Señor Áfremov
Por Reyna Armendáriz González
Vivir en su agua es cortarse a la carne líquida
del paraje:
desde el corazón verterse.
Es andar sus noches de cálidos paraguas anónimos.
Abrir la nombradía de las bombas.
Explotar de a poco en un haz tinieblas vivas,
ardientes.
Y es que sus nocturnos nos avisan el mundo
ahora
cuando todas las cosas son un tanto mínimas.
Por eso,
porque en sus cuadros la luz se muere
acodada en su propio incendio
y resucita en un ojo.
Señor Áfremov:
pínteme los transeúntes
convérseme bajo el naranja
bébame un poco de su rojo
regáleme su mano de lumbre y viviré.
Reina Armendáriz González es licenciada en letras
españolas y maestra en educación superior. Ha dirigido durante años columnas de
poesía en El Heraldo de Chihuahua y en otros periódicos de Chihuahua.
Sus textos están publicados en antologías y revistas literarias y en sus dos
libros de poemas: Estuario: remotas estancias y Yace partido el
puente de la niebla. Es profesora de literatura en la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua.
Una de las regiones temáticas de esta poeta es la contemplación de objetos artísticos, en especial cuadros de pintores. Aquí va un poema de eso.
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