jueves, 16 de enero de 2025

Solo rigor

 

Solo rigor

 

Por Guadalupe Ángeles

 

 Veamos. Era más fácil ser nosotros en ese molde, de acuerdo entonces, y sin saberlo, hicimos posible un paseo por lo imposible. Sí, para bien y para mal, ambos sabíamos lo que ocurriría y decidimos andar el camino hacia el desastre. Nadie se llamó a engaño (¿acaso seguir rigurosamente las líneas del guion escrito ya tantas veces y representado a lo largo de demasiados años por demasiados cuerpos puede ser denominado mala voluntad?, no lo creo).

Devotamente porté los disfraces a la mano, me olvidé del más obvio sentido común e hice el mayor esfuerzo de que era capaz por llenarme de las ciudades que soñaba cuando contigo inventé una fantasía nada original. Tú eras las construcciones de cobre antiguo, las poderosas edificaciones de indestructible hierro, y jugué ahí a ser una flor perdida, una lágrima sonriente.

Válgame que la edad era un límite, estaba la razón y ese tiempo a contratiempo encontrado, trenzados como fuego y sol, como ensoñación y verano, tanto por desear y tanto por hacer, no era posible desoír esa música, dueña desde la primera mirada, de nuestros cuerpos.

Sería capaz, como siempre lo fui, de caer como cascada, elevarme como solo un himno puede hacerlo, en medio del silencio de tardes que para siempre serán nuestras, aunque fueran calcas de una cierta idea de nosotros mismos (¿era la posición del sol, era esa iluminación hipnótica, era encarnar desde el fondo algo que ya se me deshace como un dulce en la boca?) Sí y no. Nunca y siempre.

Arrebaté explicaciones al mundo que quería arrastrarnos a lo simple, y con sencillez nombré lo que me hacía adherirme a esa teoría inexplicable que ardía entre nuestros dedos y fue telón de fondo, siempre, del suntuoso escenario que también fuimos. Casa y fuego. Agua y luz. Un nosotros, un Aquí y Ahora. Un silencio habitado de imágenes que solo en sueños volveremos a contemplar (espero).

Eso y un manojo de palabras que, ahora lo sabemos, hicieron realidades más tangibles que esas ciudades que ahora sentimos deshacerse en medio del pecho.

Líbrame sueño de no volver a verte.

Líbrame realidad de tomar otra vez entre mis manos tu rostro.

Hay una especie de flor muy vieja naciendo en medio de mi torax, tiene un perfume muy cierto, su aroma rinde homenaje a ese fabuloso Nosotros que ha muerto. Sea.

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005), Raptos (2009) y No es luz, mas enceguece (2023). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación. Actualmente radica en Guadalajara.


miércoles, 15 de enero de 2025

Nieve

 

Nieve

 

Por Sergio Torres

 

Después de cuatro años, cayó nieve en Chihuahua. Aquí, donde solo nos visitaban los vientos gélidos y las lluvias frías que no se decidieron a ser ni siquiera aguanieve, mientras que en derredor Cuauhtémoc, Majalca, Casas Grandes, El Sauz, se vestían orgullosamente de blanco en el frío invernal.

Qué alegría tan grande mirar caer los copos durante la noche, ver cómo el campo frente al departamento que habito iba acumulando capa tras capa de estos efluvios celestiales en el romance entre el cielo azul y la cálida tierra, siempre dadivosa, siempre generosa, árida al tiempo que ávida por entregar sus frutos a quien la cultiva.

En medio de este marco de frío y suelo congelado, resbalé y caí, como en casa de jabonero, golpeando la oreja derecha contra el barandal que separa la seguridad de mi terraza de la banqueta, casi tres metros debajo de mi piso. Allá fui a dar con toda mi humanidad, frágil y humildecido intencionadamente, con una derrepentencia azorante.

Mi hijo gritó desde la cocina ¿Estás bien? a lo que respondí: No te salgas, está resbaloso y tú estás descalzo.

