viernes, 17 de abril de 2020

Heriberto Ramírez Luján. Primera visita a Odessa

Primera visita a Odessa

Por Heriberto Ramírez Luján

Llegamos a un espacioso parque recreativo, una de sus principales atracciones era un avión bimotor de la Segunda Guerra, además había un enorme pulpo a manera de escultura por la cual podíamos caminar haciendo equilibrio. Era algo asombroso para alguien que había vivido en una pequeña comunidad rural.
Habíamos llegado a Odessa, Texas, con mi madre y mi hermana menor a visitar a mi padre que se encontraba de ilegal. Él estaba viviendo en una casucha de madera ubicada en el barrio mexicano, en la parte de atrás había una pequeña huerta en la que mi padre y mis hermanos le daban vuelo a la nostalgia por una tierra que habían hecho producir para obtener el sustento. Ahora, en otras latitudes, buscaban nuevos horizontes para sus vidas y la nuestra.
Recuerdos de esos días me traen a la memoria el sonido melodioso icónico de la campanilla en la camioneta de la nieve, que recuerdo costaba 25 centavos de dólar, casi obligado a comprarlo en un idioma desconocido para alguien que apenas articula el suyo.
Ese viaje fue inolvidable, porque entendí que había formas de vida muy distintas a la mía.



Heriberto Ramírez Luján, filósofo mexicano, redacta la lógica con precisión de cirujano. En sus ensayos y libros de filosofía y también en sus textos literarios. Sobrio y elegante profesor, el estoicismo es divisa de su estética. Y de su gran estilo.

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