Arte de Alberto Carlos
De compras
Por Alberto Carlos
La señora regresa del super, suena el claxón y sale uno
a meter los bultos a la cocina. La señora, feliz, extrae algo de una de las
bolsas.
—¡Mira, estaba en especial!
—Que bien... ¿Y qué es?
¡Ya está! ¡Se arma la bronca!
—¡No seas irónico! Ya no puede uno comprar nada. Todo
te parece mal.
—Un momento, yo solo preguntaba...
—Sí, “yo sólo preguntaba” (remeda y llora) ya conozco
tus indirectas (arrrecial el llanto) Yo... yo (jimotea).
—Cálmate mujer. Espera. Mira...
—¡Déjame! —y se mete a la recámara dando un portazo.
Total: después viene la calma, la normalidad y acaba
uno por aceptar el hecho.
Pasado un tiempo, todavía anda por ahí la cosa esa que
estaba en especial, sin saber uno de qué diablos se trata.
Debo decir que la cosa esa es de plástico: larga como
una antena de coche, más o menos de 40 centímetros. En un extremo tiene una
especie de cucharilla doblada unos 60 grados, pero no es propiamente una
cucharilla porque no es cóncava. En el otro extremo tiene una bolita del tamaño
de un chícharo de los importados. O sea de 8.07 milímetros de diámetro.
Debajo de la cucharilla está pegada una etiqueta blanca
con el precio anterior y encima de esta, una roja con el precio especial, que
por nada del mundo se ha querido despegar. Ya lo intentamos con agua, tiner, aguarrás
y líquido para despintar las uñas y ¡nada!... Ni pensar en rasparle porque el
plástico queda del asco.
Elucubrando sobre su posible utilidad, se me ocurrió
que podría servir para menear jaiboles. Pero ningún vaso es demasiado profundo
y, al menear, se contorsiona todo el vástago de tal manera que todo se mueve,
menos la cucharilla. Además, cuando hacia la prueba se tiñó de rojo toda la
bebida con el color de la maldita etiqueta que sigue pegada como lapa.
Todavía está la cosa esa en el cajón de las cucharas en
posición diagonal (porque no cabe de otra manera). En espera de que le demos el
uso que merece... ¡Pero estaba en especial!
Marzo 1981
Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas,
avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su
vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas
y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la
literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la
calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el
suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de
Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.
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