Tintanueva
RUMORES DE
CIUDAD
Cuatro
instancias líricas de Alfonso Marín
Premio Nacional
de Poesía Rogelio Treviño 2018
Por Federico Corral Vallejo
Antes de
entrar a las cuatro instancias líricas que Alfonso Marín nos ofrece en este
poemario, Rumores de ciudad, con el
que se hizo acreedor al Premio Nacional de Poesía Rogelio Treviño 2018, en su
quinta emisión, haré un recuento de los y las poetas que han merecido este
reconocimiento:
2014. Alondra
Valverde, de Ciudad Nezahualcóyolt, Estado de México, con Crónicas del tacto.
2015. Ramón Rangel Flores, de Chihuahua, con Mortero.
2016. Verónica Palacios Rojas, de Tonalá
Jalisco, con El vuelo del ángel.
2017. Yobany de José García, del Estado
de México, con Sótanos del insomnio.
2018. Alonso Marín, de Hermosillo, Sonora,
con Rumores de ciudad, poemario que
hoy nos incumbe, el cual, sin duda, es un poemario confesional que nos lleva a
cuatro instancias líricas, –si no es que a más–, al menos para mí, estas cuatro
son las visibles:
1). PETOPHILIA, cuyo término es popularmente
utilizado para referir al excesivo apego por los animales de compañía, en este
caso, el perro, que pasó de mascota a numen en el temario del autor aludido.
Muchos son los autores que han escrito poemas, cuentos y canciones a su perro; como
Mario Benedetti, quien nos legó el siguiente texto: “No cabe duda esta es mi casa / y este es mi perro / todos los campanarios
/ pasan frente a ella / pero a mi casa / la azotan los rayos del sol / y los ladridos
de mi perro / un día se va a partir en dos / y yo no sabré donde guarecerme / porque
todas las puertas / dan afuera del mundo…” Como podemos advertir, casa y
perro son elementos bases y protagonistas de la idea.
Por otro lado, encontramos palabras de Pablo
Neruda que se visten de versos:“Vamos
hombre y perro reunidos, / por la mañana verde, / por la incitante soledad
vacía / en que solo nosotros existimos”. Este fragmento sirvió de epígrafe
para el primer apartado del libro Los
perros no beben whisky, donde encontramos líneas como “Perro AA” o “Dime
Bolín”, nombre con el que llama a su perro.
Definitivamente, Alfonso declara su apego
y fidelidad al mejor amigo del hombre, entre versos, ideas y poemas circundan
la temática de la petophilia, veamos:
“no va a sobrevivir” dijo el vete
que el cachorro estaba molido
perdida media pata
un trozo de dedo colgando
“haga su trabajo haga lo mejor
voy a esperar”
“vas a sobrevivir serás mi
hijo
muéstrale a tu viejo que puedes luchar”
me miró y ladró débilmente…
En este fragmento de poema “el
vete”, refiriéndose al veterinario, percibimos la puerta a la petophilia,
páginas más adentro en “Perro AA” reconfirmamos la temática mencionada:
“…voy al refrigerador
pongo hielo en un vaso de cóctel
vierto bourbon y ginger ale
me siento en la otomana
el perro me mira
conozco esa mirada
se sube a mi regazo
observa mi bebida
“los perros no beben whisky”
gruñe algo
“no insistas”
se rinde y da un salto atrás
“perdóname, no siempre
puedo compartir todo”
se vuelve a dormir
y yo... a mis demonios
Esta primera instancia nos devela que ningún poeta, de
renombre o no, es al mismo tiempo un profundo filósofo, como dijo Horacio. “El
hombre, está loco o hace versos.” Y en esa trenza que se teje entre locura,
filosofía y versos es que entramos a la segunda instancia que es el
homoerotismo literario.
