La voz de mi madre me visita
Por Luly
Sosa
Entresaco de
las voces de las señoras que caminan por la calle, la voz de mi mamá.
Elijo con el
oído a las señoras que caminando pasan cerca de la ventana. Me sirven más las
voces de las señoras por las mañanas, las de las mujeres sonoras, las que
hablan desenfadadas. (Las señoras que entienden lo sencillo y a lo demás no lo
existen).
Les detengo
la voz, y destilo la sedosa voz de ella y la musicalidad de su sonido de
rancho.
Sosteniendo
ciertos tonos, deslizando ciertas texturas, rastreando acentos de pueblo
urbanizado.
El color que
sujetan las voces de las mujeres me dirá el tiempo en que lo usó mi mamá.
Y ahí está,
ella, en su voz que vuelve a mi oído.
La oigo.
Después de que construyo su resonancia, en el encuentro de lo parecido, la
escucho y vibra mal mi cuerpo con su voz escondida adentro de otras, un sonido
hecho de cosas, sonidos prestados que se van.
Su voz anda
en la calle pero no entra a la casa. Suena afuera de la ventana.
Le pido que
toque la puerta, pero ya no está, pasó veloz, como un corto acorde, que solo me
alcanzó para una palabra pequeña. A veces "mija", o "Lulú".
En este relato el cariño de una mujer trasciende dimensiones y llega una mañana fresca al centro de Chihuahua, donde vive su hija, para decirle como le decía de cariño: Lulú.
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