jueves, 30 de enero de 2025

Había una vez una hormiga grandota

 

Rollos cortos

Había una vez una hormiga grandota

 

Por Luis Raúl Herrera Piñón

 

No hay enemigo pequeño, o, mejor, no hay idea –por diminuta que esta sea– que no termine en la pantalla haciéndonos comer palomitas de maíz.

Lamentablemente esta película ya la hemos visto muchas veces, con otros títulos, otros actores y otros efectos especiales –a veces sin ellos–. Es que el cine de Hollywood se repite a sí mismo hasta el cansancio. Ha de ser que los guionistas tienen flojera de hacer alguno nuevo o, más bien, que la industria del cine del vecino país juega a lo seguro y le da a los consumidores de sus productos –tristísimamente todos nosotros– más de lo mismo, que al fin y al cabo el espectador está acostumbrado a pisar en terreno seguro, es decir, a no arriesgarse a ver propuestas novedosas que le saquen de su área de confort, de aquello que espera porque ya conoce.

La historia de Ant-man (2015) o sea El hombre hormiga no es distinta de la de otros superhéroes de la pantalla grande: un padre que desea recobrar el cariño de su hija, un problema familiar grave de trasfondo –que terminará felizmente resuelto–, un malo muy malo, un héroe muy bueno, algún niño para endulzar la historia, peleas, efectos especiales, la lucha por salvar la humanidad del desastre –siempre hay algún estadunidense listo para salvar al mundo–, más efectos especiales, el bueno que le gana al malo, y algunos detalles chistosos para que quede claro que todo es una historia de fantasía y que no se asesinó a nadie de verdad, no vaya a ser que algún espectador quede traumado por tanta violencia.

Como es costumbre en el cine de Hollywood, todo está perfectamente planeado y realizado; bien los efectos especiales, las actuaciones pasables y la fotografía mucho más que aceptable. Aunque, como ya dije antes, el filme cojea del guion, al que le falta originalidad y le sobran lugares comunes.

Hay quienes piensan que el cine basa su existencia en el entretenimiento, que las películas deben hacernos pasar un buen rato –hay algunos que exigen que solamente debería de haber filmes que nos hagan reír– y nada más. Pero hay otros que pensamos que el cine es una herramienta maravillosa para mover nuestras emociones y echar a funcionar el intelecto. No estaría de más que las cintas que nos hagan reír nos den que pensar y nos estrujen –aunque sea un poquito–, los sentimientos. Hay directores de cine que lo han logrado, pero de eso escribiré en otra ocasión.

No quisiera terminar este lamento –perdón, quise decir comentario– sin decir que lo único sobresaliente del filme Ant-man fue la actuación del veterano actor Michael Douglas, que con su sola presencia le quita a esta marvelada ese aire de banalidad que transpira.

Aunque, como ya dije al principio, este hombre hormiga hace buen trabajo al entretenernos un buen rato, con la mano de la boca al recipiente de las palomitas y viceversa.

 

Título original: Ant-Man. Dirección: Peyton Reed. País: Estados Unidos. Año: 2015. Reparto: Paul Rudd , Michael Douglas , Evangeline Lilly , Corey Stoll. Duración: 117 min. Dónde ver: Amazon Prime Video.

 


Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.

A libros abiertos episodio 15. Sally Ochoa

 

Una conversación con Salud Ochoa en A libros abiertos, episodio 15. Producción: Editores UACH Dirección de Extensión y Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Chihuahua.


Ep. 15 | Sally • Vida y Cultura UACH

Guía turística de lugares y personajes de nuestra ciudad capital, desde lo cotidiano a lo artístico e intelectual, en las historias de La calle ladina. José Antonio García Pérez




Guía turística de lugares y personajes de nuestra ciudad capital, desde lo cotidiano a lo artístico e intelectual, en las historias de La calle ladina

 

 

Por José Antonio García Pérez

 

 

Buenas tardes, agradezco la invitación del colega y amigo Jesús Chávez Marín para comentar su más reciente publicación La calle ladina, del Programa Editorial Chihuahua, Colección Escritores con Trayectoria.

El libro de historias que nos brinda Chávez Marín, está dividió en dos partes: “Caminar por la banqueta”, conformada por 41 viñetas del pasado y presente de nuestra ciudad, y “Llegar a la esquina”, compuesta por 21 textos.

El adjetivo calificativo de ladina, aplicada a la calle, le da el significado de calle taimada, astuta, disimulada. La calle es el escenario cotidiano por donde transitan los descarriados, los acarreados y los que no necesitan que los manden; algunos ya no están en este mundo, otros andan por ahí perdidos, pero la mirada cronista de Jesús Chávez Marín los fue compilando durante sus andanzas, ya sea por la banqueta o nada más hasta la esquina.

