miércoles, 30 de julio de 2025

Dos espejos


 

Dos espejos

 

Por Sergio Torres

 

El hombre del piano tocan en bares música que nadie escucha, pero que forma parte del ruido de fondo. Algún osado, nunca faltan los imprudentes, le pide que le acompañe tal o cual canción. El hombre del piano accede y el lugar se transforma. Ya no es un oscuro bar, es un piano karaoke bar, los asistentes se convierten en astros luminosos de la noche por los minutos que dure la canción y se transforman en la razón del silencio y el brindis, el comentario y las risas.

En una de esas noches, de las en que el hombre piano no estaba tan de buenas, en una mesa había un grupo del que destacaba una mujer. Blanca, gafas grandes, cabello castaño, cincuentona, nada peculiar, excepto, porque el volumen de su plática molestaba a los divos momentáneos. Y al hombre del piano.

Al final de la noche, mientras el hombre del piano recogía su equipo para volver a casa, fue inevitable escucharla decir: Yo soy muy accesible. No soy exigente. No me pongo los moños. Acepto a quien se anime a andar conmigo. Solo tiene que ser más alto que yo. De 1.80 en adelante. Que todavía tenga cabello, y, muy importante, que no se llame Iván. En la mesa se escucharon risas., en el interior de la mente del hombre del piano también, una llovizna atronadora de risas interminables. ¿Esta mujer no tiene espejo?

Cuando uno sueña, sueña en grande, claro. El hombre del piano soñaba con Mónica Bellucci en su adolescencia y juventud. Ahora, en su madurez, entiende el gusto de sus tíos, abuelo y padre por Marta Roth, Rosita Arenas o Sofía Loren.

Entiendo las aspiraciones de la dama en cuestión. Todos queremos más belleza en nuestra vida, pero me dio dolor de cabeza solo de imaginar a este hombre no llamado Iván, con sus 1.80 metros de estatura, su cabello fuerte, grueso, brillante y natural, su barba espesa y bien cuidada, suspirando por la mujer de su vida: exactamente 1.65, menopáusica, con presbicia y, muy importante: que no se llame Abril.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

martes, 29 de julio de 2025

Vidrios de colores


Vidrios de colores

 

Por Sergio Torres

 

Mi vida es una colección de historias, relatos, cuentos, leyendas. Tengo las manos vacías para poder tomar papel y pluma, buscar un lugar a la sombra, iluminado, y sentarme con la prisa que siempre me inunda, para escribir recuerdos de ayeres o instantes de hoy. Escribo en el presente pero todo ha sucedido aunque sea un minuto antes. Antes de este momento, la vida fue, todo lo que queda es apenas un resplandor instalado en la memoria, que atesora ese chispazo entre otros, que lo asimila, lo mezcla con otros y lo funde con la imaginación, de tal manera que mis recuerdos, a la hora de rescatarlos, tienen ligeras o enormes diferencias con los hechos que ocurrieron en otros puntos del universo.

Mi vida, es una colección de historias, unas vividas en carne propia; otras a través de otros cuerpos, pero de la misma humanidad.

En esta colección hay fragmentos de vida, vidrios de colores, de formas irregulares, únicas, a las que uno, ordenador del caos, le da sentido y crea un mosaico único. Soy: El que escribe.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

lunes, 28 de julio de 2025

31 de julio

 


31 de julio

 

Por Sergio Torres

 

Nací el último día del séptimo mes, julio 31, día de San Ignacio de Loyola, aniversario 36 de mi santo padre, Nacho Torres, a quien originalmente se le había ocurrido nombrarme Sergio Ignacio, puesto que era el santo del día. Para contrariedad suya, Chuyita, mi santa madre, ya había decidido que yo sería Sergio Arturo y ansina me llamo, aunque hay muy pocas personas que me llaman Arturo o 2D, como John y Veronica y los Silva, Raul y Esperanza, Raúl Sánchez Trillo y Raúl Balderrama, y algún otro.

Al final, uno no es el nombre sino lo que mueve el alma detrás del nombre.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

domingo, 27 de julio de 2025

Cena especial

 


Cena especial

 

Por Sergio Torres

 

Marzo 23, un día que podía haber sido como cualquier otro día, pero no. Ese día su esposo le confesó lo que ella venía sospechando hace meses: estaba teniendo una aventura amorosa con una compañera del trabajo. Ese día ella le había preparado una cena especial, le anunciaría que estaba embarazada. Él reaccionó con enojo: "Quién sabe de quién es esa criatura, si tú y yo casi nunca..."