Como pude, afianzándome en los barrotes y luchando por recuperar la vertical, comencé a bajar el escalereado lleno de impoluta nieve nueva, esforzando mi zumbante cabeza y mi oreja, que sentía caliente como recién picada de avispa. Así llegué al auto y paleé la nieve de encima, de los cristales, de los faros, del cofre. Subí y salí a llevar a la Stella al trabajo y, de regreso, llegué al hospital, por una orden de cirugía y a que revisaran la oreja, más grande y ennegrecida, y la cabeza, que también sufrió por la caída.

Tres horas, un par de medicamentos inyectados, cuatro radiografías y tres consultas después, salí con el diagnóstico más ambiguo que se pueda tener: No me pasó nada, pero se me rectificaron las cervicales: si me duele el cuello algún día, no debe extrañarme.

Tengo el tabique desviado y ya. Con reposo, analgésicos y desinflamatorios esto va a pasar. Si se me vuelve a inflamar la oreja o se llena de sangre, habrá que drenarla.

Marcador final: Nieve 1 - Sergio 0.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Azul Coyoacán

 

Foto: Víctor Córdova

     Modelo: Lucía Mendoza

Azul Coyoacán

 

Por Víctor Manuel Córdova Pereyra

 

Para Lucía Mendoza

 

El veredicto de la tarde es la sombra que anuncia su partida.

Añil, como el reflejo de un recuerdo hundido en la raíz de la memoria

se desliza, despacio, el silencio que enmarca tu mirada.

Una sonrisa discreta, apenas esbozada, ilumina la imagen que te envuelve.

 

En este oasis de piedra y tiempo, la ciudad transita en sus pasados.

Cada etapa un sedimento, una flor, un canto;

ritual de cuerpos que se agitan al ritmo de tambor y caracoles,

laberintos de piedra y fortaleza

donde aún florecen en ecos las palabras,

en ofrendas de luz y cempasúchil cada voz celebra su misterio.

Las casas que engendraron las leyendas,

los jardines que atesoran el día en cada hoja, cada toque de silencio.

 

Azul el tiempo y la memoria,

la mirada del sueño que acecha en cada lapso.

Remanso en el bullicio vespertino

donde habita el rumor de la cantera.

La flor volcánica que se abre al día

cubre con su semilla los caminos.

 

Tu mirada es el centro del instante,

del momento detenido justo ahora,

aquí, donde el atardecer se desvanece, cae,

languidece ante la herida mortal

que infringen estas horas

con su arco de penumbra.

 

En tus ojos otra noche se adivina,

la del sosiego que nace en la ternura,

la que otorga en abrazos el amor constante

la que es caricia interminable

y brota de tu voz cuando me nombras.

 

Diciembre 2024

 


Víctor Manuel Córdova Pereyra es licenciado en artes escénicas y máster en humanidades por la UACH. Ha publicado seis obras de teatro en la misma Universidad Autónoma de Chihuahua (Los milagros de los santos olvidados, Los dioses de piedra, Esperanza y los culpables, Tiro de gracia, Se equivocó la paloma, Paseo Bolívar 401); también un poemario, en coautoría con Erbey Mendoza, que se titula Entorno de los días, publicado en la Editorial de la Secretaría de Cultura del Estado de Chihuahua. De la misma manera es autor de ensayos y artículos que se han publicado en las revistas Synthesis y Metamorfosis de la UACH, así como en Solar del antiguo Ichicult y, más recientemente, en Revista de Literatura Mexicana Contemporánea de UTEP. En la actualidad trabaja como coordinador académico en la Secretaría de Investigación y Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH.