Al terminar de leer el texto, lo primero que vino a mi mente fue el de una especie de guía informativa de los lugares típicos de nuestra ciudad capital, con el plus de mostrar también a una galería de personajes. Es por esta idea que se me ocurrió que para realizar este recorrido me gustaría que lo vieran como un nueva clase de folleto turístico, solo que deteniéndonos en diversas casas, barrios, colonias y otros sitios tradicionales de nuestra ciudad capital

 

 

Primera hoja: Lugares donde ocurren los acontecimientos:

Lugares del Chihuahua añejo, Cervecería, las segundas de Niños Héroes, la Colonia Industrial, Colonia San Jorge, Sears, barrio de santo Niño, agencia Chevrolet, el Rejón, Cerro El Coronel, sótano de urgencias del IMSS, Casa del Varillero, estación del Tren Chihuahua al Pacífico, Hotel El Soberano, el SNTE, biblioteca del Parque Lerdo, IMSS, CIMA, Campestre San Francisco, Quinta Gameros, bar La Camelia, bar El Cielo, Hotel San Francisco, Secretaría de Recursos Hidráulicos, Club de Leones, El Paso, Texas, la casa de la Cultura, Colegio de Bachilleres, Newberry, TRW, La Deportiva, Colonia Las Granjas, Mausoleos, Periférico de la Juventud, Seminario Conciliar de Chihuahua, La Cruz Roja, Canal del Chuvíscar y otros que ocurren al otro lado, en El Paso, Texas.

La historia titulada “La cervecería” inicia con una disculpa que le ofrecen al narrador y donde después hay un acuerdo para ir a una fiesta en casa de Adelita Valentina, que se localizaba rumbo los panteones. Al llegar a dicho lugar, esto es lo que narra el autor, cito: (Páginas 14 y 15).

La borrachera es canija y más el que la aguante (en terceras personas). Eso pensé ayer en la tarde cuando me puse a borrar e mailes viejos: me topé con uno de julio de 1992, de mi cuñado Xicoténcatl González. Era una disculpa que más bien parecía reclamo. A la letra decía:

 

Cuñado: La presente es con el fin de disculparme con usted y, por su conducto, también con los que estaban el viernes en la casa de Adelita Valentina, a donde por cierto no me invitaron, qué gachos. Me enteré por Elías Carrillo, quien pasó por mí para que lo acompañara.
Dijo que tampoco lo habían invitado a él, pero como es muy entabacado tenía pensado ir de todas maneras.
Pasamos por Piñón y luego fuimos a comprar tres cartones de cervezas Negra Modelo, uno para cada uno, jejeje, no te creas, y nos enfilamos rumbo a los panteones, al barrio donde vive Adelita.
Cuando llegamos nos hicieron mala cara. Algunos ni nos saludaron y eso que según esto son la crema y nata de la educación; ni siquiera nos dieron las gracias cuando bajamos uno de los cartones, pero sí empezaron a destapar botellas porque en la mesa de centro de la sala nomás había una triste botella de vino ya muy disminuida.
Tratamos de abrir plática desplegando nuestra mexicana alegría, pero no nos pelaban. Adelita Valentina fruncía la boca muy recio; Salcido se puso a platicar en corto con Ana Paulina como si los demás no existiéramos; Lennon fingía leer un libro de Fábulas de La Fontaine; Rosy trataba con amabilidad de salvarnos de la helada indiferencia de sus congéneres, sin conseguirlo.
Lupe López le dijo a Lennon en secreto, pero asegurándose que la escucháramos todos: lo que pasa es que a Xicoténcatl le falta mucha clase.
Yo traté de hacerme el occiso como si no la hubiera oído, pero Elías gritó a voz en cuello: Los que no tienen ni poquita clase son ustedes, atajo de frustrados que se sienten exquisitos. Se tragan nuestra cerveza y ni nos dirigen la palabra. Y luego nos ordenó: Piñón, Gonzáles, larguémonos de esta pocilga.
Nos fuimos de allí, haciéndonos los muy dignos, y nos dirigimos a La Cervecería, a comernos unos tacos de barbacoa en el tercer piso de un edificio muy raro que está en medio. Elías muerto de risa nos atemperó con la frase que siempre pronunciaba para toda ocasión: ¡La fiesta sigue!

 

En las segundas de la Industrial y en la colonia San Jorge ocurre la historia titulada “Transistores” que nos recuerda la época en que aún se usaban los radios de transistores y al personaje, un abuelo, va a buscar dos piezas, una bocina y un transistor, cito (pag.21).

