Virtuosismo
Por Lilvia Soto
Inspirado por Bolsa de huesos de Dunya
Mikhail, poeta irakí que vive en Estados Unidos.
ahora sabe
lo que pasó y puede enterrarlo junto a su padre
tener un lugar
para visitarlo
conversar
con él
decirle
que se preocupó cuando no regresó a casa
que
le dolía la cara cuando a él le pegaban
que
le dolía la espalda cuando a él lo pateaban
que
orinó sangre durante semanas
que
sentía náuseas cuando él lamía su pan mojado
puede
susurrarle que extraña sus huesos al amanecer, aún hoy
puede
contarle que Mahoma, su pequeño hermano
se
casó y tiene tres hijas
que
su hermana más joven es viuda y se quedó sin hijos
juntos
pueden hablar de los hijos que habrían tenido
la bolsa
en su mano, como todas las otras bolsas
en
todas las otras manos temblorosas
casi
algunas
más pesadas
a
otras les falta un dedo, un fémur, una rótula
pero
¿quién descubrió la fosa, quién identificó los esqueletos?
sus
huesos, como miles en la fosa común
la
policía, los sepultureros, la mirada indiferente
incapaces
de identificarlos
ella lo
reconoció por su camisa desteñida
la
que confeccionó para su último cumpleaños
hace
tantos años
su
calavera, no como cualquiera
¿reconoce
su frente decidida?
¿puede ver
el dolor donde estaban sus labios?
¿la
sonrisa en sus ojos?
¿la
sonrisa que desapareció cuando empezaron los golpes?
¿puede ver
la sonrisa en los dos hoyos
con
los que tanto vio?
y sus
oídos
con
los que escuchaba el laúd
y
sus suaves gemidos
¿qué les
pasó a sus oídos?
sus oídos
con
los que oyó gritos
que
lo hicieron desear estar sordo
aunque
no pudiera nunca más oír sus murmullos
¿y su
boca, su sonriente boca
sus
dulces y juguetones labios
ahora
abiertos como un abismo
que
corta a la vida por la mitad?
y
desenterradas con sus huesos, las preguntas
¿qué
significa morir toda esta muerte?
ella gozó
de su vida, de su hambre
su
juego, sus preguntas
su
canción
por
solo un instante
tuvo la
preocupación por años
ahora
tendrá su muerte
toda
su muerte
todos
los amaneceres de su vida
y su
cuñada, y su prima
y las
mujeres de la aldea vecina
las
mujeres que acaba de conocer
recogiendo
sus bolsas
ellas
tendrán toda la muerte de sus hombres
todos
los días de sus vidas
¿qué
significa tener en su mano
los huesos
que presionaron contra los suyos
los
virtuosos huesos que rasgueaban la mandolina en los suyos?
¿y quién
va a imaginar para el certificado la causa de defunción?
¿fueron
sus ojos que sonreían demasiado?
¿sus
labios, sus labios de los más tiernos besos?
¿fueron
sus labios que sabían tocar misteriosas melodías en su ocarina?
¿fueron
sus dedos de plectro que sabían pulsarla como al laúd de los cielos?
¿o será la
soledad del dictador
imposible
solista
incapaz
de producir entrañables quejidos
llanto
de quena
canto
de jilguero?
Lilvia Soto nació en Nuevo Casas Grandes, emigró a Estados Unidos a los 15 años, reside en Philadelphia, Pennsylvania. Tiene un doctorado en lengua y literatura hispánica de Stonybrook University en Long Island, Nueva York. Ha enseñado literatura y creación literaria en Harvard y en otras universidades norteamericanas. Fue cofundadora y directora de La Casa Latina: The University of Pennsylvania Center for Hispanic Excellence. Fue directora residente de un programa de estudios en el extranjero de las universidades Cornell, Michigan y Pennsylvania en Sevilla, España.
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