Derrota
Por Martha Estela Torres Torres
El viento empuja la puerta.
Su figura se distingue
balanceándose en la oscuridad.
Oscila suavemente
a contraluz del abismo.
La soga alrededor del cuello,
colgando la faz de su historia.
El silencio congela
flota por horas
al vaivén del tiempo.
Nadie vibra ni enciende la luna.
Nadie parpadea la noche
ni la perturba.
Se resquebraja la alianza con la vida,
y la terquedad, instinto de sobrevivencia
bajo la certeza del abandono.
La soledad crepita en llamas.
Ni rumor ni respiro
emite el cuerpo impávido.
Aterido por la inutilidad
de la muerte.
Perdura estática la fresca escenografía
apocalíptica y roedora.
La tailandesa hurta joyas y contraseñas,
soslayando la desesperación del amado
quien no asimiló el rechazo,
ni soporto estilete del engaño.
Perturbada huye
baja la pendiente del destino
para huir de la verdad,
y evadir la culpa.
El cable, la noche, la oscuridad,
elementos que encubren.
¿Quién descubrirá?
¿Quién dará sepultura
al exiliado del paraíso?
¿Cuántos padecerán
el desconcierto de la muerte?
Ella,
¿cuándo saldará mentiras, agravios
que traspasan el corazón?
Él
sentenciado por la luna mortecina.
Ella
Esperando bajo la turbia luz del farol.
Ambula el mal.
Horda salvaje de eufóricos
violentan, arrebatan
la piel del delito.
La neblina se torna negra.
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