viernes, 23 de mayo de 2025

Relojes distintos

 

Diseño gráfico: Marco Benavides con IA

Relojes distintos

 

Por Marco Benavides

 

A los cinco años el verano era eterno. El tiempo se deslizaba sin prisa entre charcos, bicicletas y las manos húmedas de fruta. No existía la prisa, todo lo que importaba estaba al alcance del instante: un juego nuevo, una hormiga que cruzaba el suelo, una nube con forma de dragón. El tiempo era elástico, generoso, casi inmóvil. Uno vivía en un país sin relojes.

A los cuarenta, en cambio, un verano es un suspiro entre obligaciones. Llega sin aviso y se va con prisa. Entre el trabajo, los compromisos, los correos pendientes, la cirugía del día, los informes por entregar y los silencios que uno aún no ha aprendido a escuchar, los días se encogen. El sol entra por la ventana, pero no alcanza a calentar. La lista de pendientes se impone sobre la contemplación. La noción del tiempo se mide en semanas laborales, no en tardes sin rumbo. Y uno empieza a sospechar que los relojes no solo marcan la hora: también la roban.

A los sesenta el verano es un milagro que aún calienta los huesos. No por falta de salud, sino por exceso de conciencia. El cuerpo aprende a ir lento, no por torpeza, sino por sabiduría. Ya no se corre detrás del tiempo: se le invita a sentarse. Se le ofrece una silla junto al jardín. Se le sirve café. El tiempo, al final, no es el enemigo: es el huésped al que no supimos tratar. Y ahora que no hay tanto que demostrar ni tantos lugares a donde ir, el tiempo vuelve a ser ancho, como en la infancia. El niño y el anciano se dan la mano.

Uno empieza a notar que el mismo sol alumbra de manera distinta según el momento. No porque el astro haya cambiado, sino porque ha cambiado la mirada. Lo que antes era paisaje, ahora es símbolo. Lo que antes se ignoraba, ahora se atesora. Un pájaro que canta, una sombra que cruza el rostro, una conversación lenta: todo vuelve a importar.

Cada etapa de la vida tiene su manera de medir el tiempo. La infancia lo mide en descubrimientos. La juventud, en urgencias. La adultez, en productividad. La vejez, en recuerdos. Tal vez lo sabio sea no esperar a tener sesenta para reconciliarnos con el tiempo. Tal vez haya que aprender a detenerse antes. A contemplar. A no correr siempre detrás de algo. A volver a mirar una nube con forma de dragón.

El mismo sol, la misma estación, relojes distintos.

 

20 mayo 2025

 

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drbenavides@medmultilingua.com

 

 

Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.

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