 

Pues aquí ando otra vez en las Segundas de la Niños Héroes; dice mi nieta que me gusta venir a estos lugares de paseo porque es mi parque y mi zona arqueológica, jajaja, esta muchachita me vacila cada rato, se le ocurre cada cosa.
No, lo que pasa es que se me descompuso mi radio de transistores y vine a buscar una bobina y una resistencia, pero he batallado mucho; aquí ya nadie sabe lo que es un radio de transistores, me miran de reojo pensando que soy un emisario del pasado, como les decía el licenciado Echeverría a sus adversarios.
Por más que procuro, no encuentro esas dos piezas: Ya fui a las segundas de los jueves de la Colonia Industrial, a las de los domingos en San Jorge y ni pizca de refacciones. Me aconseja mi nieta que vaya a Juárez, que allá sí las voy a encontrar porque hay un chorro de cosas del Army; pero no sé si me está cotorreando, porque es muy mula mi nieta. Salió al papá.

 

Más adelante, en la presa del Rejón a eso de las seis de la mañana hay un encuentro entre dos examantes, (pág.43, Hilitos grises).

 

Esta madrugada fue distinta, porque regresaste; venías derrotada como en un tango de rompe y rasga, pero a pesar de todo hermosa. Luego de tres años me había cansado de esperarte y ahora, cuando sin pena ni gloria han pasado estos meses de resignación, apareces donde menos lo hubiera imaginado: en la presa El Rejón, caminando hacia mí en el horizonte de las 6 de la mañana.
―No te asustes, Ismael. Nomás te vine a saludar, ya mañana me regreso para el otro lado; la pensé mucho para buscarte, pero ya ves, me ganó la tentación. Como siempre, ya sabes.
―No te apures por eso, Fabiola; nunca has estado ni estarás para asustar a nadie, solo que la sorpresa de verte luego de tanto tiempo, y precisamente en este parque y a estas horas, me dejó un poco desconcertado. Creí que ya jamás te iba a mirar en lo que me resta de vida.
Pero allí estabas, en el frío de enero, tu cabellera oscura caía como una bandera de seda sobre tu espalda, los ojos color caoba me enfocaban con cariño y compasión, sin una pizca de arrepentimiento por haberme abandonado de la noche a la mañana luego de cinco años de amor eterno.
―¿Y ya no querías verme nunca?
―Pues mira, todavía hace un año te vi todos los días en mi pensamiento y en alguna de las fotos que te tomé en aquel entonces. Aunque no lo creas, las mandé imprimir todas en Fotográficos Ayala y las guardo como reliquias sagradas. Era tu más rendido adorador, a pesar de que me traicionaste.
―Yo no te traicioné. Lo que pasa es que tú no quisiste comprometerte como es debido. Tú y yo jamás íbamos a llegar a nada y yo quería casarme, quería estabilidad y compromiso. Eso siempre te lo dejé bien claro.
―Como sea. Todo eso ya me importa muy poquito. Resultaría ridículo que a estas alturas nos pusiéramos a discutir de lo ya pasó, de lo que pudo haber sido y no fue. Desde el primer día, desde aquella vez en la cima del Cerro Coronel, te diste cuenta muy bien que yo te quise, que yo te amaba con toda el alma, y sabes que siempre fue así. Y lo fue también mucho tiempo después de que te fuiste con tu joven esposo norteamericano, del que te divorciaste a los dos meses.
―Tienes razón. Ya para qué hablamos de eso. Solo vine a saludarte, Ismael. Por cariño, por los recuerdos, por el pasado. También por aquella canción de Roberto Carlos: necesito saber qué será de ti.
Lo que más me impresionó de aquella visita fue que en verdad ya me había curado de ansiarla, de recordarla con dolor, con ese dolor que era lo único que me quedaba de ella y que por eso lo cultivaba y, podría decirse, disfrutaba. Y que ahora ya me fuera indiferente. Pude sentir el cariño que siempre le tuve, desde cuando fuimos amigos y luego una pareja tan intensa; la ternura de mirar su cara hermosa en el marco de su melena negra, ahora con algunos hilitos grises del tiempo. También me sorprendió hallar en mi pensamiento alguna leve satisfacción por mirarla derrotada y sin esperanza, esta alevosa sensación de venganza de la cual me apropiaba sin querer.

 

Un tenaz cobrador de Gonter Mueblería recoge una carta con las orillas quemadas como único vestigio de la persona a la que busca y donde se puede leer un drama pasional en algunos encuentros en el Confort Motel. Historia que se cuenta bajo el título de “Las deudas”, pag. 45.

