viernes, 17 de abril de 2020

Heriberto Ramírez Luján. La tromba

La tromba

Por Heriberto Ramírez Luján

Cada viernes y sábado le ayudaba a Rodolfo a resguardar la entrada de La Balada del Gato, un bar que él administraba en comunión con Diana Álvarez. Eran los únicos días de la semana que tocaban y que abría el bar, ubicado en Plaza de las Cúpulas, en el periférico Ortiz Mena, cerca de la calle Mirador. Ahí le caía la raza que quería oír a Eskirla o a Espacios Vacíos en su primera época, o Anubis, los representantes del mejor metal de la localidad.
Esa noche me dijo Rodolfo que no abrirían, pues les cayó una tocada en Monterrey, así que me quedé en la casa que alquilaba en aquel entonces, de la 12 y Jiménez. Empezó a llover a eso de las nueve con mucha fuerza, al rato se fue la luz y la lluvia continuaba; la casa techada con terrado empezó a gotearse, así que a poner un bote por aquí y una olla por allá. Así estuvo lloviendo fuerte durante un rato más, hasta que hubo que acostarse.
Al día siguiente, domingo por la mañana, salí de casa rumbo al centro, llegué al Metal Shop de la Doblado e Independencia y me dice Luis Carlos, el dueño “Oye, anoche estuvo cañón, ¿ya viste el periódico?” Nunca me imaginé que tales cosas hubiesen ocurrido, entre ellas la muerte de Remigio Córdoba, quien queriendo rescatar en la colonia Villa a una anciana que arrastraba el arroyo, lo golpeara en la cabeza un cilindro de gas.




Heriberto Ramírez Luján, filósofo mexicano, redacta la lógica con precisión de cirujano. En sus ensayos y libros de filosofía y también en sus textos literarios. Sobrio y elegante profesor, el estoicismo es divisa de su estética. Y de su gran estilo.

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