miércoles, 11 de diciembre de 2019

Dolores Gómez Antillón. Lluvia de estrellas

Foto Dolores Gómez Antillón


Lluvia de estrellas

Por Dolores Gómez Antillón
                  
La puesta  del sol, aquella tarde de junio, se dibujó en mi cuerpo. Ambos nos sentíamos deseosos, el imán de nuestros polos cobraba temperatura con inmensa energía. Nos besamos las manos, nos besamos el alma.
Habíamos acordado irnos lejos, evitar el contacto con la gente, romper la monotonía. Sentirnos libres. Reinventarnos.
Rentamos una cabaña en medio de la nada, en un lugar perdido  en la sierra. En el confín del mundo. A la orilla del río, cobijados por la sombra de un moro centenario, de follaje intenso. Acomodamos las cosas dentro de la casa, dos cobertores blancos donde nos acostamos a disfrutar del ambiente natural.
Nuestros cuerpos abrazados. Contemplábamos la despedida del sol con devoción. Luego la platina salida aparición de la luna, dibujada en la bóveda oscura. Una cascada de florecitas blancas, titilantes, nos bendecían.
Una estrella fugaz prendió la pasión, acelerando el ritmo de nuestros corazones juntos. Acaricié tu cara. Besé tus ojos claros. Me respondiste con un beso delirante: iniciamos nuestro ritual de amor.
Te abracé con el alma. Llenaste mi cuerpo de caricias, como siempre lo haces. Te tatuaste en mi pecho. Nos bebimos las ansias. Me comí tus deseos. Me llevaste a volar por un cielo infinito, hicimos mil piruetas para entregarnos todo bajo un cielo  estrellado. Una luna de plata.
Nos  quedamos unidos. Una luz de hielo esculpió nuestros  cuerpos. Avivó los deseos. Me llevaste en tus brazos, otra vez me llenaste de besos, envolviste mi alma entre tus manos que perfilan mi cuerpo cada vez que me tocas.
 Con alas abiertas emprendimos el vuelo hacia el cielo profundo de senderos y cauces, se mezclaron los ríos, inventamos veredas en aquel   torbellino de pasión, de tormenta impetuosa que nos llevó a  la gloria. Viajamos por espacios secretos, de divinos misterios. Caímos en un  prado  donde esperaba el corcel blanco de nuestras aventuras, nos llevó  a  rincones hermosos, más allá del cielo, más allá del mundo. Nos bajó en  un lucero, plenos de fantasía. Una lluvia de estrellas envolvió nuestros placeres, te besé con locura, tatuaste mi alma de indelebles caricias, me fundiste contigo. Mis pupilas brillantes retrataron tus ojos, te quedaste en mi alma. Ya no puedo olvidarte.
9 noviembre 2019




Dolores Gómez Antillón es licenciada en letras españolas con maestría en educación por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, de la que después llegó a ser directora. Ha publicado los libros Rocío de historias cuentistas de Filosofía y Letras, Apuntes para la Historia del Hospital Central Universitario y Voces de viajeros.

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