 

Había una carta con orillas negras de quemaduras. Yo era cobrador de Gonter y buscaba el nuevo domicilio de un deudor que se fue sin avisar. Soy un sabueso terco, en cuanto vi la hoja, dije: aquí voy a saber a dónde te fuiste sin pagar, topillero. En el papel unas letras cuidadosas, bellamente manuscritas: No sé cómo llegamos a esto, Lucía, si nos queríamos tanto. La gente platicaba que éramos la pareja perfecta. Sí, cómo no. Cuando te vi con Ariel, no lo podía creer: llegaron muy abrazaditos al Confort Motel en tu carro. Yo iba saliendo y también me descubriste después de tres años de relaciones secretas con Luisa, tu hermana. O a lo mejor desde hace mucho que lo sabías, según la leyenda esa de que las mujeres siempre saben todo, intuyen lo que está sucediéndoles. Qué triste, qué pena, qué sórdido me parece todo y ahora: mira. Nuestra casa. La que hicimos juntos. Donde fuimos felices. Mira. Un basurero donde se secaron los sueños, nuestro pasado.

 

La historia corta “Ojo de hormiga” menciona lo ocurrido de la Calesa al Castel Sicomoro, cito: “ (pag. 48):

 

Ixtlachihuatl Chacón era de esos galanes a la antigua que suelen todavía mandar flores y  todo el kit: serenata con trío,  cena en La calesa, y encerrona discreta en el Castel Sicomoro. Luego, ojo de hormiga: no volvía a llamar, ni a contestar el teléfono y desaparecía de tu Facebook.

 

Una historia del bar El Cielo, donde una cantante temperamental, cuyo nombre no se menciona, aparece en la historia titulada “Antonia Aguilar”, que retrata los infortunios y aventuras de esta dama a la que le gustaba cantar y quien ya tenía su propio show en el ya mencionado bar y aparte realizaba labores de funcionaria, lo que le permitía viajar y hacer gala de su talento en el canto hasta que conoció a Tania Libertad, y en poco tiempo se hicieron amigas y lo que pasó, para que se enteren de todo el descalabro emocional lo podrán averiguar al leer el cuento: “Antonia Aguilar”, página 87.

En la historia “La casa del Varillero” el autor nos presenta una historia que tiene que ver con unos examantes que se reencuentran y ella ya está casada precisamente con un empleado de La Casa del Varillero, si sienten curiosidad por lo que pasó, hago la invitación para que lean esta historia que aparece en la página 67.

No pretendo perfilar lo ocurrido en tantos lugares arriba mencionados, continuo con otro apartado que me llamó la atención: Los personajes.

Algunos personajes se describen con detalle, mientras que otros apenas con una rápida pincelada.

 

 

Segunda hoja: Galería de personajes que nos describe Chávez, desde él mismo, con elementos autobiográficos desde sus mocedades hasta su época actual, pasando por los colados, los conductores fantasma, madres dolientes, editores, escritores en ciernes, los últimos representantes de civilizaciones perdidas, emisarios del pasado, mentirosos, cobardes, malditos miserables, culeros, lectores de Corín Tellado, taumaturgas, casados cínicos, edecanes, modelos, señoras desalojadas, viudas pensionadas, malandros, nuevos ricos, viejos rabo verde, actores, feos, vaquetones, un arguenudo (perezoso, indolente), mandilones, suicidas, borrachos, topilleros, cobradores, carteros, (que ya casi no hay), hijitos de mami, los ojo de hormiga, maquiladoras, avaros metódicos, escritoras agorzomadas (acosada, hostigada, reprimida) artistas incomprendidos, rentistas, hipocondriacos, artistas e intelectuales.

Los cuentos en que aparecen algunos de los personajes mencionados son:

Los Masculáis (Pag. 19)

Machete, (pág. 33)

Arguenudo (p. 35)

Suicidas Primeros auxilios (p. 38)

Sí, mami (47)

 

 

Tercera hoja: Productos y marcas del Chihuahua de hace varias décadas y de nuestra actualidad.

A lo largo de las historias se mencionan marcas y productos, como Autos Honda, Accord, lecturas de Corin Tellado, las burbujitas de Sal de uvas Picot, el tequila Herradura blanco, la cerveza Bohemia, la cerveza Negra Modelo, el tinte Miss Clairol, las mejorales, el Mustang, el Whisky Etiqueta Negra, El Sol de Parral, las plumas Parker Frontier, los elevadores Otis y una Remington 45 reglamentaria,

 

 

Cuarta hoja: Artistas e intelectuales

En diferentes historias se revelan las actuaciones de Nacho Guerrero, Enrique Servín, Rubén Mejía, Rogelio Treviño, Danny Trejo o Joaquín Cossío, aquí tuve una duda, ya que en la historia titulada “Machete” se habla de un actor feo, pero que escribe poesía y Dany Trejo protagonizó una película que lleva por título precisamente Machete, pero, que yo sepa, no escribe ni siquiera un recado, mientras que Joaquín Cossío, mejor conocido como el Cochiloco estuvo alguna vez en la facultad de Filosofía y Letras para leer un poemario de su autoría. Solo Chávez Marín nos puede sacar de esta duda. También se menciona el Encuentro de escritores Lunas de octubre, el grupo de teatro Agua Viva, la cantante Tania Libertad, el exseminarista Raúl Gómez Franco, el Grupo Aura, el crítico de la cultura José Pedro Gaytán, se mencionan Los Apson, el Circuito Literario de Apodaca, el autor psiquiatra y Conacine,

También el autor recurre a “musicalizar” sus historias con algunos fragmentos de José Alfredo Jiménez y Roberto Carlos en las canciones populares

Cucurrucucú Paloma, Qué será de ti y El Cantinero.

