viernes, 16 de mayo de 2025

Todas las voces

 

Foto Pedro Chacón

Todas las voces

 

Por Guadalupe Ángeles

 

I

Vengo en pares, me verás danzar ligera con mis cuatro piernas y brazos. ¿Puedes sonreírme? No salgo de las paredes, pero te cuento en perfecta dicción la historia más dulce que no has de entender porque no hablas mi lengua. 

Pero somos hermanos en la música ¿lo sientes? no te soltaré de ninguna de mis manos. Me sonríes porque sabes que no te mentiría. No sé quién eres y no importa. Lo malo es nuestro destino: nos miraremos solo tres minutos. No más. Mi sonrisa, la tuya, dicen: Vive una buena vida.

 

II

Vamos a poner la razón en esto. No te diré qué hacer. No jugaré a ser Dios. Tú, con esa mirada tuya harás la expedición hacia lo profundo de ti. Probablemente tendrás miedo, pero, te lo aseguro, es irracional. Esta máquina sin poleas ni necesidad de ser aceitada que eres sabe hacer su trabajo. Solo debes permitírselo. Encontrarás figuras diversas, pero no será ahora que empieces a sentir miedo. Estás formado de coraje. Vamos a conocer tus límites. Bajo el sol o a plena oscuridad. Tú decides dónde. Tómate de la mano. Enséñate a crecer. Tienes la suficiente voluntad y el valor para hacerlo. Procede entonces. No jugaré a ser Dios.

 

III

Ser. Porque se ha nacido. Es aprender a amar y a odiar a partes iguales. Es reconocerse espejo y saberse bumerang. Enaltecerse siempre, como tarea fundamental, porque desde el momento primero en que somos paridos ambicionamos el mundo, no lo conocemos, pero queremos estar ahí (¿instinto de conservación?) ver paisajes, ya aprenderemos a tomarlos o dejarlos, siempre, a ser acariciados por mares, experimentar así esa oceánica sensación de saberse dual, atados con espinas o con diáfana seda al corazón de quienes nos dieron cuerpo, habitarse y ser habitado al mismo tiempo, ¿los padres como fantasmas?

Movimiento oscilante, marea inacabable, luz de mediodía y canción de tormenta. Toda la sal del mar en nuestras lágrimas, todo ese canto del bosque que al atardecer aterra; semilla y flor, somos eso y tanto más, por ello, en el momento de la ira, es vital saber virar hacia el abrazo, porque ser dos es tan importante como irse hacia la propia vida, esa que nos fue dada o dimos solo porque la vida quiso. Aprender a estar en el mundo en lucha inacabable y firmando siempre la paz, siempre más grande que este esplendoroso animal de pelaje hirsuto, de bellísima mirada, bestia incalculable hecha de amor, de oscuros secretos, de luz solar.

 

IV

Con la rebuscada honestidad de quien ha sido encontrado en falta; así, con el esmirriado traje de quien resultó muy malo para mentir, estoy aquí obligándome a la lectura (¿de las líneas de mi propia mano?) hablando de odios ajenos como quien se prueba el uniforme de un ejército al que no desea pertenecer, multiplicado en cientos de cobardes quienes al mismo tiempo que cantan tristes canciones de amor, alzan la voz para emitir himnos guerreros sin sarcasmo, en búsqueda tenaz de un significado, de un símbolo, de un simple pretexto, porque saberse animal hecho para la nada cuesta, de ahí la inmensa necesidad de vestir uniformes, y porque ir desnudo no va con la moda desde hace mucho tiempo.

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario