Semillas de
historias y de estrellas
Por Arelí Chavira
Felicidad,
recompensa, armonía, supervivencia, satisfacción personal, suerte, romance,
sensatez, es lo que la leyenda dice que encontraremos en las plantas llamadas
diente de león y, cuando se marchitan, aparece la
auténtica magia: en ese momento, las semillas
están listas para ser dispersadas por el soplo de un niño, o de un no tan niño.
Además, son como un microcosmos: cada semilla es una historia, cada historia
una semilla. Es por eso que el nuevo libro de Jesús Chávez Marín se llama como
esta hermosa flor: Diente de León.
A
través de un hiperrealismo muy bien logrado, muestra un universo conformado por
pequeños relatos, algunos de ellos semejados a hermosos haikús, que llevan a la
reflexión y reflejan la belleza escondida en la cotidianeidad; la contemplación
desde la banca de un parque, el letrero absurdo colocado en una tienda de
abarrotes, el insomnio, la conversación con un extraño en la calle, los
consejos de un padre a los hijos, la relación de un abuelo con sus nietos, la
nostalgia del pasado, el epitafio que habrá de escribirse en una lápida cuando
llegue la hora.
Es
por esto que, a diferencia de algunos de los otros libros de Chávez Marín, en
este se observa un tono más personal, ya no solo crónicas o historias sobre la
sociedad, la cultura o algún personaje conocido, sino que el autor abre las
puertas e invita a conocer más de cerca algunos aspectos de su vida íntima y de
su forma de pensar; asimismo, el lenguaje lleno de imágenes poéticas y
evocadoras es cómplice porque abona el terreno blando de nuestro interior para
que las simientes echen su raíz en nuestros universos.
Así
pues, en la espera de volar, entre otros están Luz de la música que
dice:
Una tímida luz va iluminando tu
cara. La tibieza de tu mirada sintoniza el día, el sonido claro de la
madrugada.
O
El dibujo de ti en el azul:
Si no fuera por la iluminación de
esas nubes, no hallaría tu silueta en el umbral de mí.
O
Lobo/ hombre en París (La Unión):
Ya no soy el lobo que aúlla a la
luna como en los cuentos de terror. Me domesticó el tiempo, donde se diluye mi
cuerpo hacia la muerte. Además, en el ruido que levanta la multitud y sus
máquinas, la fiereza de un triste lobo dejó de ser nota; la hirsuta fiereza
quedó clasificada como fragilidad;
Y
por último de esta probadita, Recado al infinito:
Fui a la tienda de la esquina y
estaba cerrado. Mague dejó un papel con su letra palmer de preciosa caligrafía:
“Regreso en una hora”. ¿Qué hago, la espero o voy a otra tienda? Si hubiera
escrito: “Regreso a las 12:45”, podría yo calcular y decidir. Pero como dejó
dicho que regresa en una hora, Mague me remite al infinito. O sea, ella
regresará en una hora de cualquier hora que sea, de aquí hasta que me muera. O
ella. O quien llegue y vea el letrero y decida esperar.
Como
el diente de león que con el viento se dispersa por doquier, así estos
relatos-haikús. Al igual que alguien sopla sus pelusitas con la esperanza de
que alcancen al ser amado o vuelvan realidad los más profundos deseos, estas
semillitas de historias vuelan por los aires con el propósito de florecer en la
memoria de quienes los lean. Por lo que invito a cada una de las personas que
hoy nos acompañan a que se lleven a casa uno de los libros Diente de León,
porque también se dice que ellos están llenos de estrellas.
Chávez
Marín, Jesús: Diente de león. Vía Áurea Editorial, México, 2021.
Arelí Chavira es licenciada en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua con maestría en University of New Mexico in Las Cruces. Tiene publicados los libros de relatos Mudanza de Jazmín, publicado por el Instituto Chihuahuense de la Cultura en 2015, Lo que nos unió, publicado por Onomatopeya Editorial, y Zona de amigos, publicado por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Actualmente es profesora de literatura en la Universidad Tec Milenio, donde además coordina un taller literario.
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