lunes, 23 de junio de 2025

Mimetismo

 


Mimetismo

 

Por Alejandra Hernández Figueroa

 

En el reflejo del cristal de la alacena, mi imagen, desdibujada al entrar, se fuga y aspiro el aroma de carpetas de crochet almidonadas con azúcar. Hay tacitas y platos de porcelana. Sonidos de voces casi imperceptibles, coloquios que me transportaron a una época de nostalgia.

Escuché el vals Sobre las olas y se invadió la atmosfera con olor a chocolate, rumor de los abanicos de mano. Me fugué al pasado. No al mío sino al de mi madre y al de mi abuela, que tejían a la luz de lámparas de quinque, o bordaban primorosas estampas.

Cerré la vitrina y desapareció esa ilusión, ese mundo que está encantado en la alacena. A veces me atrevo a medio abrirla y regresa una y otra vez la esencia del pasado. ¿Sera que mi madre allí está? Vivo con esa inquietud.

 


Alejandra Hernández Figueroa estudió en el Colegio Palmore y en Community College. Escribió y publicó los libros Tiempos de viento y humo cuentos, Hojasen poemas e Hilvanando cuentos. Publica habitualmente en revistas jurídicas y literarias.

En la memoria tú

 


En la memoria tú

 

Por Sergio Torres

 

Te recuerdo, pero en la memoria se va diluyendo tu imagen día a día, como tintura que abandona el tejido, como humo que se disipa, como añil que se pierde.

Cada día sale el sol por el mismo lugar, grados menos, grados más, a veces somnoliento y suave, a veces atronador como risa. Me arranca de la cama por el brillo y el calor. Entonces noto el tamaño de tu ausencia y me pregunto ¿cómo es que este abrazo te contenía, tu cuerpo de mariposa y hada, de ilusión y sueño; y ahora incapaz de abarcar, por más que extiendo los brazos y abro el pecho, la enorme delicadeza de tu ausencia?

Cada día, todos los días, mis latidos son una evocación de ti, de tu imagen, tu nombre, las sensaciones que provocaba tu mirada sobre mí, tu abrazo, tu risa.

La memoria se me va a ratos, pero el brillo del sol me recuerda la luz de tu melena, su perfume, la dulzura de tu cuerpo dando alojamiento a mi deleite.

Te recuerdo porque gozo el juego de sentirme cerca, de abrazarte en mi interior, de saber que eras libre y decidiste acogerte en mi seno.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

sábado, 21 de junio de 2025

Otra lección de cocina

 


Otra lección de cocina

 

Por Margarita Aguilar Urbán

 

                                    A Rosario Castellanos

 

 

En el silencio de la cocina

mujer de letras soy

ensoñando poemas,

mientras cumplo

con un trozo de carne

entre las manos,

ese ritual autómata

de separar las hebras

una a una.

 

En su abertura estrecha,

la ventana me entrega

un paisaje velado

por la luz del otoño,

pero yo,

mujer de letras (sí),

puedo bien ensanchar

la visión restringida

haciendo germinar soles internos

como flores que abrieran hacia adentro

ante la parquedad de los sartenes

y este trozo de carne

que deshebran mis dedos.

 

Y ni el taladro artero del vecino

ni el rumor del asfalto

ni el chamaco botando la pelota

en un incierto patio

interrumpen mi trance,

 

solo el tiempo que apremia

para poner la mesa,

el fregadero con ollas apiladas

y un designio de siglos

que en las hebras

me recuerda

a esta mujer que soy

de ajo

y cebolla.

 


Margarita Aguilar Urbán es investigadora de arte, poeta y profesora de literatura. Escribió los poemarios Como estación de tren (1988), Algodón en el corazón (poesía infantil, 2012) y Testudina descubre el horizonte (2021).  Ha sido incluida en los volúmenes Voces de tierra (1994), Campos ignotos (1998) y Taller Literario Pablo Ochoa (2009). Como investigadora, escribe artículos para revistas académicas. Recopiló las memorias del artista tarahumara Erasmo Palma en el libro Donde cantan los pájaros chuyacos (1992, reedición 2015, traducción al rarámuri 2018). Su obra Aurora Reyes. Alma de montaña, editada por el Instituto Chihuahuense de la Cultura, fue considerada el mejor libro del 2011 por el suplemento Día siete de El Universal y por la página de crítica literaria Salón de Letras.

Día del Niño

 


Día del Niño

 

Por Sergio Torres

 

¿Para quién? A mis niños alumnos de preescolar no les importa mucho que yo festeje con ellos. No es mi día, pero no les molesta compartir conmigo sus dulces, su comida, su bebida. Ni en este día ni en otros. Siempre hay quien me regale una uva, una galleta con crema de cacahuate, un trozo de sándwich, un mazapán.

