Con olor a alfalfa
Por Carlos Gallegos
Allá en el oriente profundo de Delicias, en los lindes de lo urbano y lo rural, está una escuela primaria de nombre singular: Escritores Chihuahuenses.
No sé en qué escritores estarían pensando los profesores, los alumnos, los padres de familia y los empleados administrativos cuando decidieron bautizar su escuela con tal nombradía.
¿Acaso evocaron a Fernando Jordán? cachanilla de nacimiento, de corazón chihuahuense, autor de la obra mayúscula Crónica de un país bárbaro, nuestra lectura de cabecera.
A lo mejor, a Martín Luis Guzmán y su prosa bruja, de la que hace gala en La sombra del caudillo y otras delicias de la creatividad universal.
Quizá, al gran José Fuentes Mares, autor entre tantos referentes literarios, de México que se refugió en el desierto.
O tal vez, pensaron en el maestro José Muñoz Cota, que le escribió al desierto y a la llanura, al acantilado y al huizache en Se llevaron el cañón para Bachimba.
O en Jesús Gardea Rocha, el escritor del desierto, el Juan Rulfo del norte, el prosista non de Soñar la guerra o La canción de las mulas muertas.
Puede ser que en la letra y la magia de Alfredo Espinosa les ha de haber inspirado al leer su prosa y su poesía caliente y lúdica.
En tantos y tantas han de haber pensado; en Carlos Montemayor y Las armas del alba; Ignacio Solares; Filiberto Terrazas y su Viento de octubre, La mujer que cayó del del cielo; en la deliciense Gisel Rodríguez Villalobos, del barrio del Fonapho, autora de Alcohol y fortuna, esa joya de la literatura local.
Nombres les han de haber sobrado de la rica veta de creativos chihuahuenses. Más faltaba algo en ese gran día de su gran iniciativa. Faltaba la cereza del pastel, la intervención, la brocha y el genio del pincel del alumnado, que, con la dirección precisa de Alberto Palacios, plasmaron el mural que está usted viendo: ¡Pedazo de mural!, acertijo de símbolos desprendidos de los libros, de la fértil mente de la juventud creadora.
Ese feliz día cuántas cosas cambiaron en la colonia Tecnológico. Donde está la escuela, una pared cualquiera cobró vida iluminando la vida del plantel, del sector, del Delicias de la orilla, que convive y vive aspirando la vida viva de la naturaleza; viviendo plena la sabia del campo con olor a alfalfa y maíz, con olor a tierra y sol, los fundamentos de Delicias.
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