Ella decidió dejarlo ir. También eligió sentirse abandonada. Cada vez que alguien se enredaba en su mirada, ella lo acogía por un día o dos, luego lo sepultaba en el frío del silencio por meses, años, cual si no pasara nada.

No podía amar porque había sido abandonada. ¿Cuándo, cómo, por quién? Era su reto actuar al respecto. El reto de sus amantes, porque si había quien le amara, tendría que ser paciente hasta el límite de la santidad.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

sábado, 26 de julio de 2025

Sombra que germina


 

Sombra que germina

 

Por Sergio Torres

 

Se puede ir por el mundo con el corazón roto. De ahí salen canciones, poemas, dibujos. De ahí sale el coraje para actuar en los demás terrenos, el profesional, el personal, el amoroso. Puedes ir por el mundo derramando un amor de pareja no correspondido, sublimarlo en actos. Puedes comprar el super para alguna familia sin recursos. Puedes atarle la cinta de los zapatos a tu hijo pequeño. Llevar a tu amigo a que le quiten los puntos de una cirugía reciente. Llamarle por teléfono a quien tenías en la memoria pero no en las acciones. Claro que puedes ir con el corazón roto y cantar canciones de amor y cantarle tu amor a la "ingrata, la que no me supo amar..." Porque estamos en el mundo de las posibilidades, aquí, mientras vivas todo es posible. El milagro de la vida, milagro del amor, milagro renovable. No permites que el miedo te venza, ni la flojera, ni la desidia. Amor que duela aunque no lastime, que ilumina y da calor. Así como la flor germina, el árbol crece, se extiende hacia la sombra y hacia la luz.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

El paisaje interior

 


El paisaje interior

 

Por Águeda Caballero

 

Los viajes son visiones al mundo, al paisaje. Detalles que estremecen nuestro interior. Ese pálpito puede sugerir, preocupar, ocupar, pero siempre conmueve. Crucé de nuevo al otro lado del mar y más allá. Hoy ando de vuelta con la serenidad y el sabor de que la distancia es relativa. Me separan millas y agua, nada más. Allá encontré a mi gente, sin necesidad de dar explicaciones, que me agotan dar. Volví por esas mismas aguas, volando, para seguir la ruta mis pensamientos por estos lares.

 


Águeda Caballero Almécija, Barcelona 1980. Escuela de Artes y Oficios de la Llotja en Barcelona. Escuela de artes y oficios en Murcia. Licenciatura y maestría en la Universidad Politécnica de Valencia. Actualmente profesora en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Pintora, orfebre y pensadora.

viernes, 25 de julio de 2025

Leo


 

Leo

 

Por Karly S. Aguirre


A Gabriela Servín Herrera


Leo
Fechas: 23 de julio - 22 de agosto
Elemento: Fuego
Planeta regente: El Sol
Piedra: Ojo de tigre
Día: Domingo

Etapa: La infancia tardía (de los 9 a los 12 años), cuando surge el yo consciente, el deseo de destacar y el impulso de crear.
Arcano: El Sol

Leo es el quinto signo del zodiaco y el segundo del elemento Fuego, pero el único regido por el Sol, centro de nuestro sistema y símbolo de identidad, voluntad y vitalidad. Si Aries enciende la chispa, Leo la convierte en llama danzante, brillante, orgullosa. Es el corazón del zodiaco, el pulso que late con fuerza para recordarnos quiénes somos y qué vinimos a expresar.

Su temporada es en pleno verano, cuando el sol brilla más alto en el cielo y refleja su esencia: luz, calidez, presencia. Leo es el soberano del fuego interior, el que no solo se atreve a brillar, sino que también inspira a otros a hacerlo. Su energía es magnética, generosa, apasionada. Tiene la capacidad de llenar una habitación con solo entrar, no porque lo busque, sino porque lo irradia.

Como signo fijo de Fuego, Leo encarna la perseverancia del deseo, la fidelidad del corazón, la necesidad de dejar huella. Le importa el reconocimiento, pero no por vanidad hueca, sino porque a través de ese espejo valida su entrega. Su orgullo no es arrogancia: es amor propio. Su dramatismo no es superficial: es intensidad vital. Leo vive desde el pecho, desde la emoción ardiente de sentirse vivo y hacer sentir a los demás.