Erasmo Palma Fernández

 

Erasmo Palma Fernández

 

Por Fructuoso Irigoyen Rascón

 

Recordando a Erasmo Palma Fernández (1928-2016), el genial compositor, músico, lingûista y literato tarahumar que recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2002.[1]

Entre el centenar de canciones y poemas que nos dejó Erasmo destacan dos hermosas composiciones: chá sewetu, (muy triste) y semati siyóname (hermoso azul). La primera, nos presenta en unas pocas líneas una concepción del mundo que se puede aplicar al tarahumar en particular, al indígena en general y al ser humano por extensión: chá sewetu ne bineri ko (es muy triste estar solo). El adverbio chá es muy interesante porque no solo significa muy, sino que implica muy mal[2] así chá okó -como en el título del librito que con el mismo Erasmo publiqué- quiere decir, no solo que duele mucho, sino mucho y muy mal. Chá sewetu o chá omona, significa precisamente es muy y muy malo estar triste. La siguiente línea parece una oposición dialéctica a la tristeza de la soledad: ¿piri oraba nakichíwa rú? (¿qué hacemos odiándonos?) o tal vez es una explicación de por qué acabamos solos y tristes. Líneas abajo nos explica: “né semati ga'reríame ko" (pero si es tan bello amar, ser amantes de los demás ¿cómo es que preferimos odiar?). Pudiéramos decir que esto implica que si terminamos solos y tristes es porque hemos odiado. Mi interpretación es más sencilla: la soledad trae tristeza, la soledad viene del odio y se combate con el amor.    

Chá sewetu es, sin embargo, una.canción religiosa y por eso añade después de proponer el amor como remedio para la tristeza y la soledad, ir con dios: Onorúame yúa simiba aré.

La segunda canción nos habla primero del hermoso azul del cielo, después de las estrellas que cuelgan en el firmamento: mí re'pá (allá arriba) y reflexiona que a pesar de que nos portemos mal, debemos ir a dios. La manera como lo propone, sin embargo, tiene un matiz diferente: mientras que en la primera canción Erasmo dice: "ir con dios" (Onorúame yúa simí) en la segunda dice: “Onorúame najat.o”. Najato significa seguir, perseguir, como el pastor persigue al rebaño o bien procurar. Owáame najato (procuro la/una medicina).

Chá sewetu y semati siyóname pertenecen al género de música de matachines;[3] mientras que la primera lleva un ritmo lento y triste, la segunda es rápida y alegre.

 

Una tercera canción de Erasmo, también música de matachines, a la que me gustaría referirme, no por su profundidad filosófica como las anteriores, sino porque refleja la sencillez del alma tarahumara. Se trata de Matirí bureba re. Quien conozca de hierbas medicinales habrá oído del matarí o matarique. El uso de esta hierba es muy interesante: mientras que los tarahumares la usan tópicamente para tratar diversas afecciones incluyendo la mordedura de serpientes y en un té muy diluido[4] algunos problemas intestinales. Los mexicanos lo usan en el tratamiento de la diabetes.[5] Es importante comprender que mientras este último padecimiento es muy frecuente entre los mexicanos, es bastante raro entre los rarámuris. Por lo anterior, y la canción lo reafirma el matarí: nos dará dinero y nos hará ir a tierras lejanas.

 

Matirí bureba re (haremos manojos de matarí) -se repite alegremente tres veces-

Wekabé narí simabo re (Iremos a tierras lejanas).

 

Matirí nijíba re (entregaremos el matarí)

Wenomí narepa are (dinero recibiremos)

 

Afortunadamente todas las canciones de Erasmo han sido rescatadas y se pueden encontrar en internet. Si no las has oído, búscalas, sé que te gustarán.



[1]  Erasmo Palma Fernández o a la usanza rarámuri Erasmo Palma Tuchéachi, además de haber sido mi gran amigo, fue mi coautor para escribir Chá Okó, Manual de Propedéutica en Rarámuri (1977,1986,2023) y valioso informante para mis trabajos tanto en el campo lingüístico (Verbo Simea Simama 1983) y en el de la medicina tradicional (Tarahumara Medicine 2015) Y estoy dejando de lado que mi asociación con Erasmo comenzó mucho antes de que lo conociera en persona al publicar en Cerocahui, una Comunidad en la Tarahumara (1974) sus cuentos que habían sido recopilados y traducidos por el Padre David Brambila SJ,

 

[2] Ver el Diccionario Rarámuri-Castellano del Padre Brambila (Buena Prensa 1976) para un análisis exhaustivo de esta partícula.

