México, día
de muertos
Por Margarita Etchechury
En noviembre
las ánimas, benditas o no,
acogen ofrendas
en casas y tumbas.
Todo huele a
cempasúchil, incienso;
un mundo
invisible danza entre el humo.
Velas, rezos, lágrimas.
Gatos ronronean,
a veces brincan
con los
pelos erizados; perros aúllan
presintiendo visitas etéreas.
El anfitrión
vela-duerme,
chisporrotean
velas en frío,
el agua en
los cristales disminuye.
Los dolientes andan fatigados y felices.
Asumen visita consumada.
Asumen visita consumada.
Los mexicanos hacemos en noviembre toda una liturgia, montón de ritos para convivir con los amores que ya se fueron a la tumba. A veces nos quiebra el llanto por los recuerdos, pero se da la felicidad por las visitas desde el más allá y por visitarlos en su última morada.
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