lunes, 18 de abril de 2022

La película Casablanca muestra que las cosas esenciales tienen valor, con todo y el paso del tiempo. Viviana Mendoza Hernández


 

Cine Viv

La película Casablanca muestra que las cosas esenciales tienen valor, con todo y el paso del tiempo

 

 

Por Viviana Mendoza Hernández

 

 

Los problemas de tres personas no importan cuando el mundo entero se hace pedazos.

Rick Blaine.

 

 

En cuanto confirmé que Cinépolis volverá a traer algo de lo llamado Cine Clásico a sus salas, tal como hace poco hizo con El Padrino, me sentí emocionada. Más al saber que otra película sería Casablanca con el pretexto de sus ochenta años, pues fue el 25 de mayo de 1942 cuando comienza el rodaje de la película dirigida por Michael Curtiz. Ganadora de tres premios Oscar en 1943 al mejor director, mejor película y mejor guion adaptado.

La idea de verla en el cine, rodeada de oscuridad, y volver a encontrarme con una cinta en blanco y negro cuya historia nos la presentan desde una perspectiva bastante actual, si pensamos en Ucrania y otros países en conflicto, es una experiencia (desafortunadamente) atemporal. 

Esta proyección inicia así: "Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, muchos ojos en la aprisionada Europa miraron esperanzados, o con desesperación, hacia la libertad de las Américas. Lisboa se convirtió en el gran punto de embarque", dice el narrador.

"Pero no todo el mundo podía llegar a Lisboa directamente. Por eso surgió una tortuosa y enrevesada ruta de refugiados de París a Marsella, a través del Mediterráneo, hasta Orán; luego por tren, o auto, o a pie, a través del borde de África hasta Casablanca, en el Marruecos francés", agrega.

Cuando llegan a Marruecos, muchos pasan el tiempo en su local nocturno con más clase, Rick's Café Americain (El café americano de Rick).

Es el momento de conocer a los protagonistas: Rick Blaine, dueño del lugar; Ilsa Lund, su gran amor a quien conoció en París, esposa del líder de la resistencia checa, Victor Laszlo, de quien ella creía que había muerto en un campo de concentración alemán. Cuando supo que Laszlo seguía con vida, abandonó a Rick y regresó con su marido, causando que Rick llegara a Casablanca con una actitud cínica y el corazón aparentemente endurecido. 

La evidencia de que esa era solo una apariencia se acumula con varios sucesos en el local, aunque quien mejor sabe del tema es el pianista, Sam, quien interpreta la icónica canción As Time Goes By compuesta por Herman Hupfeld para una obra en Broadway, pero que tomó tanta importancia que un fragmento de la canción aparece en la secuencia de presentación de las películas de Warner Bros.

Voy a escribir acerca de algunos datos curiosos que aparecen en BBC y en la página de internet Filasiete, porque la historia, dentro y fuera de su creación, es importante para valorarla como algo más que una mera cursilería hollywoodense.

Se cuenta que muchas escenas hicieron llorar a los actores y al equipo de filmación, en parte porque muchos de ellos eran verdaderos refugiados. Conrad Veidt puede hacer el papel de un nazi en la película (un oficial de la Gestapo, el mayor Strasser), pero en realidad él huyo de los nazis.

Tanto el jefe de camareros del café (SZ Sakall), como el director de la película, Michael Curtiz, eran judíos húngaros: las tres hermanas de Sakall y su sobrina murieron en campos de concentración. "Casi todos los 75 actores y actrices que participaron en Casablanca eran inmigrantes", dice Noah Isenberg en su libro acerca de la película, Siempre tendremos Casablanca.

"Entre los 14 que se ganaron un lugar en los créditos de la película, solo tres nacieron en Estados Unidos: Humphrey Bogart, Dooley Wilson (el pianista del café, Sam), y Joy Page".

Veamos un poco más acerca de su historia dentro de nuestra realidad. 

El 8 de diciembre de 1941, el día después del ataque a Pearl Harbour, una copia de Everybody Comes to Rick’s llegó a las manos de Stephen Karnot, analista de historias de la Warner Brothers, quien redactó un informe y casi un plan para realizar la película a Hall B. Wallis, uno de los más afamados productores de la Warner.

Aeneas MacKenzie fue seleccionado pa­ra escribir el primer borrador de la historia. Durante seis semanas, él y Wally Kline desmenuzaron la obra en piezas para reescribir la estructura y cada una de sus partes.

Para resolver los problemas del primer borrador de MacKenzie y Kline, el productor Hal Wallis contrató a los hermanos Epstein, que tenían una merecida fama como reescritores de guiones. Julius y Philip Epstein.

Wallis ya había pensado en Humphrey Bogart, quien tenía contrato con la Columbia a partir de septiembre. El rodaje debía comenzar, por tanto, esa misma primavera: en abril. Y los Epstein, además, habían sido contratados por Capra para trabajar en Washington sobre su documental Why we fight. Ante estos problemas, Wallis contrató al más veterano guionista de la Warner, Howard Koch, para revisar esas páginas y reestructurar la trama.

Cuando, a principios de marzo, el veterano guionista Casey Robinson sugirió que Lois debía ser europea, de repente todo empezó a encajar luego de muchas discusiones acerca del cinismo de Rick y su relación con Ilsa, pues en el guion de la obra de teatro ella era una mujer superficial y no la romántica idealista que conocemos. 

Era indispensable encontrar a un actor para Víctor Laszlo, y el productor tenía pensado a Paul Henreid, de origen austríaco, refugiado del Tercer Reich, y también un vehemente detractor del nazismo. Era el ideal, pero se negaba, pues acaba de tener un gran éxito con Joan of Paris y la todavía no estrenada La extraña pasajera, y no aceptaba más que papeles protagonistas.