 

[3] Casi todas las canciones de Erasmo pertenecen a este género, pero también compuso varias que corresponden al del yúmari y alguna al de la pascola.

 

[4]  Un té más fuerte es un poderoso laxante.

 

[5]  Algunos estudiosos han expresado preocupación por una posible toxicidad hepática del matarí.



Fructuoso Irigoyen Rascón, autor de Cerocahui, una verdadera épica de la región, es médico con especialidad en psiquiatría, con una vasta y brillante práctica profesional. Es autor, además, de los libros Tarahumara Medicine: Ethnobotany and Healing among the Raramuri of Mexico y Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores.

Nieve

 

Nieve

 

Por Marco Benavides

 

Hoy viernes 10 de enero de 2025 la capital de Chihuahua amaneció cubierta por un manto blanco que transformó el paisaje urbano en un escenario de cuento. Para quienes estamos acostumbrados a este fenómeno tan peculiar en nuestra ciudad, la nieve nos despierta un cúmulo de sentimientos difíciles de describir, pero profundamente hermosos. Es un espectáculo tan raro como fugaz, un regalo que solo la naturaleza sabe ofrecernos de manera tan especial.

El frío, que normalmente se siente cortante y seco, hoy se convierte en algo casi mágico. El aire fresco y crujiente parece abrazarnos con una suavidad inesperada, mientras los copos caen delicadamente como si el mundo, por un instante, hubiera decidido detenerse. Cada copo que cae se convierte en un pequeño recordatorio de la belleza efímera de la vida, un recordatorio de que, aunque todo alrededor parezca fijo y estable, lo único que realmente permanece es el cambio.

A medida de que la nieve se acumula, cubriendo calles, techos y árboles, el ambiente se vuelve silencioso, casi como si la ciudad misma estuviera conteniendo el aliento. Es un silencio profundo, enriquecido por la quietud del momento; nos invita a dejar de lado el ruido cotidiano y simplemente observar. En este ambiente inusualmente calmado, los pensamientos fluyen con claridad y las emociones, antes ocultas bajo el peso de la rutina, emergen con fuerza.

Para quienes crecimos en una ciudad donde las nevadas no son parte del paisaje cotidiano, ver las primeras capas de nieve formarse sobre el suelo es una sensación indescriptible. La blancura inmaculada de la nieve nos invita a mirar el mundo con otros ojos, a detenernos en lo simple y lo puro. En estos momentos las pequeñas maravillas cotidianas parecen cobrar un nuevo significado: el sonido del crujir de los pasos sobre la nieve, la imagen de las primeras huellas que dejamos al caminar, y la sensación de que estamos siendo testigos de algo más grande que nosotros.

Es fácil caer en la rutina y olvidarnos de las maravillas del mundo. Sin embargo, la nieve en Chihuahua hoy nos recuerda que la belleza está en lo inesperado. La ciudad, usualmente seca y árida, se ha transformado en un paisaje sacado de una postal, como si el cielo hubiera decidido regalar un pedazo de invierno. Los niños, sus risas y sus ojos brillantes, salen a jugar, como si descubrieran un mundo nuevo. Saltan, corren y se lanzan bolas de nieve, su entusiasmo y alegría son contagiosos. En los ojos se refleja la pureza de un momento que ellos nunca olvidarán.

Mientras tanto, los adultos no podemos evitar sentir una mezcla de nostalgia y emoción. En las mentes surge la memoria de las pocas veces que hemos sido testigos de algo similar, y nos damos cuenta de lo afortunados que somos por estar aquí, hoy, compartiendo este instante de maravilla con nuestros seres queridos. En las calles, las huellas que dejamos en la nieve nos conectan con el momento presente. Es como si, al caminar sobre el manto blanco, estuviéramos marcando el paso de nuestra propia existencia, reafirmando nuestra pertenencia a este vasto y complejo mundo natural.

Este fenómeno nos recuerda lo efímero que es todo, la belleza de lo inesperado, y cómo, a veces, un cambio en el entorno puede despertar la más profunda gratitud. Nos invita a ser más conscientes de las maravillas cotidianas, los pequeños milagros que pasan desapercibidos. La nieve en Chihuahua no solo cubre el suelo, sino que también nos cubre de emociones, recuerdos, una sensación de paz que solo la naturaleza es capaz de regalarnos.

Y así, en medio de la blancura y la quietud, entendemos que la nieve no es solo un fenómeno climático. Es un símbolo de esperanza, nuevos comienzos. Hoy, mientras la nieve sigue cayendo suavemente sobre la ciudad, una paz llega desde el recuerdo y el ahora.

 

10 enero 2025

 

https://tecnomednews.com/

drbenavides@medmultilingua.com

 


Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.

lunes, 13 de enero de 2025

A la N potencia


 

A la N potencia

 

Por Guadalupe Ángeles

 


Seis personas caminan por la calle

nada las une

¿una bomba que cae podría ser el nexo?

 

Nada une a ninguna persona

su corazón desfila contento mientras su cerebro urde desaliñada prosa inútil

el elemento cohesionador

¿podría ser un disparo de arma larga?

 

Seis, quizá ocho militares marchan al parecer indiferentes

                      para unirlos no hace falta nada

¿sonríen separados para siempre por el asesinato recién cometido?

 

El arma en manos del inocente

sangre luego ahí mismo

                                            quinientos años atrás

¿hubo dioses agradecidos?

 

Ángeles blancos a las puertas de la casa

no de lodo totalmente edificada

¿el aullido de lo por sus ojos disuelto los unirá?

 

El color no sería importante

si en las venas habitara esa luz de neón

¿solo y sin número ese color haría alguna diferencia?

 

¿Es posible unir 365 sueños en la cabeza de un alfiler, en la uña dibujada por la luna en el cielo?

insomne cuestionamiento dio un vuelco:

¿eso ya fue contestado por frailes meditabundos en el siglo II de nuestra era?

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005), Raptos (2009) y No es luz, mas enceguece (2023). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación. Actualmente radica en Guadalajara.

Nápoles

 

La columna de Bety

Nápoles

 

Por Beatriz Aldana

 

Bueno... aquí voy... Para distraer un poco mi mente, ya que está cayendo una intensa nevada que no tiene para cuándo ceder, y veo como aumenta el volumen y la altura de la nieve en mi jardín, así como otras cuestiones que ocupan espacio en mi cabeza, opté por buscar una serie y encontré una belleza en PrimeVideo. Se desarrolla en Italia, especialmente en Nápoles, y estoy maravillada con todo lo que ahí contemplo, solo de pronto me pongo en pie para mirar por el ventanal de mi patio y veo que sigue y sigue la tormenta de nieve.

Bueno, volviendo a la serie, curiosamente la actriz, o más bien yo, tengo un enorme parecido a ella: es flaquita, güerita, de pequeña estatura, su risa y su sonrisa, hasta la mirada es semejante a la mía. Independientemente de la cuestión física de la actriz, hay otra semejanza conmigo, la situación que se está dando con su esposo, quien es músico concertista y toca la viola en una Sinfónica y han viajado a Italia para un Concierto, me sorprendí de mirar tanta semejanza, porque la escogí al azar, y la situación que se da en esa pareja de esposos es casi una copia de lo que ha estado sucediendo en mi relación actúa.

Y no les cuento el final porque es mejor que la pudiesen ver. La serie se llama Recuerdos imborrables. Es francamente maravillosa porque fue un recorrido fantástico por muchos lugares que yo desconocía por completo de la bellísima península itálica.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.