Los pecados al final nos encuentran
Por Almudena
Cosgaya
Esperaba mi fin en cualquier momento, mis ojos estaban
cerrados mientras mi cuerpo temblaba. En un instante, aquellas formas reptantes
me atraparían. Supe mi destino pero, sentía terror por la forma en que sería
llevada.
Recuerdos lejanos, que aun queman mis labios por los besos
sin pudor, mendigaban amor en brazos desconocidos. ¿Tan grave fue mi pecado?
Si, pues con sangre intenté borrarlos. De no haberlo hecho, ahora no estaría sola.
—No tengas miedo. Si tuviéramos que enfrentarnos con víboras
de sangre, aun así tomaría tu mano y juntos pasaríamos por el purgatorio.
Abundantes lágrimas. Recordar la tibia voz de Efrén aun
lograba calmar mis pesadillas, aunque él mismo se había vuelto con el tiempo
parte de ellas. Respiré profundo, mar en calma. El bálsamo había llegado.
Pero no me extinguí.
Darme cuenta de que el final no llegaba me asombró. Pasaron horas,
o tal vez minutos, antes de poder estar segura, y entonces hice algo espantoso.
Mis manos se aferraron en mi cabeza, los hilos se entrelazaron en los dedos y
me arranque el pelo. El dolor me hizo recobrar la cordura. Finalmente abrí los
ojos.
Me aleje del sitio, aun con los cabellos en mis manos. Tengo
otra oportunidad, ¡pero mi ánima ha muerto!
Con el abrigo de las estrellas noche me perdí en la noche. Por
la mañana, un rocío perfumado tocó mi rostro.
La misericordia había llegado.
Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó La maldición del séptimo invierno, su primera novela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario