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Por Ruby Myers
Estoy
en un momento en el que los cumpleaños empiezan a perder lustre, a verse
oxidados y un poco herrumbrosos. Ahora se sienten como algo imprevisto,
fortuito.
Lo que
resta me deja poco tiempo para buscar lo que he perdido. Logré cerrar largos paréntesis
de cruces y silencios, y estoy reconciliada con mi incapacidad para enhebrar
una aguja, porque ya ni siquiera recuerdo como se hace el punto de cruz.
El
desencanto ahora ocupa un lugar en la mesa y es un comensal voraz; el olvido se
ha transformado en un cuarto de trebejos donde guardo de todo: la infancia, mi
cama, los besos, y una que otra historia descolorida; hay días en que me cuesta
sostener las cosas y dejo caer desde una taza hasta los te quiero; he aprendido
a callarle la boca a la tristeza horneando galletas y tengo en la alacena,
siempre a la mano, el caprichoso vicio de los recuerdos.
A estas
alturas ya me resigné a no entender el misterioso lazo que une a Dios con las
manzanas y me conformo con buscar el divino rostro en mis pastillas para
dormir.
Soy una
sobreviviente que ha salido de los desfalcos con dos milagros que atesoro,
hermosos como las flores que nacen a la orilla de la carretera, un cuaderno
donde están escritos los nombres de mis amigos y un par de pecados sin
redención posible.
Los
cumpleaños después de los sesenta me tienen entre el asombro y el declive,
viviendo agradecida este futuro tan breve que abarca solamente el día de hoy.
Gracias
infinitas a todos los que son y están.
Ruby Myers es egresada de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en la carrera de cirujano dentista. Estuvo dedicada a la actividad empresarial durante 25 años. Es autora de los libros Entre café y jazmines y Calendario para las golondrinas; coautora de Contubernio y Poemas sobre la ciudad. Asistió como invitada a la Feria del Libro edición 2017 en San Miguel de Allende.
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