Tsunami
Por Margarita Aguilar Urbán
Para Licha
Flores blancas,
ramos de flores blancas,
todos iban llegando
con ramos de flores blancas.
La madre permanecía sentada
en el sillón de tapiz oscuro.
Rosas, crisantemos, margaritas,
jazmines de marcado aroma dulce,
blancura como niebla en la sala,
las mesas, los rincones.
La mujer inmóvil,
planta enraizada en el sofá.
Nubes, gardenias,
alcatraces como cirios en las esquinas,
alfombras de un albo hiriente
inundando cada resquicio.
Ella quiso agradecer las flores,
prenderlas en un hilo de su corazón.
evitar que crecieran,
muros de espuma inquietante.
Extendió los brazos
en un último gesto de celo maternal,
pero la ola,
blanco cíclope furioso,
arrastró, sin piedad,
el féretro de su hija
y a ella la arrancó de su asiento
dejándola, para siempre, a la deriva.
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