Escribir
Por Mario
Lugo
Escribimos
para dejar en claro nuestros sentimientos más elementales. Nos mueve el mismo
impulso que tienen los bebés para mover, sin aparente causa, sus manos o sus
pies.
Algo ocurre
en sus cerebros apenas nacen al mundo exterior. Aun habiendo satisfecho sus
necesidades primarias, ese algo los impulsa a trazar movimientos a veces
bruscos y a veces serenos en el aire, o sobre el pecho materno mientras se
amamantan; o mientras transcurren sus pequeñas soledades.
Escriben, o
quizá pintan, o esculpen, o dibujan; o hacen giros como quien dirige una
orquesta. Crecemos y ese impulso que deja constancia de nuestra breve vida
continúa.
En relación
a esa misma pregunta, Jules Renard anotó una frase inolvidable: “Escribo no
para ganar dinero. No para ser celebre; sino porque no estoy tranquilo”
Para mí, no
hay reflexión que responda de manera exhaustiva y plena a la pregunta: ¿Por qué
escribimos? Lo anotado arriba apenas revolotea sobre esa flor misteriosa como
un colibrí.
Mario Lugo
estudió letras españolas en la Universidad Autónoma de Chihuahua. Es autor de
los libros Empezar a morir, El amor entre
las ruinas, Fuentes Mares en tonos intermedios y Detén mis trémulas manos. Desde los años ochentas del siglo pasado
escribe una columna de reseñas literarias llamada Armario, publicada en periódicos y revistas de Chihuahua.
Un hombre que lee toneladas de libros, que reflexiona con lógica y sutileza, que ha publicado novelas y un mar de notas literarias, es el autor de este relato sobre los orígenes de la escritura.
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