Regido por el Sol, Leo posee un núcleo de oro: su identidad es fuente de energía, claridad, autenticidad. Tiene una confianza que nace del autoconocimiento y un impulso creativo que no puede contenerse. No hay nada más peligroso en un Leo que pasar desapercibido, ni nada más noble que cuando aprende a usar su brillo para iluminar a los otros.

Leo representa la etapa de la infancia en que el yo emerge con fuerza: los juegos teatrales, la necesidad de ser visto, admirado, aplaudido. Es la edad en la que aprendemos a crear desde la imaginación, a liderar juegos.

Aunque a veces se le acuse de egocéntrico, Leo tiene un corazón leal y noble. Cuando ama, lo hace con todo su ser: sin cálculos, sin filtros. Es quien te defiende con fiereza, quien celebra tus triunfos como propios, quien te recuerda lo valioso que eres cuando tú lo olvidas. Su amor puede ser exigente, pero también protector, alegre y desbordante.

Leo nos recuerda que la vida está hecha para ser celebrada, que la autenticidad es un acto de amor y que el brillo propio no apaga a los demás, sino que enciende.

 


Karla Ivonne Sánchez Aguirre estudió en el bachillerato de artes y humanidades Cedart David Alfaro Siqueiros, donde estuvo en el especifico de literatura. Actualmente estudia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH. Escribe relatos y crónicas en redes sociales.

Banana Split

 



Banana Split

 

Por Sergio Torres

 

Ojalá pudiera invitarte a estar conmigo, caminar por el centro y tomar un café, una cerveza. Comer una banana Split.

Saber que tienes música que te alegra, te inspira, te cambia el ritmo del corazón.

Me gustaría tomarte de la mano, abrazar tu cintura y bailar con la música que suena en los bares del centro, pasar de Jenny Rivera a Julión Álvarez o Alejandro Fernández o quién sea el que canta la canción de moda.

Caminar contigo mientras miramos las artesanías rarámuris o entramos al museo o vemos el atardecer desde el mirador del cerro Coronel.

Sentarnos en una banca del centro a ver las familias pasar, los enamorados, el sol detrás de unas nubes que amenazan lluvia.

Sería lindo, Claudia, sentir el aire de forma natural porque caminamos juntos.

Es el último domingo de junio. Sueño despierto con tus ojos y con tu sonrisa. Amo estar vivo. Solo que me gustaría que la soledad de mi alma no me consumiera tan rápido.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

jueves, 24 de julio de 2025

Aún recuerdo tu mirada en la desolación de esas horas

 


Aún recuerdo tu mirada en la desolación de esas horas

 

Por Raúl Romero

 

Aún recuerdo tu mirada

en la desolación de esas horas

aturdidas en las sombras que llegaban.

 

Desde el derruido paisaje

a lo lejos, un ave de carroña 

se confunde en los matices del polvo.

 

Un árbol se arrodilla 

preso de esa sed donde los cuerpos

se quiebran para siempre.

 

Aún recuerdo tu mano

acariciando de tu rostro

esas lágrimas en pena.

 

Al otro lado

mi lente de poeta

y ese instante en la tinta.

 

Nada fue igual desde entonces

solo mi fantasma lo sabe

y ese perfume tan nuestro donde

aún te llevo.

 

Raúl Romero

Julio 23 de 2020

Buenos Aires Argentina

 

 

Raúl Romero, poeta argentino. Estudió en M.M. de Guemes. Se graduó en 1984. Trabajó como Management en Hospital Borda.

El instante por el que vivo

 


El instante por el que vivo

 

Por Sergio Torres

 

No quiero

rogar tu amor

tu presencia

tu cariño.

 

No quiero

tolerar tu mal genio

tu egoísmo tan tuyo,

de ser solamente tú,

sin preocupación ulterior.

 

No quiero

perseguirte en sueños,

y en la realidad

no alcanzarte nunca.

 

Pero vivo para encontrarte

a través de los días

en medio del monstruo,

la bestia, la belleza,

la apariencia.

 

Encontrarte

en medio de cada locura tuya

que hago mía

provocación para mi alma

que es un instante feliz.

Ese instante por el que vivo

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

miércoles, 23 de julio de 2025

Árbol

 


Árbol

 

Por Sergio Torres

 

Un árbol se enraiza, conforme va creciendo se ancla más profundo, más a lo ancho; crece en todas direcciones. Toma aire, agua, luz y los transforma en sí mismo. Es su naturaleza crecer, expandirse, fructificar. Regala frescura, belleza, sombra. Es todo expresión de vida.