2). HOMOEROTISMO. El erotismo ha sido,
es y será un tópico literario, entendido desde el deseo, la sutileza, la
seducción y la sexualidad que parte del heterosexismo, donde generalmente un
hombre escribe en torno a una mujer, o viceversa; dado el abanico de posibilidades
eróticas, la literatura ha dado paso y lugar a que los y las poetas expandan y
busquen esta igualdad en torno al erotismo, llevando a cabo la creación de
poemas homoeróticos, de las cuales no existe diferencia de tono, de acentuación
o ritmo, simple y sencillamente el destinatario del verso o poema es alguien
del mismo sexo y punto. Partamos de Safo, Cavafis, Gide, Wilde, Rimbaud, Verlaine,
Benavente, García Lorca, Cernuda, Novo, Villaurrutia, Nandino, Bohorquez. La
lista es inmensa, ellos, quienes de manera natural y poética escribieron en torno
a la sensualidad, seducción, deseo y enamoramiento entre seres de su mismo
sexo.
Esta es la segunda instancia lírica que
encontramos en Rumores de ciudad, segundo
apartado que da nombre al libro; donde el autor dedica un poema hermosamente tratado
al poeta Abigael Bohorquez, a quien tuvo la fortuna de conocer.
EL BUEN VIEJO
para Abigael
en su amada memoria
entonces este buen anciano
estuvo enamorado de mí
cuando la juventud iluminaba mi cabello
hubo una vez un buen anciano
que había leído mis poemas y dijo
“Son buenos sigue así” …”
Actualmente este soplo lírico ha tomado
un auge de lo más común en nuestra literatura contemporánea; su trashumancia
erótica ha dado grandes frutos. Dentro de estos se encuentra esta obra de
Alfonso Marín quien se enfrenta a sí mismo con total honestidad y entrega
poemas con esta temática donde sobresalen: “El joven del sax”, “Tú”, “Piel de
Luna” y “Absorto” cito:.
“III
Por piedad
no me mire usted así
que sus ojos echan chispas
y mi piel es leña seca.”
La sublime emoción que trasmiten estos poemas fue, me
parece, lo que le hizo ganador del Premio antes mencionado. Amén de los
epígrafes que embonan no de manera circunstancial, sino precisa, en cada uno de
sus apartados. Cerremos esta instancia con palabras de Bertolt Brech: ““Quiero ir con aquel a quien amo. / No
quiero calcular lo que cuesta. / No quiero averiguar si es bueno. / No quiero saber
si me ama. / Quiero ir con aquél a quien amo.”
3).
ARTE POÉTICA. Escribir de, sobre y en torno a las palabras no es tarea fácil, y
menos lo es metaforizar. Si bien el bardo está en constante rotación en torno a
la poesía, la palabra, a su vez, explota cual granada, ya en la mano, ya en el
corazón del creador, haciendo impacto en la hoja en blanco. ¿Dónde está el
principio? ¿De dónde nace la poesía? ¿Cómo es su concepción? ¿Quién la inventó?
Este hilar de cuestiones me llevan al génesis, porque todo en la vida tiene un
por qué de lo “genético”. Por un lado Huidrobro sin turbación precisa que: “La poesía está antes del principio del
hombre, y después del fin del hombre. Ella es el lenguaje del Paraíso y el
lenguaje del Juicio Final, ella ordeña las ubres de la eternidad, ella es
intangible como el tabú del cielo.” Por otro, con un argumento más humano
que divino, Baudelaire refiere sin penitencia ni castigo, que: “...el principio de la poesía es, estricta y
simplemente, la aspiración humana por una belleza superior, y la expresión de
ese principio es el entusiasmo, la emoción del alma: entusiasmo del todo que se
desprende de la pasión, la embriaguez del corazón y de la verdad que es el
sustento de la razón.” El nexo que
existe con las citas anteriores y el arte poética en Rumores de ciudad de Alfonso Marín, es ese respeto y ese sutil
temor de tener “cuidado con las palabras” de las cuales expresa:
“Ten cuidado con las palabras:
esas que montan sobre los vientos de verano
tras efímeras promesas juveniles
esas que se atrincheran en tu garganta
y luego escapan a través de tus ojos
aquellas que construyen poemas preciosos
que luego se desvanecen en tontas líneas
esas luciérnagas hipnotizantes
que tarde o temprano te vuelven loco
esas mañosas se ocultan en lugares comunes
que retan a ser leídas entre líneas…”
Las palabras son hechiceras de la poesía, basta un
sonido, una onomatopeya y la metáfora se cumple por sí misma, el embrujo se
realiza a cada instante, en la risa y el llanto, en el odio y el amor, en el
olvido y la memoria, incluso más allá del hecho de querer o no escribir. Las
palabras son amas y amantes del escribano, o como dice Alejandra Pizarnik: “Tú lloras debajo del llanto, / tú abres el
cofre de tus deseos / y eres más rica que la noche. / Pero hace tanta soledad /que
las palabras se suicidan.” Y es en este velo se refleja aquello que es
natural y propio de la palabra escrita:
“…esta noche solo escribo por escribir
dejo las palabras fluir
como un río silencioso
yo pretendo ser el río
no busco inspiraciones
ellas tropiezan conmigo
furtivas tímidas sospechosas
me llaman “estoy aquí”…”
Es así como se cumple la tercera instancia lírica dentro del
quehacer literario de Alfonso Marín quien se refiere de manera coloquial a la
esencia de las cosas de las cuales poetiz en concreto, aspecto que tiene a bien
ser la peculiaridad de su estilo literario.