 

 

Conclusiones

La lectura de La calle ladina, de Jesús Chávez Marín, es como una máquina que nos transporta al pasado y nos regresa al presente con un lenguaje sencillo, como el mismo autor dice, cito: “Así quiero yo escribir, pensé yo, con esa sencillez y con esa vivacidad que estoy mirando en el arte escénico”. Fin de cita (Chávez, 2023, 9), pero también con un desparpajo que delata el conocimiento de formas de expresión coloquiales con lo que da forma y sentido a la caracterización de sus personajes que son el reflejo de su gran experiencia en el género de la crónica, donde además de la atmósfera de la historia, hay información del lugar y de los personajes y, obviamente, de sus acciones, sin dejar de ser irónico y sarcástico.

Recomiendo a las y los presentes en esta presentación adquieran el libro La calle ladina para que se sumerjan en la mirada de Jesús Chávez Marín.  Gracias por su atención.

 

Chavez Marín, Jesús: La calle ladina. Editorial Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua, México, 2023.

 

18 abril 2024

 

 

 

José Antonio García Pérez fue el primer autor de Chihuahua que escribió un libro de haikú, lo publicó la UACH, se llama Haikú: Bonsai de poesía. También uno de narrativa: Textiario: cuentos para entretener a la bestia que llevamos dentro. Es toda su vida profesor de literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde también fue director. Es licenciado en letras españolas y doctor en literatura.

miércoles, 29 de enero de 2025

La paradoja del amor: Un intento por definir lo indefinible

Gráfica, diseño de Marco Benavides
 
La paradoja del amor: Un intento por definir lo indefinible

 

Por Marco Benavides

 

El amor es un murmullo en la oscuridad, sombra que se desvanece cuando intentamos atraparla con palabras. Eco de un latido que resuena en el vacío, pero que, al querer describirlo, se convierte en silencio. ¿Cómo definir lo que por naturaleza escapa a la definición? El amor es una paradoja: es todo y nada al mismo tiempo, plenitud que nos desborda y vacío que nos consume.

Podríamos decir que el amor es un abrazo en un día frío, la mirada que atraviesa el alma, la risa que se comparte en un momento efímero. Pero ¿acaso no es también el dolor de una despedida, nostalgia de lo que fue y ya no es, la herida que nunca cicatriza? El amor es luz y sombra, vida y muerte, principio y fin. La contradicción hecha sentimiento.

Intentamos encerrarlo en frases poéticas, en metáforas que lo asemejan a un río, una flor, una llama. Pero el amor no es un río, aunque fluya; no es una flor, aunque pueda marchitarse; no es una llama, aunque arda. El amor es más que la suma de sus comparaciones. Fuerza invisible que nos mueve, transforma, destruye y reconstruye. Hilo invisible que teje las vidas, aunque no siempre podamos ver el patrón que forma.

Tez ahí radica su belleza: en su imposibilidad de ser definido. Su misterio se revela en la experiencia, no en la explicación. Se siente, se vive, se respira, pero que no se puede reducir a palabras. El amor en su esencia es inefable. Es como intentar atrapar el viento con las manos: siempre se nos escapará entre los dedos.

Quizás, en lugar de intentar definirlo, deberíamos simplemente dejarnos llevar por él. Que nos inunde. Que nos transforme. Que nos lleve a lugares desconocidos. Porque el amor no necesita ser entendido. No necesita ser nombrado para ser real. El amor simplemente es. En eso radica su magia, su misterio. Su eterna paradoja.

Pero ¿cómo llegamos a esta conclusión? ¿Cómo podemos aceptar que algo tan fundamental sea, al mismo tiempo, tan elusivo, tan intangible? La respuesta, quizás, está en la propia naturaleza del amor. El amor no es estático; es dinámico, cambiante, evolutivo. Lo que sentimos en un momento dado puede transformarse en algo diferente al siguiente. El amor de hoy no es el mismo que el de ayer, ni será el mismo que el de mañana. Y es precisamente esta fluidez lo que lo hace tan difícil de definir.

El amor también es subjetivo. Lo que una persona considera amor, otra puede verlo como obsesión, dependencia, simple afecto. Cada uno de nosotros experimenta el amor de manera única, influenciado por nuestras experiencias, expectativas, miedos, esperanzas. Por eso cualquier intento de definir el amor de manera universal está apuntando al infinito. Es una experiencia personal e intransferible.

El amor no se limita a las relaciones románticas. Existe el amor filial, el fraternal. El amor platónico. El amor propio. Cada una de estas formas de amor tiene sus propios matices. Todo comparte algo en común: esa sensación de conexión profunda, de pertenencia, trascendencia. El amor nos une, nos completa, nos hace sentir vivos.

Pero incluso dentro de una misma relación, el amor puede manifestarse de maneras diferentes. A veces es pasión desbordante; en otras, ternura sosegada. Alegría compartida, y otras veces consuelo en la tristeza. Es capaz de adaptarse, transformarse, reinventarse. Un río que cambia su curso según el terreno, pero que siempre encuentra camino hacia el mar.

Y tal vez sea esta capacidad de adaptación lo que hace que el amor sea tan resistente, tan perdurable. A pesar de los desafíos, las dificultades, las pérdidas, el amor persiste. Puede que cambie de forma, que se oculte por un tiempo, pero nunca desaparece. El amor deja huellas, cicatrices, recuerdos. Y es a través de estas marcas que podemos rastrear su presencia.

En lugar de tratar de definir el amor, solo queda simplemente abrirnos a él, permitir que nos guíe, nos transforme, nos revele nuestro propio tiempo.

Porque al final, el amor no es algo que se pueda entender con la mente, sino algo que se siente. Y aunque nunca podamos definirlo, eso no disminuye su importancia, su belleza, su poder. El amor Es, y eso es suficiente.

Así que, ¿qué es el amor? Tal vez la respuesta más honesta sea: no lo sé. Tal vez en esa incertidumbre, encontramos la verdad más profunda. El amor es suficiente.

 

28 enero 2025

 


Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.

martes, 28 de enero de 2025

El café


El café

 

Por Sergio Torres

 

Beber café, acompañado por alguien que te descubre la importancia que tiene en su vida el amanecer, la primavera, la risa de su hijo, la sonrisa del perro, el sonido del viento acariciando las hojas de los árboles, es una experiencia que quieres repetir. Nunca sucede. Hoy, esta persona pudo venir a esta cita con el destino, con un corazón abierto y alma generosa que te comparte sus íntimas anécdotas, pero mañana, después, otro día, esto será distinto: su percepción, su punto de vista, su juicio, sus sentimientos habrán cambiado. Tal vez sea más duro de corazón, tal vez un dolor entumece su lengua, tal vez una tristeza enturbia su mirada. Yo he invitado a decenas de personas a beber café conmigo, a comer pastel en Dulce Pecado, Kaldi, Cielito Lindo, en Sanborns de Misiones. Unos han venido, otros han respondido que otro día, que van a ver, que claro que sí pero no aparecen. Tengo una persona a quien quiero cerca que me dice: Tú sígueme invitando, tal vez un día te diga que sí.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Entes míticos

 

Entes míticos

 

Por Fructuoso Irigoyen Rascón

 

Pepito -sí el de los chistes- personaje mítico en nuestra cultura, niño precoz y procaz, dueño de una malvada inocencia y a la vez que amo del doble sentido. Se levantaba un día sin reflexionar que él era realmente una invención del ingenio popular que le hacía protagonizar tantos chascarrillos o cuentos verdes.

Pero ¿era Pepito un niño malo? ¿cómo saberlo? La forma más sencilla: buscarlo en la lista de niños buenos en la que Santa Claus inscribe los nombres de aquellos que recibirán regalos en Navidad. Problema: si Pepito es mítico, Santa también lo es. 

¿Dónde encontrarlos? Bueno, todo mundo sabe que Santa vive en el Polo. ¿Y Pepito?  el trasfondo de los chistes en que aparece es clasemediero, urbano y mexicano, así que debe vivir en la Ciudad de México, Monterrey o Guadalajara. ¿Qué tal Chihuahua? Sí, Chihuahua tal vez.

Increíble, pero buscar un nombre en la lista de niños buenos de Santa Claus implica enfrentar una recalcitrante y espesa burocracia. Elfos y duendes de otras clases formulan las preguntas usuales: ¿Para qué quiere saberlo? ¿Es usted pariente del niño o de Santa Claus? ¿Algún interés o participación en la industria juguetera? ¿Sabes qué es Fisher Price? ¿Quién te paga para averiguar esto?

