¿Me quieres de cierto?
Por Lorena Sosa
¿Me quieres de cierto?, me preguntaste un día, cuando los
hilos de la distancia se extendieron y la tijera del tiempo apareció, el cierto
se hizo presente, casi de manera constreñida, la duda ya comenzaba a entretejerse.
El cierto se desmorona, su columna de arena se ha impregnado
de secos labios y llanto comprimido, las paredes del vocablo fe se
humedecieron, la estancia se hizo estéril y se colgó un par de aretes en el
oído para imaginar que al no escucharte, al menos se podía ilustrar con voces
utópicas.
Oraciones disfrazaron las úlceras de las páginas en blanco
pero el amén nunca apareció.
Así de nuevo la ausencia se hizo presente y con ella un
heraldo me boletinó un par de partidas, la mía que estaba donde tú no, y la de
la letra o, me dijo que de la palabra cierto, la o es lo que había quedado y
ahora se marchaba, que ahí había estado estos últimos días, abierta y hueca,
resistente a cicatrizarse con un punto final.
La letra c que aparece al inicio de la palabra, también en
un inicio fue atada a globos de colores, aquellos días yo planee y volé. Noches
más tarde apareció en mi cama, en forma de medusa. La sentí en mi ingle, con un
calor electrizante, ardiendo como oz, arrancando lo que quedaba y entonces
aquel dolor fue el primero que me llenó de tu espacio.
Pero debo de aceptar que la letra que más me ha dolido fue
la e, con ella se unía la i que aparecía en tu nombre y la r que aparecía en la
mío, esas tres grafías se unían, bailaban en un mismo son en las palabras cierto
y quiero, en ese centro de sonidos, yo me mecía en ti y agotada en ti quedé
finalmente sacrificada en la t.
Hoy comprendo que cierto no contiene tú nombre, solo el mío
suprimido en los sonidos de mis pies. Aquel día en que subí por una escalera,
intentando alcanzar-te un suspiro, te quise de cierto. Y cuando ya no estabas
más te quise en el de-sierto que dejaste. Te quise y mucho, sobre todo en
des-acierto, te quise-harto. Pero hoy ya no hay más para escribirte, decirte que
te quiero de-shh. (Silencio).
María Lorena Sosa Rodríguez estudió letras españolas en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ha
publicado en la revista Once, de
Hermosillo, en la antología literaria Las
misiones del padre Kino y escribe la columna “Llavero”, en el periódico El universitario de la ciudad de
Chihuahua. Este año publicó su libro María
cabeza de empanada, en la editorial del Instituto Chihuahuense de la
Cultura.
Las rupturas amorosas empiezan temprano en la vida, y en el alma tierna de una jovencita es tan salvaje su devastación como para el resto de la humanidad.
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