El camino ahí está, no se mueve, no viene ni va, permanece abierto para quien quiera surcarlo
Por Sergio Torres
El camino ahí está, no se mueve, no viene ni va, permanece abierto para quien quiera surcarlo, para quien quiera ir de un punto al siguiente y avanzar, avanzar, siempre adelante, siempre de ida.
Estoy en un momento en el que aquello que vivo es tanto que no me da tiempo de registrarlo, solo alcanzo a palpitar, experimentar, abrazar la vida. No me ha dado tiempo siquiera de tomar fotografías del viaje y el ensayo y la música que andamos sonando, o de la boda a la que fui y los novios, o la mujer que llena de tibieza y suavidad mi cama.
Me han preguntado si sigo vivo. Sí, sigo. Aquí estoy, más vivo que nunca, tan verdadero como la luz del sol detrás de las nubes. Vivo y cada vez más ajeno a la bipolaridad que limita el universo a lo que yo pudiera percibir y llegar a creer. Vivo, cada vez más consciente de que la compasión nos hermana, nos sana, nos salva, nos libera.
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