miércoles, 13 de octubre de 2021

Virtuosismo. Lilvia Soto

 

Virtuosismo

 

 

Por Lilvia Soto

 

 

Inspirado por Bolsa de huesos de Dunya Mikhail, poeta irakí que vive en Estados Unidos.

 

 

ahora sabe lo que pasó y puede enterrarlo junto a su padre

tener un lugar para visitarlo

conversar con él

         decirle que se preocupó cuando no regresó a casa

         que le dolía la cara cuando a él le pegaban

         que le dolía la espalda cuando a él lo pateaban

         que orinó sangre durante semanas

         que sentía náuseas cuando él lamía su pan mojado 

puede susurrarle que extraña sus huesos al amanecer, aún hoy

puede contarle que Mahoma, su pequeño hermano

         se casó y tiene tres hijas

         que su hermana más joven es viuda y se quedó sin hijos

juntos pueden hablar de los hijos que habrían tenido

la bolsa en su mano, como todas las otras bolsas

         en todas las otras manos temblorosas

         casi

         algunas más pesadas

         a otras les falta un dedo, un fémur, una rótula

pero ¿quién descubrió la fosa, quién identificó los esqueletos?

sus huesos, como miles en la fosa común

         la policía, los sepultureros, la mirada indiferente

                   incapaces de identificarlos

ella lo reconoció por su camisa desteñida

         la que confeccionó para su último cumpleaños

         hace tantos años

su calavera, no como cualquiera 

¿reconoce su frente decidida?

¿puede ver el dolor donde estaban sus labios?

         ¿la sonrisa en sus ojos?

                   ¿la sonrisa que desapareció cuando empezaron los golpes?

¿puede ver la sonrisa en los dos hoyos

         con los que tanto vio?

y sus oídos

         con los que escuchaba el laúd

         y sus suaves gemidos

¿qué les pasó a sus oídos?

sus oídos

         con los que oyó gritos

                   que lo hicieron desear estar sordo

                   aunque no pudiera nunca más oír sus murmullos 

¿y su boca, su sonriente boca

         sus dulces y juguetones labios

                   ahora abiertos como un abismo

                            que corta a la vida por la mitad?

y desenterradas con sus huesos, las preguntas

¿qué significa morir toda esta muerte?

ella gozó de su vida, de su hambre

         su juego, sus preguntas

         su canción

                   por solo un instante

tuvo la preocupación por años

ahora tendrá su muerte

         toda su muerte

         todos los amaneceres de su vida

y su cuñada, y su prima

y las mujeres de la aldea vecina

         las mujeres que acaba de conocer

                   recogiendo sus bolsas

ellas tendrán toda la muerte de sus hombres

         todos los días de sus vidas

¿qué significa tener en su mano

los huesos que presionaron contra los suyos

los virtuosos huesos que rasgueaban la mandolina en los suyos?

¿y quién va a imaginar para el certificado la causa de defunción?

         ¿fueron sus ojos que sonreían demasiado?

         ¿sus labios, sus labios de los más tiernos besos?

         ¿fueron sus labios que sabían tocar misteriosas melodías en su ocarina?

         ¿fueron sus dedos de plectro que sabían pulsarla como al laúd de los cielos?

¿o será la soledad del dictador

         imposible solista

         incapaz de producir entrañables quejidos 

         llanto de quena

         canto de jilguero?

 






Lilvia Soto nació en Nuevo Casas Grandes, emigró a Estados Unidos a los 15 años, reside en Philadelphia, Pennsylvania. Tiene un doctorado en lengua y literatura hispánica de Stonybrook University en Long Island, Nueva York. Ha enseñado literatura y creación literaria en Harvard y en otras universidades norteamericanas. Fue cofundadora y directora de La Casa Latina: The University of Pennsylvania Center for Hispanic Excellence. Fue directora residente de un programa de estudios en el extranjero de las universidades Cornell, Michigan y Pennsylvania en Sevilla, España.

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