De cualquier forma, no encontrar a Pepito entre los niños buenos no necesariamente querría decir que era un niño malo, si como hemos dicho Pepito es un personaje mítico, no era de esperarse encontrarlo en esa o ninguna otra lista. ¿Otra lista? ¿Acaso hay otras listas?

—¡Por supuesto! Hay las de los niños malos, piensen en; Knecht Ruprecht, Friul, Krampus, Klabauff, Beffana, Zwarte Piet y otros.

—¡Caray! ¿Y esos quiénes son?  

—Son a veces acompañantes, a veces contrapartes, antítesis, de Santa. Se encargan de dar su merecido a los niños malos. Todos vienen de tradiciones europeas. 

  Ah, ¡qué europeos tan supersticiosos! ¿Tienen esos entes listas de niños malos?

—Deben de tenerlas.

Pero habíamos dejado a Pepito levantántandose: Aquella mañana Pepito comenzó a pensar en la Navidad que ya se aproximaba. Sabía que una vez más Santa ignoraría su cartita de este año. Un mal pensamiento le vino a la cabeza: jalarle las barbas al tal Santa. 

Días después, allá en el Polo Norte, Santa Claus oía el informe insulso (solo cifras y detalles de inventario) del elfo mayor respecto a cómo iba la fabricación de juguetes ese año. El elfo interrumpió su informe notando algo extraño en su amo y señor.

—Santa, ¿Se siente bien?

—Estoy un poco preocupado. El elfo médico sanitario me dice que mi azúcar está en los trescientos, el colesterol también altísimo, lo mismo que los triglicéridos. Quiere que pierda por lo menos 100 kilos de aquí a Navidad. 

—¡Tendremos un Santa Claus flaco!

—Que pase como broma, pero mis mejillas coloradas y mi gran panza siempre han sido mis distintivos y hasta hace poco creía yo que eran indicadores de mi buena salud.

—Ay, Santa. Tan viejo y tan...

—Sí, ya lo sé.

—Bueno, como usted siempre dice, hay que ponernos a trabajar en eso, a guardar la dieta ¿qué se le va a hacer? — Después de tales revelaciones el elfo mayor pidió licencia para retirarse. —Seguiremos después, ahora necesita usted descansar. Solo una cosita más, el niño de todos los años.

—Pepito, si mal no recuerdo.

—Ese mismo ahora dice en su cartita que si no le llega esta Navidad su patineta aerodinámica y su resortera con mira telescópica vendrá hasta acá para jalarle las barbas.

—No sé si tendré barbas para entonces. El elfo médico sanitario piensa que si el color de mis mejillas, chapete, no es rosácea pudiera ser un síntoma de la enfermedad de cushing, o peor, algo llamado carcinoide.

            —¿Y?

—Pues que, si determina que es necesario hacer biopsias, pudiera requerir que me rasurara.

—¡Oh, dios! Un Santa Claus flaco y sin barbas, ¡no puede ser!

—Es muy pronto para saber si eso pasará, de cualquier manera, ese nuevo Santa no será el de esta Navidad. Y si así lo fuera, el Pepito ese tendrá que jalar unas barbas postizas.

Una elfa, guapetona y pizpireta, (obviamente secretaria del elfo mayor) irrumpió en el recinto.

—Es respecto al niño ese. En general no contestamos las cartas cuando negamos los regalos, pero este es uno de esos casos en que debemos hacerlo.

  —¿Cómo es eso?

—Según nuestros registros, Pepito ya no es un niño, ha alcanzado la pubertad y por lo tanto…

—No califica. —interrumpió el elfo mayor. 

—No califica. —repitió Santa.

—No, no califica. —reiteró la elfa. 

Pepito, quien aún no se había percatado de su pertenencia a un nuevo grupo de edad, dado que solo la semana pasada había protagonizado tres tremendos chistes (que perderían su gracia si ya no fuera niño), debería recibir la carta de Claus Inc. como una bomba. Sin embargo, el ingenio popular no se rendiría; los cuentos verdes probablemente comenzarían ahora con la leyenda: cuando Pepito era niño.

 


Fructuoso Irigoyen Rascón, autor de Cerocahui, una verdadera épica de la región, es médico con especialidad en psiquiatría, con una vasta y brillante práctica profesional. Es autor, además, de los libros Tarahumara Medicine: Ethnobotany and Healing among the Raramuri of Mexico y Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores.

lunes, 27 de enero de 2025

Aproximaciones a los cuerpos sin aves

 

Cocodrilo Bit

Aproximaciones a los cuerpos sin aves

 

Por Benito Rosales

 

El taller de Otoño 2024, impartido por el maestro Margarito Cuéllar, en el que he tenido la oportunidad de participar, trabajé en un poemario donde exploro la tristeza, la nostalgia, la ansiedad, el abandono, el hastío, entre otros temas relacionados.

