domingo, 3 de octubre de 2021

Nostalgia que se sufre y se disfruta Presentación del libro Cuatro habitaciones de Mariana. Jesús Chávez Marín

 

Nostalgia que se sufre y se disfruta

Presentación del libro Cuatro habitaciones de Mariana

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

En 2014 empecé a leer los relatos de Arelí Chavira, una escritora de sencilla originalidad que desde la primera línea atrapa en la lectura gozosa y reflexiva: cuenta la vida cotidiana que todos vivimos en esta época de claridad y apuros; de pronto en sus personajes aparecen conceptos muy armónicos con la trama, el punto de vista del discurso narrativo es el de una serena ironía a la vez desencantada y afanosa.

En sus cuatro libros de relatos: Mudanza de Jazmín, Lo que nos unió, Zona de amigos, y ahora incluyendo este que hoy se presenta, titulado Cuatro habitaciones de Mariana, se trasluce una estructura muy afianzada en la lógica y en el vuelo simbólico. Además de ser libros de relatos independientes con su principio, desarrollo y final, los textos se organizan en una especia de secuencia novelística, ya que en los cuatro libros aparece el nombre de una mujer, Jazmín, Alba o Mariana, y la evolución de esos personajes pasa por distintas etapas de la edad, desde la niñez hasta la ancianidad, y por sucesivos estados civiles o laborales; también cruzan con soltura de la fábula realista a la literatura fantástica y onírica, que le dan al acto de la lectura un sabor de leyenda magníficamente construida.

Cuatro habitaciones de Mariana abre con el relato “La ventana de los treinta”, donde una mujer tiene un reposo de soledad en el que medita sobre su propia condición. En su monólogo interior se oyen estas palabras:

 

Página 14: por fin era dueña de su mirada

 

Esta toma de conciencia define el tono y el punto de vista de lo que habrán de ser los relatos que vienen.

En el segundo relato todavía aparece Mariana en el inicio de su evolución, con una actitud insegura y frágil, a pesar de estar muy consciente de su fortaleza:

 

Página 16: Habitada por el pasado y perseguida del futuro, Mariana cierra los ojos y busca su presente lejos, allá dónde los ojos conviertan su otra vida en realidad.

 

El tema tan actual de la pandemia aparece en el cuento llamado “El cuarto de los trebejos” en una escena cotidiana y angustiosa donde una mujer, para curarse de la desesperación, se pone a reordenar su casa: en la secuencia de acciones se desarrolla en forma simbólica un movimiento de purificación, luego de que ella había expresado al inicio su estado de aislamiento:

 

Página 18: desde hace días me ha dolido el cuerpo: los ojos, los brazos las rodillas y tobillos se quejan de ausencia; extrañan el roce las miradas, los lugares, las vivencias, y también me echan de menos.

 

La autora hace gala de varias formas de textualidad: el monólogo, el relato en primera persona, la correspondencia epistolar, la presencia de las redes sociales y también el relato tradicional del narrador omnisciente, solo que en forma moderna, instalando el punto de vista en la mirada de uno de los personajes. Esta diversidad de discursos narrativos le da al libro una vivacidad muy atractiva.

En el cuento llamado “Arturo de Córdoba” se presenta una irónica variante de la época de oro del cine nacional, para contrastar el machismo que ya se quedó de plano en el siglo veinte a pesar de que sigue latiendo en muchas situaciones fallidas de la actualidad. En este cuento se ve claramente que esta obra es ante todo una divertida manera de contar historias y no un conjunto de tesis filosóficas o políticas, aunque todas las acciones que se relatan se expresa la humanidad de una nueva forma de sociedad a partir del pensamiento feminista.

En el cuento que se llama “Luces encendidas” el discurso narrativo está escrito con una original manera de construir el personaje, escrito con una cuidadosa redacción que poetiza el estado de ánimo obsesivo:

 

Página 42: La primera vez que la vi todo se silenció en mi cabeza. Los tics y las imágenes constantes desaparecieron. Cuando llevas a cuestas la maldición de ser obsesivo compulsivo, en realidad no tienes momentos callados, incluso en la cama estoy pensando: ¿Cerré las ventanas?, sí. ¿Me lavé las manos?, sí. Pero cuando la vi a ella, en lo único que pude pensar fue en la curva de sus labios, o la pestaña extraviada en su mejilla, extraviada en su mejilla, extraviada en su mejilla.

 

En todos los cuentos el personaje es una mujer animosa, proyectada hacia un futuro promisorio y muy contenta con su vida, a pesar de los titubeos de inseguridad con los que Mariana tropieza en ocasiones. Aunque su cotidianidad es sencilla, su alma es compleja en las palabras y en el pensamiento, que alcanza alturas inesperadas; en su sonrisa irónica aparece también la ternura bondadosa con la que esta mujer suele mirar a sus semejantes.

Pero antes que todo esto que se ha dicho está sobre todo un racimo de cuentos deliciosos de leer.

Gracias por su atención.

Septiembre 2021

 

Chavira, Arelí: Cuatro habitaciones de Mariana. Editorial Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua, México, 2021.

 






Jesús Chávez Marín es editor de Estilo Mápula, en equipo con Andrés Espinosa Becerra y Javier Chávez Bejarano.

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