Arte
pictórico en Chihuahua
Por José
Pedro Gaytán
La
exposición 300 años de arte en Chihuahua
nació con la idea de incorporarnos a una fecha tan significativa como fue la
fundación de esta ciudad en 1709.
Clara
Bargellini, especialista en arte virreinal en el norte de México, ha afirmado
en varias ocasiones que hubo mucha riqueza en estas tierras –derivada de las
minas– y abundantes muestras del arte de ese tiempo. Solamente que hoy, al
buscarlas, no las hallamos por ninguna parte. O las tienen muy escondidas, o
solamente existen en los museos, o en algunas iglesias.
Fuera del
ámbito religioso, me gustaría admirar los retratos, por ejemplo, de los ricos
mineros que votaron en favor de la fundación de la ciudad en estos llanos
cercanos al Río Chuvíscar. No había artistas radicados en esas tierras
semibárbaras. Cuando se requería una pintura al óleo para alguna iglesia, se
recurría a la capital de la Nueva España.
Lo mismo
pasaba con los retablos de madera estofada. A lomo de bestia eran trasportadas
estas piezas por el camino de la plata hasta el lejano Chihuahua o Santa Fe.
En 1783 se
creó la Academia de Bellas Artes y fueron egresando verdaderos maestros del
pincel. La academia vivió la crisis que trajeron las diferentes rebeliones
armadas del siglo XIX, pero siempre hubo manera de salir adelante. Por 1850 San
Carlos era una academia muy reconocida. Sus alumnos ganaban fama, pero ¿había
entre ellos alguno nacido en Chihuahua? No, claro que no.
Hasta más
tarde, sabemos que don José Murillo estuvo en San Carlos a finales del siglo
XIX y que se incorporó a ofrecer sus conocimientos a nuestro Instituto
Científico y Literario.
Ya en pleno
siglo XX seguíamos casi igual. Cuando se requería –allá cada que la gloria se
abría– un trabajo de calidad para algún templo, se recurría a creadores de
fuera de Chihuahua.
Así llegó un
día de 1910 el italiano Ettore Serbaroli Biordani a pintar los murales del
Templo de la Quinta Carolina. También por 1914-16 llegó el joven Ignacio Asúnsolo.
Se instaló en la que fuera residencia de don Luis Terrazas (Aldama y Ocampo) y
realizó ahí varias obras escultóricas y un retrato al óleo de la esposa del
general Francisco Murguía.
La
revolución amainó y con la tranquilidad del país nació una nueva manera de ver las
cosas. El arte también cambió. Nació el muralismo en 1921, cuando Diego Rivera
pintó –recién llegado de la estancia europea– La creación, en la
Escuela Nacional Preparatoria. Junto a Rivera estaban José Clemente Orozco y
José David Alfaro Siqueiros: se convirtieron en la trilogía de muralistas más
destacados. Este último afirmaba haber nacido en Santa Rosalía de Camargo en
1896.
El muralismo
llegó a Chihuahua por 1937 cuando Leandro Carreón, originario de Cuencamé,
Durango, pintó el desarrollo histórico de México en el Instituto Científico y
Literario –hoy Rectoría de la U.A.Ch. Otros pintores de mediados del siglo XX
en Chihuahua fueron Guillermo Carrasco, José Hugo Escobar y Cristina Romero.
Precisamente
Escobar y Aarón Piña Mora (que había llegado del estado de Hidalgo) fundaron la
primera Escuela de Artes en Chihuahua, por 1946. Luego reforzó este intento el
joven Alberto Carlos, que regresaba de San Carlos, donde despertó muy buenos
comentarios y obtuvo medallas por su desempeño académico.
Fue entonces
cuando prácticamente nace la pintura formal de la ciudad de Chihuahua.