4). HUMANÍSTICO. Cuarta y última instancia del poemario en
cuestión es el tono o toque humanístico donde el creador establece sus límites
en manera versil en cuestión a su vida, la cual se atreve a desnudar “delante
de un espejo”. Jaime Sabines, poeta de versos vivenciales, siempre opinó que: “hay que arriesgarse, no valdría la pena
ser poeta si se fracasara como hombre… por qué no ser un hijo, esposo, padre,
comerciante, oficinista, común y corriente, perdido y encontrado entre todos
los hombres”; por lo tanto, el poeta debe vivir a lo hombre, no sentirse
ese pequeño dios huidobrianamente hablando, o en su defecto, como expreso
Goethe: “…pobre de aquel poeta que no hable de su padre, de su madre y de su
pueblo, sus costumbres y tradiciones.” Todo esto enarbola y enmarca esos poemas
de índole confesional, donde el Yo poético es sin duda la llave maestra que
abre puertas del alma y el corazón… en este aspecto Rumores de ciudad está poblado de poemas íntimos, confesionales
donde la vivencia además de literaria es precisa, concisa y directa, para
muestra baste el siguiente botón:
“1968
un niño está dormido
y aún demasiado consciente
para perderse cada uno
de los latidos de su corazón
flota en su pequeño lago de oscuridad
puede oír su respiración
puede sentir su dolor
lágrimas de angustia
llueven cada noche
palabras no aprendidas le dictan
que ella no perdonará
que ella no va a olvidar
un niño sabe que la ira crece
como cada parte de él
crece en el rencor
un niño es alimentado
con remordimientos
sin embargo no tiene otra
opción
y no puede quejarse
¿cómo podría quejarse él
cuando no ha visto ni la luz?
Los poemas de este apartado son dirigidos a la madre, sobrinos,
amigos, amantes, incluso a él mismo; dando razón de su vida y milagros, en
ellos se denuda en cuerpo y alma, en el entendimiento de que la poesía es un
reflejo de la vida misma.
“México 68
reza un marcador en el camino
que me recuerda:
estoy cumpliendo cincuenta
este octubre
nadie lo sabe
que una masacre me persigue
cuando cae el otoño
cuando caigo
cuando comienzo a caerme
en pedazos”
La poesía es un espejo donde el posible lector se puede reflejar o
no, o como dice el acápite de Vicente Quirarte: “Escribo de este lado del espejo: / no ignoro que respiro…” y partiendo de que yo también soy ese rumor con mayúsculas que se vuelve
vagabundo sobre la espalda de la ciudad, río de lágrimas no llovidas y aguacero
de carcajadas mudas… Rumor que resucita en el silencio de un murmullo citadino…
Enhorabuena Alfonso Marín, que vengan poemas que le
cobijen de la piel al alma.
Porque como expresó Octavio Paz: “Todo libro de poemas es un diario”.
Federico Corral Vallejo. Parral Chihuahua, 1969. Poeta, ensayista, crítico y
editor. Entre sus obras editadas destacan: Desprovisto de equipaje, A capella 440 y Cartografía de una casa. Su obra ha sido traducida al inglés,
francés y portugués; y editada en Estados Unidos, Cuba, España, Argentina,
Perú, Brasil, Puerto Rico y México. Dirige Tintanueva Ediciones desde 1997.