Los acontecimientos de la II Guerra Mundial inclinaron la balanza. Austria había entrado a formar parte del Tercer Reich, todos los ciudadanos de ese país que estuvieran sin trabajo debían salir del territorio americano. Y Paul Henreid, que estaba a punto de terminar La extraña pasajera, se vio de repente en un callejón sin salida: o aceptaba ser refugiado en la ficción de Casablanca, o lo sería realmente en algún lugar de Europa.

Paul aceptó el 1 de mayo de 1942, pero puso una condición: cobrar lo mismo que Bogart y Bergman.

Sus compromisos con la otra película fueron un problema más, pero pudieron resolverse mientras terminaban por definir el guion, pues todas las ideas del final no convencían a nadie hasta que los hermanos Epstein releyeron todo y se identificaron con lo que Humphrey Bogart y otros actores decían acerca de recalcar el valor humano del personaje.

De ahí sale la frase con que quise iniciar el texto. La escena completa incluye una de las citas más conocidas "Siempre tendremos París" ("Siempre nos quedará París" según otras versiones), que se enfoca en el aspecto romántico de una película que ofrece mucho más. 

Tanto, que hay que tomar en cuenta que el estreno de la cinta en Nueva York se programó para el 26 de noviembre de 1942 con el objetivo de aprovechar la reciente ocupación de la ciudad de Casablanca por los aliados. El estreno al público también se realizó en una fecha emblemática, el 23 de enero de 1943, justo cuando se llevaba a cabo la "Conferencia de Casablanca" donde se tomó la decisión de exigir una rendición incondicional a todas las potencias del Eje, y fue entre los líderes Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill, con la ausencia de Lenin porque ya estaban ante la batalla de Stalingrado, parte de la Operación Azul organizada por Alemania para obtener las riquezas minerales y petrolíferas de Ucrania y el Caúcaso. 

Los que sí participaron en la conferencia de Casablanca fueron Henri Giraud y Charles de Gaulle, ambos generales del ejército francés que se disputaban el liderazgo de la Francia libre.

Aquí entra recordar el papel que tuvo Max Steiner, el compositor de Lo que el viento se llevó, el genio detrás de la música en esta cinta. Según su costumbre, Steiner no empezó a trabajar hasta que estuvo terminada la versión definitiva. Quería tener un contacto directo con la historia, sin lectura previa del guion, porque eso le facilitaba un acercamiento fresco y original, sin ideas preconcebidas.

A él debemos la escena cuando Laszlo hace sonar La Marsellesa para ahogar la voz de los soldados alemanes que entonan Die Wacht am Rhein en el salón de Rick.

De esa escena puedo decir que la actriz que aparece es Madeleine Lebeau.

Nacida en 1923 cerca de París, Lebeau huyó de Francia horas antes de la invasión alemana con su entonces marido, el actor Marcel Dalio, en 1940. Llegaron a Lisboa y, con falsas visas chilenas, lograron subirse a un barco de mercancías portugués que llevaba a unos 300 refugiados, explica el Washington Post.

LeBeau y su marido lograron llegar hasta California.

La pareja acabó en Hollywood, y ambos aparecen en Casablanca, él como el croupier Emil.

Como dije, la historia está en ambas realidades, aunque en cuestiones prácticas el local de Rick en verdad nunca existió.

Todas las escenas están situadas en la ciudad de Casablanca, aunque por aquella época estaba muy lejos de poseer el glamour con el que aparece en la película. De hecho, muchos piensan que la Casablanca que se describía en el film en realidad se parecía más a Tánger, que por entonces gozaba de un status internacional parecido al que se reflejaba en la cinta.

La película fue rodada íntegramente en EE.UU. Todas las escenas fueron filmadas en los estudios de la Warner en California, con escenarios en gran parte reciclados de otras películas. La única que se rodó en exteriores fue la del aeropuerto y para ello se utilizó un aeródromo de Los Ángeles.

Creo que esto basta para entender la emoción que me da saber que volverá a la pantalla de los cines comerciales en esta época en la que hay quienes hemos sentido que el mundo entero se hace pedazos con lo que vivimos en los recientes años.  

Dejo el avance de Cinépolis: 

 

https://www.youtube.com/watch?v=nqlROp1TIgo

 

Título original: Casablanca

Año: 1942

Duración: 102 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Michael Curtiz

Guion: Julius J. Epstein, Philip G. Epstein, Howard Koch. Obra: Murray Burnett, Joan Alison

Música: Max Steiner

Fotografía: Arthur Edeson (B&W) (Blanco y negro)

Reparto: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Claude Rains, Conrad Veidt, Sydney Greenstreet, Peter Lorre, S.Z. Sakall, Madeleine LeBeau, Dooley Wilson, Joy Page, John Qualen, Leonid Kinskey, Curt Bois, Ed Agresti, Marcel Dalio, Enrique Acosta, Louis V. Arco, Frank Arnold, Leon Belasco, Oliver Blake

Productora: Warner Bros. Productor: Hal B. Wallis.

 






Viviana Y. Mendoza Hernández es egresada de la Facultad de Letras de la UACH, es autora de la novela Buscando una vida normal publicada en 2007 por la editorial de la misma universidad, así como algunos textos de sus tiempos como estudiante. Ha participado en diversas actividades de promoción y difusión cultural, así como de lecto-escritura para educación básica. Actualmente colabora (entre otros espacios digitales) en el periódico digital El Devenir de Chihuahua en la sección de cultura y escribe la columna Cine Viv.

No hay comentarios:

Publicar un comentario