Uno de los
alumnos más destacados de ese intento educativo fue Adolfo Quinteros, quien
siempre reconoció en Alberto Carlos al maestro que lo orientó para llegar a
conquistar la ciudad de México con sus grabados. Al inicio de los años
cincuentas, Luis Y. Aragón emprendió el viaje para estudiar en La Esmeralda. Benjamín
Domínguez hizo lo mismo una década después, para estudiar en San Carlos.
En 1959
Aarón Piña Mora inició la que será su mejor obra: los murales de Palacio de
Gobierno. En esta misma época llegan a Chihuahua jóvenes talentosos como
Eugenio Flores Reyes y Águeda Lozano, para tomar clases en Bellas Artes. Esta
última emigró a Monterey, después a México, para finalmente instalarse en
Paris, donde hasta hoy radica.
El hoy
famoso escultor Sebastián intentó tomar clases en el Instituto de Bellas Artes
de la Universidad Autónoma de Chihuahua por 1963, solo que por falta de
recursos no duró muchos días y regresó a Camargo. Al año siguiente se marchó al
Distrito Federal, donde logró la fama universal.
¿Qué pasaba
en torno a la pintura, escultura y el grabado que se realizaba en Chihuahua?
Sin duda fue el Instituto de Bellas Artes de la UACH la columna vertebral en
estas actividades. Fue allí donde Alberto Carlos se ganó el respeto de ser uno
de sus maestros y creadores más talentosos. Fue ahí también donde la maestra
Judith Ángeles Bermúdez bregó por muchos años en la tarea de difundir el gusto
por la escultura. Lo mismo hizo Carlos Ruiz en la difusión del grabado.
A principios
de los años ochentas aparece en las exposiciones Fermín Gutiérrez. El
arquitecto de profesión también se acercó por un corto tiempo al Ibart. Después
tomó camino y viajó por varios países. Regresó y se instaló en Chihuahua como
un pintor que ofrecía muchas
posibilidades expresivas, un tanto libre de las academias. Pronto ganó fama y
después se encaminó por la escultura.
Por otro
lado, el pintor José Lucero viajó por Japón Nueva York y California, regresó a
pintar su obra propia y preparó decenas de estudiantes.
El maestro
Eugenio Flores Reyes también regresó a Chihuahua y aun sigue fuerte en la
creación de su obra.
Todos estos artistas
sin duda son aprovechados por las nuevas generaciones. En 1995 se creó el
Centro de Arte Contemporáneo, que cerró sus puertas el año 2000.
Afortunadamente es la base de otro gran
proyecto la Casa Redonda Museo Chihuahuense de Arte Contemporáneo.
Los jóvenes
ahora pueden admirar exposiciones de gran calidad. También la Quinta Gameros y
Casa Chihuahua se esmeran en mejorar el material que exhiben. Al día de hoy son
varios los pintores y escultores que trabajan con muy buenos resultados.
No podríamos
dejar de mencionar a Rocío Sáenz, quien liderea a las nuevas generaciones.
Otros creadores destacados: Arturo Hinojos, Adán Sáenz e Isaac Yapor. Afortunadamente
no son los únicos casos.
Por todo
esto podemos afirmar que los cimientos del arte actual en Chihuahua se
colocaron –no en 1709– sino por 1950. De entonces a la fecha datan los casos
más importantes del arte realizados en nuestra ciudad.
Octubre 2009
José Pedro
Gaytán nació en Camargo el 19 de marzo de 1954, estudió letras españolas en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua y cursos
de museografía, cine mexicano e historia del arte. Publicó ensayos y relatos en
las revistas Metamorfosis y Azar; en los suplementos literarios Cosecha, Tragaluz y Aura. Es autor
del libro Tres artistas camarguenses.
Tiene inéditos dos libros: uno de cuentos y un extenso ensayo tutulado Chihuahua en seis escritores mexicanos:
Heriberto Frías, Nellie Campobello, Rafael F. Muñoz, Carlos Montemayor, Víctor
Hugo Rascón Banda y Jesús Gardea. Fue director de Casa Redonda Museo de Arte
Contemporáneo.
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