Cazadas
Por Alejandra Hernández
Íbamos reflejando las estrellas
y la absorta madrugada
nos escoltaba por distancias de arena,
por vellones de hojasen.
Caminábamos
entumecidas de cansancio
virando hacia lo incierto del desierto
con un palpable cargamento de impaciencia
por beber la noche
en cuencos de excitante cacería.
Y envueltas en silencio, como ennegrecidas
ciénegas
íbamos buscando
olvidar que somos simples seres
cazadas por el tiempo
y el desierto.
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