A mí me tocó ser hombre en esta encarnación. Hombre en un mundo de hombres. De niño me tocó ser regañado por llorar, que la abuela me dijera que no fuera tameme, que cogiera valor y asumiera mi hombría. Me tocó correr de otros hombres que les decían de cosas a mis hermanas mayores, mientras pasábamos a su lado. Sigo sin entender cómo decir obscenidades a una mujer desconocida logra que el perpetrador se sienta bien.

Me tocó ser hombre en un mundo que cambia velozmente. Viví en un ejido en el que no había luz eléctrica ni agua corriente. Calles de terracería. Me tocó ir al monte a recoger leña para la hornilla, bañarme en canales de riego, caminar kilómetros de la carretera a la casa porque el camión no entraba al poblado.

Quise ser parte del grupo de amigos que iban en bicicleta de paseo, los que se juntaban para ir a la recién abierta pizzería de la ciudad, los que se juntaban a hacer tareas, los que iban al cine. Pero no.

Mi cerebro mira de manera distinta. Mis interacciones con la gente son singulares. Soy raro para los demas. Está bien. Uno alcanza a notar que es único, así como únicos somos todos.

He aprendido mal a convivir con los demás. Me sigue desesperando que acordar un lugar, día y hora, no cuenten como compromiso. Sigo ignorando cómo es que las personas que parece que se aman se odian y viceversa. Pero este es el mundo en el que vivo.

Por mi parte, amo profundamente y lo expreso a diario a quienes me importa que recuerden que aquí tienen este amor para acompañarles en la vida. Como el árbol, que solo se ocupa de ser árbol, no tengo interés más que en ser más humano y poder interactuar con los otros pasajeros de esta nave orgánica que surca el universo.

El amor no tiene límites. El amor es infinito. Cada uno de nosotros puede expresar amor incondicional de manera permanente. Uno es el amor.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

martes, 22 de julio de 2025

Su esencia

 


Su esencia

 

Por Sergio Torres

 

Ella huele a amanecer, a vitalidad, a brisa después de la lluvia. Tiene los ojos grandes, el cabello largo, la sonrisa franca, la caricia cálida, el beso perfecto, el abrazo que se convierte en hogar. Ella es tierra fecunda. Viento que danza. Ella es agua, fluye y toma su cauce. Es fuego que alimenta o destruye. Ella es La Mujer.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

lunes, 21 de julio de 2025

Baldosa

 


Baldosa

 

Por Sergio Torres

 

Beanie, de 12 años, me dice:

Tú no tienes sentimientos.

Le respondo que sí, pero que no me expreso igual que los personajes de las películas o las historias que vemos en la televisión.

No continúa―, está bien que no tengas sentimientos. Así me inyectas sin emoción cuando hace falta; te concentras en atenderme cuando tenemos una emergencia; te enfocas en lo importante para salvar una situación. Eres como una baldosa.

Me quedé en silencio un rato mientras manejaba. Luego pregunté:

¿Y si lo importante son los sentimientos?

Su respuesta fue hermosa:

Sigues siendo una baldosa. Uno sabe que estás ahí, que tú escuchas, que tú acompañas, que tú apoyas, aunque nada te mueva.

Lo más bonito es el uso de baldosa como referencia. Ahora soy Sergio Baldosa.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Yo también soy mi casa

 


La columna de Bety

Yo también soy mi casa

 

Por Beatriz Aldana

 

Ayer me estuve preguntando por qué amo tanto mi casa y todo lo que hay en ella, entre el menaje, las pantallas televisivas, los cuadros, las plantas, los jardines, en fin, no terminaría de enumerar. Me encanta poner mis discos de acetato de música de años atrás, como por ejemplo de Julio Iglesias y muchos otros artistas. Amo mis libros, mis atuendos, mis accesorios, en fin.

Todo esto lo atribuyo totalmente a que cuando era niña tuve que compartir mi espacio con ocho personitas más, conformadas por mis hermanas, mi hermano, mi papá y mi mamá, así que todo siempre era compartido, o sea que no podía decir que tal vestido, tal suéter era de mi propiedad, ni siquiera los pocos juguetes que con mucho esfuerzo mi papá nos compraba.

A veces tengo visitas en casa y se sorprenden del buen estado en que se encuentra todo lo que hay en ella, porque gran parte ya tiene en promedio de cuarenta a cuarenta y cinco años conmigo, por supuesto hay cosas nuevas, más recientes, como son los aparatos de TV y de sonido.

