Candelaria Robles Marrujo, lunes 2 febrero 1948/
miércoles 11 junio 2025
Por Sergio
Torres
Candelaria nació en un mundo recién salido de
la guerra, en un poblado cercano al puerto de Mazatlán: Villa Unión, Sinaloa. Pasó
su niñez cerca del río, donde, según pláticas de los mayores, jugaban las
hermanas Robles a tirarse a las aguas y salir varios metros río abajo. Entre
ellas se apodaban Pimienta negra, Pimienta blanca, Comino; Justina, Cande y
Chuyita, respectivamente.
Cuando conocí a Cande, ella era una joven de
25 años y yo un recién nacido. Me recuerdo muy apegado a ella y cuánto me
conmovió el día en que se casó y ya no volvió a vivir con nosotros.
En 1978, el 12 de octubre, se inauguró el
complejo habitacional en el que pasaría el resto de su vida: Fraccionamiento El
Parque, unidad construida para trabajadores al servicio del estado que se pobló
casi instantáneamente por maestros y empleados de escuelas primarias y
secundarias técnicas. Ese día organizaron una carrera de triciclos para los
hijos de los vecinos. Cande me llevó con ella, en mi triciclo Apache rojo de
asiento negro, llantas negras con rueda cara blanca y borlas bicolor en los
manubrios. El objetivo era cruzar el parque de un lado al otro. Yo entendí lo
que me dió la cabeza y le di la vuelta completa. Gané una tortuga de plástico
con aros apilables y un abrazo de mi tía.
Cande no tuvo hijos, nosotros fuimos quienes
recibieron sus regalos de Navidad, cumpleaños, día del niño. Nos regaló ropa,
dulces, comida, juguetes. Nos hizo pasteles o nos tomó de maniquíes para sus
diseños de costura.
Todas sus palabras eras precisas y sus ideas
claras. No había discusiones con ella ¿para qué? Como ser iluminado, su única
tarea era existir para hacernos sentir su amor, su generosidad.
Más cerca del Creador, que sí es parte de sus
creencias, el día de hoy se une a los que vuelan vestidos de eternidad: sus
padres, Francisco y Antonia; sus hermanos Alfonso, Jesús y María de Jesús; su
sobrina Alma Leticia, por decir a los parientes que compartimos,
respectivamente mis abuelos, tíos, mamá y hermana.
Gracias, Cande, por tu vida, tu amor, tu
generosidad.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia,
dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.