jueves, 6 de junio de 2024

Cine para gourmets (segunda de dos partes). Raúl Herrera

Rollos cortos

Cine para gourmets (segunda de dos partes)

 

 

Por Raúl Herrera

 

 

Luces de la ciudad contiene algunas de las grandes secuencias cómicas de Chaplin, incluida la famosa pelea en la que el Vagabundo usa su ágil juego de pies para mantener siempre al réferi entre él y su oponente. Está la escena de apertura, donde se devela una estatua para encontrar al Vagabundo dormido en el regazo de una heroica figura de piedra grecorromana. (Intentando bajar, se engancha los pantalones a través de la espada de la estatua y trata de llamar la atención durante The Star-Spangled Banner aunque sus pies no pueden encontrar el equilibrio). Allí está la secuencia en la que intenta salvar el millonario de ahogarse, y termina con la roca atada a su propio cuello; la escena en la que se traga un silbato y reúne seguidores de perros; la escena donde el millonario y el vagabundo encuentran ladrones… Chaplin mejor que nunca.

Cuando Chaplin estrenó El circo en 1928, no había una presión excesiva para que abandonara las películas mudas. El cine sonoro estaba creciendo en popularidad, pero aún no había alcanzado la preeminencia; las películas mudas todavía los superaban en más de 10 a 1. Pero las cosas fueron diferentes en 1931, pues fue el año en que Frankenstein y Drácula usaron el sonido para espantar al público. El cine mudo estaba casi extinto. Chaplin era terco, y por eso podemos estar agradecidos.  Luces de la ciudad es la película muda por excelencia: el sonido la habría arruinado. Si Chaplin hubiera hecho una transición temprana al cine sonoro, esta obra maestra nunca habría llegado a los cines.

El final de Luces de la ciudad es bien conocido y ha sido descrito como una de las conclusiones más perfectas en la historia del cine. El Vagabundo, recientemente liberado de prisión (donde ha estado cumpliendo una condena por robo) se encuentra con la joven de las flores, que ahora puede ver. Al principio ella no reconoce a su benefactor, se compadece de él porque se ve pobre y deprimido. Pero cuando toca su mano comprende quién es él. Las tarjetas de título se utilizan para transmitir su diálogo escaso. (Ella: «¿Tú?» Él: «¿Puedes ver ahora?» Ella: «Sí. Puedo ver ahora»). Sin embargo, las palabras habrían arruinado el momento, que presenta actuaciones desgarradoras a través del lenguaje corporal y la expresión facial de Chaplin y la actriz, se trata de un momento poderoso en el contexto de toda la película.

Hay un aspecto paradójico en Luces de la ciudad. Por su encanto y humor, y como había comentado en la entrega anterior, el filme es un ejercicio de narrativa rápida hecha realidad por actuaciones maravillosas y dirección talentosa, acompañada por la partitura musical de Chaplin, que demuestra que el filme no es “silencioso”.

La manera en que Luces de la ciudad fue filmada sin hablar es parte necesaria de su encanto y poder. El diálogo puede convertirse en una muleta. Aquí los personajes deben expresar sus sentimientos sin voz, y esto resulta en algunos momentos asombrosos. Luego, por supuesto, está la comedia física, el slapstick. Este tipo de cosas puede parecer forzado y tonto cuando se hace con sonido, pero tiene una sensación más relajada y natural en un contexto silencioso (porque tanto los medios de su presentación como su contenido están obviamente divorciados de la realidad). Algunas cosas funcionan mejor sin sonido que con él. Luces de la ciudad es un claro ejemplo de ello.

De todas las películas de Chaplin (quizá con excepción de Tiempos modernos), Luces de la ciudad ofrece la caracterización más completa del Vagabundo. Es un solitario que va y viene sin familia, amigos o un lugar para vivir, él se encuentra fuera de la realidad, a veces tratando de encajar y a veces sin importarle si lo hace o no. Aunque se le puede ver hablar, no necesita hacerlo; a diferencia de la mayoría de los personajes de las películas mudas; podría haber existido cómodamente en un mundo silencioso. Como un niño, el Vagabundo es completamente inocente con un corazón puro y los mejores motivos. Lo más conmovedor de su relación con la joven de las flores es que, debido a que es ciega, no puede ver su aspecto desastroso y no lo juzga como lo hacen los demás. Y al final, cuando ella recobra la vista, su actitud no cambia, ella ve más allá del aspecto exterior del Vagabundo.

¿Qué más puedo decir de una de mis películas favoritas? Que hay que verla para disfrutar y saborear el mejor cine del mundo.

 

 

 

 

Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.

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