¿A tu viejito amargado y juzgón le molesta que yo quiera subir mi foto de cuando era niño y decir Feliz Día del Niño? ¡Ese es problema tuyo!

Niño, lo que se dice niño, menor de 15 años, dejé de ser hace 37 años. O tengo tres niñeces y media acumuladas.

Joven, es decir, menor de 30 años, dejé de ser hace 22 años. O tengo una juventud y dos tercios de experiencia siendo joven.

Como sea, este es un buen día para regalar dulces, pastel, comida de fiesta a los niños de que uno se haga cargo, los hijos propios o prestados, y al niño interno que siempre nos acompaña, ya sea feliz o herido, hagámosle el día.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

viernes, 20 de junio de 2025

Respetar el proceso

 


Respetar el proceso

 

Por Sergio Torres

 

En la memoria del mundo, el camino es uno y el mismo. En la memoria humana, a cada uno nos toma más de media vida darnos cuenta de la realidad.

La realidad aparente. Donde todo lo que existe es lo que se ve, lo que se percibe.

La realidad interior. El diálogo interno en el que sentimos con emociones y sentimientos, donde la vida y la muerte son definitivas.

La realidad simple. La que habita en el silencio, donde somos perfectos, fuera del bien y el mal, y simplemente habitamos con plenitud está dimensión humana.

Llegar aquí es aprender a escuchar, actuar, expresar, respetar. Respetar el proceso de cada persona con quien interactuamos, con efectividad para cambiar el mundo.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

jueves, 19 de junio de 2025

Candelaria Robles Marrujo, lunes 2 febrero 1948/ miércoles 11 junio 2025

 



Candelaria Robles Marrujo, lunes 2 febrero 1948/ miércoles 11 junio 2025

 

Por Sergio Torres

 

Candelaria nació en un mundo recién salido de la guerra, en un poblado cercano al puerto de Mazatlán: Villa Unión, Sinaloa. Pasó su niñez cerca del río, donde, según pláticas de los mayores, jugaban las hermanas Robles a tirarse a las aguas y salir varios metros río abajo. Entre ellas se apodaban Pimienta negra, Pimienta blanca, Comino; Justina, Cande y Chuyita, respectivamente.

Cuando conocí a Cande, ella era una joven de 25 años y yo un recién nacido. Me recuerdo muy apegado a ella y cuánto me conmovió el día en que se casó y ya no volvió a vivir con nosotros.

En 1978, el 12 de octubre, se inauguró el complejo habitacional en el que pasaría el resto de su vida: Fraccionamiento El Parque, unidad construida para trabajadores al servicio del estado que se pobló casi instantáneamente por maestros y empleados de escuelas primarias y secundarias técnicas. Ese día organizaron una carrera de triciclos para los hijos de los vecinos. Cande me llevó con ella, en mi triciclo Apache rojo de asiento negro, llantas negras con rueda cara blanca y borlas bicolor en los manubrios. El objetivo era cruzar el parque de un lado al otro. Yo entendí lo que me dió la cabeza y le di la vuelta completa. Gané una tortuga de plástico con aros apilables y un abrazo de mi tía.

Cande no tuvo hijos, nosotros fuimos quienes recibieron sus regalos de Navidad, cumpleaños, día del niño. Nos regaló ropa, dulces, comida, juguetes. Nos hizo pasteles o nos tomó de maniquíes para sus diseños de costura.

Todas sus palabras eras precisas y sus ideas claras. No había discusiones con ella ¿para qué? Como ser iluminado, su única tarea era existir para hacernos sentir su amor, su generosidad.

Más cerca del Creador, que sí es parte de sus creencias, el día de hoy se une a los que vuelan vestidos de eternidad: sus padres, Francisco y Antonia; sus hermanos Alfonso, Jesús y María de Jesús; su sobrina Alma Leticia, por decir a los parientes que compartimos, respectivamente mis abuelos, tíos, mamá y hermana.

Gracias, Cande, por tu vida, tu amor, tu generosidad.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Piel de sinfonía

 

Foto Pedro Chacón

Piel de sinfonía

 

Por Alejandra Hernández Figueroa

 

La vida sigue

con su canto ronco

su canción festiva.

 

Canta y nos acecha desnuda

en cada golpe de aire.

 

Sigue caminando, no se detiene

en sombras, ni en cicatrices.

 

En las grutas del placer avanza entre el canto

hacia la aurora.

 

Y la tierra levanta un remolino

al son del viento.

 


Alejandra Hernández Figueroa estudió en el Colegio Palmore y en Community College. Escribió y publicó los libros Tiempos de viento y humo cuentos, Hojasen poemas e Hilvanando cuentos. Publica habitualmente en revistas jurídicas y literarias.