Hoy el poemario cuenta con 32 textos, en su mayoría breves, elaborados sin rima, de forma libre, con frases cortas y apenas una decena de versos. Es inevitable que guarde relación con mis libros anteriores, o que algunos de los poemas previos pudieran encajar en esta nueva entrega. Sin embargo, mientras en Sobre la cornisa del laberinto (Editorial Morgana, 2016) el acento recaía en el amor de pareja, y en Cuando estos cielos caigan como ojos de gato (Editorial Morgana, 2018) la temática era la búsqueda, en este nuevo poemario el eje principal es la tristeza y los conceptos que orbitan a su alrededor.

Mi primer impulso para escribir este cuaderno fue descubrir en mí ciertos rasgos marcados de depresión. Si bien nunca he sido diagnosticado clínicamente con esta enfermedad, después de leer algunos artículos relacionados con el tema, y de realizar ejercicios de retrospección y análisis personal, me di cuenta de que, con mucha probabilidad, en algunos momentos de mi vida la experimenté, aunque no pueda afirmarlo con la certeza de un diagnóstico médico.

Por otro lado, es cierto que este tipo de temática es recurrente en mi escritura. La literatura busca abordar los temas universales, y pensar que el amor y la felicidad son las únicas representaciones de la humanidad es un claro error. Así que, para comprender mejor lo que estoy trabajando y dar un contexto a este nuevo proyecto, investigué obras que podrían estar influyéndome. Guardando todas las distancias, ya que los autores citados son figuras reconocidas y consagradas, presento un listado de escritores cuya obra resuena con este trabajo:

 

Listado de influencias

1.     Charles Baudelaire (Francia, 1821–1867)

o    Obra principal: Las flores del mal (Les Fleurs du Mal).

o    Temas: Melancolía, decadencia, tedio existencial y dolor.

o    Cita representativa: Cuando el cielo bajo y pesado pesa como una tapa... (Spleen).

2.     Emily Dickinson (Estados Unidos, 1830–1886)

o    Obra principal: Poemas recopilados póstumamente.

o    Temas: Soledad, muerte, aislamiento emocional y fragilidad humana.

o    Cita representativa: Espero con cada grano de polvo. La muerte no se lleva mi desesperanza.

3.     Sylvia Plath (Estados Unidos, 1932–1963)

o    Obra principal: Ariel.

o    Temas: Depresión, pérdida y suicidio.

o    Cita representativa: Morir es un arte, como todo. Yo lo hago excepcionalmente bien. (Lady Lazarus).

4.     Alejandra Pizarnik (Argentina, 1936–1972)

o    Obra principal: Extracción de la piedra de locura.

o    Temas: Vacío, desamor, suicidio y silencio.

o    Cita representativa: Hay noches en que no duermo y me pregunto: ¿Y yo, para qué quiero la poesía?

5.     Pablo Neruda (Chile, 1904–1973)

o    Obra principal: Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

o    Temas: Amor perdido, melancolía y abandono.

o    Cita representativa: Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

6.     Federico García Lorca (España, 1898–1936)

o    Obra principal: Poeta en Nueva York.

o    Temas: Soledad, alienación, muerte e injusticia.

o    Cita representativa: Yo no quiero más que manos sobre mi frente. Olor a tierra para mi eternidad.

7.     Anne Sexton (Estados Unidos, 1928–1974)

o    Obra principal: Live or Die.

o    Temas: Depresión, angustia existencial y conflictos internos.

o    Cita representativa: A veces el mundo entero está sordo.

8.     César Vallejo (Perú, 1892–1938)

o    Obra principal: Trilce.

o    Temas: Soledad, pobreza y dolor humano.

o    Cita representativa: Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

9.     Fernando Pessoa (Portugal, 1888–1935)

o    Obra principal: El libro del desasosiego.

o    Temas: Vacío existencial, tristeza e introspección.

o    Cita representativa: Sufro del ansia de la eternidad.

10.Alfonsina Storni (Argentina, 1892–1938)

o    Obra principal: Mundo de siete pozos.

o    Temas: Amor no correspondido, suicidio y dolor interior.

o    Cita representativa: Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

 

Son verdaderos monstruos de la literatura. Lo tengo claro; solo aspiro a sembrar una flor que refleje, en su pálido brillo, un fragmento de ese enorme jardín en el que ellos habitan.


Desde la Colonia Municipal, en Monterrey. Domingo 26 enero 2025

 


Benito Rosales Barrientos nació en Monterrey, ha participado en talleres literarios de su ciudad natal. Es autor de los libros: Sobre la cornisa del laberinto, poemas; Cuando estos cielos caigan como ojos de gato, poemas; Las flores del jardín, cuento, 2017; La niña y la serpiente, cuento, Metimos la pata, entre otros.