domingo, 1 de diciembre de 2019

José Pedro Gaytán. Arte pictórico en Chihuahua

Arte pictórico en Chihuahua

Por José Pedro Gaytán

La exposición 300 años de arte en Chihuahua nació con la idea de incorporarnos a una fecha tan significativa como fue la fundación de esta ciudad en 1709.
Clara Bargellini, especialista en arte virreinal en el norte de México, ha afirmado en varias ocasiones que hubo mucha riqueza en estas tierras –derivada de las minas– y abundantes muestras del arte de ese tiempo. Solamente que hoy, al buscarlas, no las hallamos por ninguna parte. O las tienen muy escondidas, o solamente existen en los museos, o en algunas iglesias.
Fuera del ámbito religioso, me gustaría admirar los retratos, por ejemplo, de los ricos mineros que votaron en favor de la fundación de la ciudad en estos llanos cercanos al Río Chuvíscar. No había artistas radicados en esas tierras semibárbaras. Cuando se requería una pintura al óleo para alguna iglesia, se recurría a la capital de la Nueva España.
Lo mismo pasaba con los retablos de madera estofada. A lomo de bestia eran trasportadas estas piezas por el camino de la plata hasta el lejano Chihuahua o Santa Fe.
En 1783 se creó la Academia de Bellas Artes y fueron egresando verdaderos maestros del pincel. La academia vivió la crisis que trajeron las diferentes rebeliones armadas del siglo XIX, pero siempre hubo manera de salir adelante. Por 1850 San Carlos era una academia muy reconocida. Sus alumnos ganaban fama, pero ¿había entre ellos alguno nacido en Chihuahua? No, claro que no.
Hasta más tarde, sabemos que don José Murillo estuvo en San Carlos a finales del siglo XIX y que se incorporó a ofrecer sus conocimientos a nuestro Instituto Científico y Literario.
Ya en pleno siglo XX seguíamos casi igual. Cuando se requería –allá cada que la gloria se abría– un trabajo de calidad para algún templo, se recurría a creadores de fuera de Chihuahua.
Así llegó un día de 1910 el italiano Ettore Serbaroli Biordani a pintar los murales del Templo de la Quinta Carolina. También por 1914-16 llegó el joven Ignacio Asúnsolo. Se instaló en la que fuera residencia de don Luis Terrazas (Aldama y Ocampo) y realizó ahí varias obras escultóricas y un retrato al óleo de la esposa del general Francisco Murguía.
La revolución amainó y con la tranquilidad del país nació una nueva manera de ver las cosas. El arte también cambió. Nació el muralismo en 1921, cuando Diego Rivera pintó –recién llegado de la estancia europea– La creación, en la Escuela Nacional Preparatoria. Junto a Rivera estaban José Clemente Orozco y José David Alfaro Siqueiros: se convirtieron en la trilogía de muralistas más destacados. Este último afirmaba haber nacido en Santa Rosalía de Camargo en 1896.
El muralismo llegó a Chihuahua por 1937 cuando Leandro Carreón, originario de Cuencamé, Durango, pintó el desarrollo histórico de México en el Instituto Científico y Literario –hoy Rectoría de la U.A.Ch. Otros pintores de mediados del siglo XX en Chihuahua fueron Guillermo Carrasco, José Hugo Escobar y Cristina Romero.
Precisamente Escobar y Aarón Piña Mora (que había llegado del estado de Hidalgo) fundaron la primera Escuela de Artes en Chihuahua, por 1946. Luego reforzó este intento el joven Alberto Carlos, que regresaba de San Carlos, donde despertó muy buenos comentarios y obtuvo medallas por su desempeño académico.
Fue entonces cuando prácticamente nace la pintura formal de la ciudad de Chihuahua.
Uno de los alumnos más destacados de ese intento educativo fue Adolfo Quinteros, quien siempre reconoció en Alberto Carlos al maestro que lo orientó para llegar a conquistar la ciudad de México con sus grabados. Al inicio de los años cincuentas, Luis Y. Aragón emprendió el viaje para estudiar en La Esmeralda. Benjamín Domínguez hizo lo mismo una década después, para estudiar en San Carlos.
En 1959 Aarón Piña Mora inició la que será su mejor obra: los murales de Palacio de Gobierno. En esta misma época llegan a Chihuahua jóvenes talentosos como Eugenio Flores Reyes y Águeda Lozano, para tomar clases en Bellas Artes. Esta última emigró a Monterey, después a México, para finalmente instalarse en Paris, donde hasta hoy radica.
El hoy famoso escultor Sebastián intentó tomar clases en el Instituto de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua por 1963, solo que por falta de recursos no duró muchos días y regresó a Camargo. Al año siguiente se marchó al Distrito Federal, donde logró la fama universal.
¿Qué pasaba en torno a la pintura, escultura y el grabado que se realizaba en Chihuahua? Sin duda fue el Instituto de Bellas Artes de la UACH la columna vertebral en estas actividades. Fue allí donde Alberto Carlos se ganó el respeto de ser uno de sus maestros y creadores más talentosos. Fue ahí también donde la maestra Judith Ángeles Bermúdez bregó por muchos años en la tarea de difundir el gusto por la escultura. Lo mismo hizo Carlos Ruiz en la difusión del grabado.
A principios de los años ochentas aparece en las exposiciones Fermín Gutiérrez. El arquitecto de profesión también se acercó por un corto tiempo al Ibart. Después tomó camino y viajó por varios países. Regresó y se instaló en Chihuahua como un  pintor que ofrecía muchas posibilidades expresivas, un tanto libre de las academias. Pronto ganó fama y después se encaminó por la escultura.
Por otro lado, el pintor José Lucero viajó por Japón Nueva York y California, regresó a pintar su obra propia y preparó decenas de estudiantes.
El maestro Eugenio Flores Reyes también regresó a Chihuahua y aun sigue fuerte en la creación de su obra.
Todos estos artistas sin duda son aprovechados por las nuevas generaciones. En 1995 se creó el Centro de Arte Contemporáneo, que cerró sus puertas el año 2000. Afortunadamente es la base  de otro gran proyecto la Casa Redonda Museo Chihuahuense de Arte Contemporáneo.
Los jóvenes ahora pueden admirar exposiciones de gran calidad. También la Quinta Gameros y Casa Chihuahua se esmeran en mejorar el material que exhiben. Al día de hoy son varios los pintores y escultores que trabajan con muy buenos resultados.
No podríamos dejar de mencionar a Rocío Sáenz, quien liderea a las nuevas generaciones. Otros creadores destacados: Arturo Hinojos, Adán Sáenz e Isaac Yapor. Afortunadamente no son los únicos casos.
Por todo esto podemos afirmar que los cimientos del arte actual en Chihuahua se colocaron –no en 1709– sino por 1950. De entonces a la fecha datan los casos más importantes del arte realizados en nuestra ciudad.

Octubre 2009







José Pedro Gaytán nació en Camargo el 19 de marzo de 1954, estudió letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua y cursos de museografía, cine mexicano e historia del arte. Publicó ensayos y relatos en las revistas Metamorfosis y Azar; en los suplementos literarios Cosecha, Tragaluz y Aura. Es autor del libro Tres artistas camarguenses. Tiene inéditos dos libros: uno de cuentos y un extenso ensayo tutulado Chihuahua en seis escritores mexicanos: Heriberto Frías, Nellie Campobello, Rafael F. Muñoz, Carlos Montemayor, Víctor Hugo Rascón Banda y Jesús Gardea. Fue director de Casa Redonda Museo de Arte Contemporáneo.


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