Dintel de Almudena
1. Una última vez
Por Almudena
Cosgaya
El sol se asomaba
por el horizonte. Amelia caminaba en medio del estacionamiento de la
maquiladora, donde trabajaba desde hace cuatro años. No recordaba cómo había
llegado a ese lugar, ni dónde había estado antes. Aún así, estaba segura era
que debía comenzar su jornada laboral.
Fue hacia la
entrada de personal y se encontró con una compañera.
—¡Clarita! —dijo
sonriendo—. ¿A ti también se te hizo tarde?
Pero la joven
ignoro a Amelia, pasando de largo para entrar por los torniquetes.
—Que grosera...
pero ha de necesitar algo y vendrá a pedírmelo y se la voy a devolver —se dijo
Amelia mientras avanzaba con molestia.
Tanto había sido
su enojo que no se percató que ya estaba en el área de lockers. Miro cómo la
gente se apresuraba hacia sus lugares de trabajo, e incluso escucho algunos
gemidos, pero les restó importancia.
Era un día
extraño. Mucha gente la ignoraba y otra tanta escapaba de ella, o se aferraban
contra las paredes como si ella fuera el mismísimo demonio.
Reconozco que
cuando estoy de mal humor, mi rostro no puede disimularlo, pero esto es el
colmo, pensó mientras se preparaba a lavar el piso en área de producción. Y
nuevamente se extrañó de no recordar cómo había preparado todo para iniciar la
labor.
Casi a la hora de
la comida, una sonrisa se dibujó en el rostro pues no tardaría en pasar el
ingeniero Ricardo y le alegría el día, como siempre, con una amena platica
acompañada de algún buen elogio a su trabajo.
La sonrisa se
hizo más amplia cuando lo vio caminando por el pasillo de la línea 6. Se
apresuró al encuentro cuando se detuvo abruptamente. El rostro de Ricardo se
mostraba triste y se notaba que había derramado algunas lágrimas. En su bata
color verde y a la altura del corazón se posaba un moño negro. Aquello la hizo
detenerse y sin razón comenzó a retroceder hasta que chocó con alguien.
—¿Leo?
—El mismo que
viste y calza. Vaya, me alegro de que por fin alguien no me evada —dijo
Leonardo, sintiendo que una parte de él descansaba.
El temor de ambos
se alejó un momento al sentirse acompañados. Juntos se apresuraron al área
donde se guardaba el material, dispuestos a saber por qué todos los habían
estado ignorando.
Leo intento tomar
su gafete para abrir la puerta, cuando se dio cuenta que no lo traía con él.
Amelia descubrió con temor que ella tampoco lo traía. Aquello era sencillamente
imposible, pues para ingresar a la planta era necesario portarlo para que los
torniquetes les cedieran el paso.
Ambos se
apresuraron a la entrada. Debían hablar con un guardia de seguridad.
El señor Beltrán,
que llevaba más años que ellos trabajando en la planta, los miró, y tratando de
calmar sus emociones les dijo:
—Sabía que era
cuestión de tiempo.
—Señor Beltrán...
hemos perdido nuestros gafetes —se apresuró a decir Amelia.
—Podría
explicarnos qué está sucediendo —solicitó Leo con un presentimiento.
El señor Beltrán
cerro los ojos, luego emitió una respuesta.
—El día de ayer, después
de terminar el primer turno, hubo un terrible accidente. Una Toyota negra fue
embestida por sorpresa y los pasajeros, simplemente no volvieron a despertar.
El día de hoy se llevó a cabo una ceremonia conmemorativa a su memoria. Hoy los
tres andamos recorriendo nuestros pasos por última vez.
Unos ecos
resonaron en la planta, las sombras tomaron figura para dar la bienvenida a los
nuevos moradores.
Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó La maldición del séptimo invierno, su primera novela.
Que interesante me dejaste picada felicidades eres una gran escritora
ResponderEliminarTe amo
Excelente, no esperaba ese final.
ResponderEliminarMuchas felicidades Almudena.. Excelente escrito, lo buscaré completo.. saludos
ResponderEliminarFelicidades Almudena, muy buen relato, me mantuvo interesada hasta el final.
ResponderEliminarAaaaaay!!! Me dejaste picada!!! ME ENCANTA!!
ResponderEliminarMe encantó muchísimas felicidades, pero no nos dejes con la incógnita, que sigue????
ResponderEliminarFelicidades excelente
ResponderEliminarQue buena historia. Que seguirá ?
ResponderEliminar