Mi casa, por su ubicación, tiene vista hacia los cuatro puntos cardinales. Cada ventanal me devuelve la vista del cielo, de todas las sierras que circundan mi adorada ciudad. Todo esto lo convierto en crónica, por la conversación que tuve ayer domingo, ya que una querida amiga me llamó para saber cómo me encontraba, pues  se extrañó de que no había visto publicaciones mías en Facebook, como acostumbro hacerlas.

Y también hubo otra pregunta de ella: Que como hacía yo para ser tan independiente con mi relación sentimental. Le contesté así:

Mire, Esther, eso es totalmente mi responsabilidad y mi decisión, el haber establecido una relación con un personaje, y lo nombro así porque no es un hombre común, lo distingue su fama como escritor, y, por supuesto, como integrante del gremio. Por añadidura de galanura y encanto especial. Así que hay que asumir que, por consecuencia, exista competencia o admiración hacia él. Repito, es mi responsabilidad, es mi decisión, pero no afecta este hecho, por la sencilla razón de que tuve un padre también con cierta fama como periodista, muy apuesto, con mucho estilo y galanura. Y después un esposo quien gozaba de ángel, o sea, de una simpatía innata y también de una guapeza excepcional (este calificativo lo decía con frecuencia La Doña, María Félix).

Así que, ya dando fin a mi crónica, la concluyo de esta manera: estoy enamorada de mi casa, mi hogar, mi entorno, mis recuerdos, y también enamorada de mi escritor, que a fin de cuentas no permito me afecte la admiración que alguien le tenga, pues estoy consciente de que absolutamente nadie nos pertenece, ni siquiera nosotros mismos somos nuestros propietarios eso le pertenece al destino que se nos tiene marcado tal vez con anticipación. Mi lema es este: Que viva la libertad.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

domingo, 20 de julio de 2025

El sueño de la bóveda de plomo

 


El sueño de la bóveda de plomo

 

Por Sergio Torres

 

En un estado febril, entre despierto y dormido, soñé o aluciné mientras luchaba con la fiebre, o peor aun, tuve la visión de que, en medio de la noche, en la oscuridad de mi cuarto, me despertaba un resplandor de rayos cruzando el cielo. El viento soplaba y levantaba densas nubes de polvo. En el cielo las nubes se iluminaban con al resplandor, dejando ver formas moradas, azul intenso, rojas, café, amarillo, pálido, enfermo, nauseabundo.

Me sentía en medio de una tormenta eléctrica, la luz de la calle se apagaba, la ciudad se quedaba en silencio, y también se apagó la luz del cielo.

La bóveda celeste era de plomo, el cielo se apagó. Ni una nube, ni un rayo, nada de nada. Resulta que el cielo es solo una pantalla como la del cine, como un televisor LED. En este instante algunos LED han fallado y se puede ver del otro lado del velo de engaños sobre el que plasmamos la vida.

Se escucha la caída de una bomba. Tras el cerro Coronel, el resplandor de una explosión ilumina está oscuridad plomiza. Se alcanza a ver el cielo, con sus engranes y cables expuestos, mientras acá abajo hay tanques de guerra que se disparan entre sí.

Se escuchan alertas y las sirenas. La gente corre con sus hijos en brazos, una barra de pan, un pedazo de salchichón Chimex. El pequeño de tres años detrás de los padres lleva una cobija que apenas lo envuelve, un vaso entrenador, una figura de El Santo y una lata de chiles curtidos.

Desnudo y a ciegas, alcanzo a ponerme jeans, huaraches y una playera negra. La mochila dónde traigo un libro, cuaderno de viaje y galletas, cepillo, pasta dental y un rebozo que me regaló Brenda y que uso como cobija cuando viajo.

Sé que estoy en un sueño, porque mi mochila tiene todo lo que necesito. Hay una escena de bombardeo, otra de combate, una más de huida y desesperación, y estoy en todas.

El cielo es una gran bóveda de plomo con engranes, cables y tubos, proyectores  que debería tener imagen de azul y nubes, rojizos polvos y ventarrón, humo de aeronaves.

Sale gente de la tierra. Se anuncia que hay otros habitando bajo la superficie. Al final los extraterrestres eran intraterrestres, altos, delgados y fuertes, con movimientos fríos y estudiados de reptil, una sonrisa permanente en los labios y odio infinito en la mirada

La muerte comienza una danza infernal en todas direcciones, sanos, enfermos, sabios, ignorantes, todos vamos muriendo.

Una pesadilla comienza.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.