en el ardid literario porque como sabemos sin esa red que lo captura,
el lector no existe como tal.
La
autora sigue un orden básico dentro del cual cobra sentido el pasado y se
atisba por una pequeña rendija abierta a la memoria: “Inquilinos”, título de
una de las narraciones que componen este libro, página 52, trae al presente un
dolor pasado y el miedo a la soledad. Ciertos fantasmas persiguen a la
protagonista, la obsesión por el abandono y la inseguridad de que alguien le dé
su amor acompañan a Mariana. Leemos sus palabras llenas de dolor y de inmediato
nos hace cómplices de sus sufrimientos.
Arelí
rescata los elementos esenciales de la realidad, de nuestra realidad, esa en la
cual puede identificarse el ser humano. En los relatos aparece un conglomerado
de sucesos y vivencias que constituyen cualquier existencia humana, equivale a
la búsqueda de una vida personal, el conocimiento de uno mismo. Ese momento
privilegiado puede revelarse a través de una simple palabra, una mirada, una
sonrisa, realidades de la naturaleza fugaz que sin embargo logran imponerse,
modificar el rumbo de una existencia, de una relación. La autora busca a través
de los personajes mostrarnos una realidad en la que ha sido minimizado el papel
de la mujer y sus múltiples escenarios del cómo actuar dependiendo del
contenido social de nuestra época y cuya temática está presente en el relato
titulado “Amuletos poderosos contra el temor”.
Las
protagonistas son seres como cualquiera de nosotras; las historias vividas por
ellas podrían ser las nuestras. Las vicisitudes, desengaños, el miedo son parte
de la existencia de todo ser humano y estas las encontraremos en los relatos de
las Cuatro habitaciones de Mariana.
La
cotidianidad se rompe, de pronto surge el signo, la señal que nos coloca en
otra dimensión, como en el relato titulado “La tranquilidad de doña Mariana” en
el que la protagonista pierde no nada más la tranquilidad sino su existencia:
al igual que Abundio en Pedro Páramo,
muere de terror, como lo vemos en el siguiente fragmento de la página 67:
Doña Mariana escribe: “Llegó la noche la
más callada en mucho tiempo; se podía escuchar el crujir de la vieja madera y
las hojas golpeando suavemente al desprenderse de los árboles, los vidrios del
ventanal por el que miraba con insistencia en busca del invasor; no obstante,
no había rastro de él, solo el silencio que ahora molestaba más que su odiado
enemigo”.
“La luna había menguado en honor a su
ausencia, uniéndose así al dolor que le causaba su partida, ¿qué habrá sido del
perro…?”
—Pero ¿qué estoy escribiendo? Maldito
animal, deja ya de meterte en mis pensamientos, en mi vida. No puede ser, voy a
cerciorarme de que por fin te fuiste al infierno —vociferó.
Exasperada tomó una linterna y salió
de la casa en busca del perro blanco, aquel que convirtiera sus días de luz en
una angustiante oscuridad. Caminó rumbo al panteón al mismo lugar de la vez que
lo viera, ahí donde ella le pagara sus muestras de cariño con un trozo de carne
envenenado. De pronto, algo se movió sobre unas lápidas, a unos metros de ella.
—Con que no te moriste, ¿qué clase de
perro eres? Por Dios, qué es…?
Frente a los ojos de doña Mariana,
espeluznantes sombras brotaron de entre las tumbas del camposanto, ánimas
furiosas, atormentadas, que se dirigían hacia ella. Desencajada, corrió lo más
rápido que pudo a su casa. Parada en mitad del recibidor respirando a duras
penas no daba crédito a lo que estaba sucediendo.
Así, no
importa el sujeto que aparezca en los textos, al instante nos sentimos
identificados con el personaje del relato. He aquí el valor de las páginas de
este libro, su capacidad de contagio, su constante traslación al otro lado del
papel, su poder para diluirnos en lo ajeno sin que opongamos resistencia.
Las cuatro habitaciones de Mariana como el título indica está dividido
en cuatro partes a donde confluyen relatos que nos invitan a leerlos. Mi
intención es contagiarlos, motivarlos para que disfruten las páginas de este
libro. No se arrepentirán.
Muchas
gracias por su atención y compañía.
Chavira,
Arelí: Cuatro habitaciones de Mariana.
Editorial Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua, México, 2021.
Ofelia Torres Rodríguez es catedrática en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UACH, egresada de la licenciatura en letras españolas y de la maestría en literatura
de la Universidad de Nuevo México. Sus campo de investigación es educación y
literatura. Es autora de artículos sobre literatura latinoamericana y
literatura chicana publicados en Creadores,
Los milenias y las humanidades, Los discursos humanísticos del nuevo
milenio, Lenguaje, medio y sociedad, entre otros. Escribe en varias
revistas entre las que se encuentra la Revista Mexicana de Teatro Paso de gato y Arenas blancas. Es miembro del Comité
Editorial de la Revista de la Red de Cuerpos Académicos en Lenguas
Extranjeras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario