viernes, 21 de agosto de 2020

Arelí Chavira. La musicalidad de la existencia

La musicalidad de la existencia


Por Arelí Chavira


Con Claroscuros de un Chihuahua musical Jesús Chávez Marín lo vuelve a hacer. Si con Aventuras de Coctel nos puso la pompa a andar, con este estupendo libro de relatos cierra con broche de oro, o continúa, solo él lo sabe. No obstante, ahora se ha valido de las palabras e imágenes musicales para que, si nos cae el saco, al menos sea con ritmo.
Jesús, a través de un hiperrealismo muy bien logrado, quizá por ahí nos encontremos con alguien conocido, pone en evidencia a la sociedad en la que vivimos, echando mano de la ironía, el humor negro, salpicaduras de inocencia, lo absurdo de la vida, reflexiones sobre los individuos, sus miedos, pasiones, ambiciones, sentimientos, errores y aciertos; además, nos identificamos con varias de las anécdotas que, me atrevo a decir, algunas de ellas son autobiográficas ya que, al igual que sus personajes, el autor forma parte de la misma rapsodia de la vida.
En la primera parte, llamada Primavera-verano, encontramos 26 relatos/movimientos, fue fecundo el verano, que transcurren, en su mayoría, en el siglo pasado, y nos orillan a darnos cuenta que pocas cosa han cambiado, para bien o para mal. Nos ubican, también, en la infancia y juventud de los personajes que les dan vida, por lo que el lenguaje es jovial y ágil, con tintes de seriedad en ocasiones, y, en algunos casos, de una prosa poética hermosa.
Al abrir el libro, las voces se escuchan tal como un disco de aquellos de acetato con historias grabadas; pareciera que los personajes se sientan con nosotros a charlar y nos cuentan sus vicisitudes, sus aventuras, sus más profundos sentimientos, con los cuales, reitero, empatizamos de inmediato.
Los temas van desde la mirada de la inocencia infantil que, a pesar de todo, nos puede salvar, como En el agua clara que brota en la fuente, movimiento allegro ,donde un niño pregunta a su mamá si al pescado que se van a comer no le dolerá que lo corten con un cuchillo, provocándole, ya sabrán, una pequeña crisis existencial y alimentaria a la pobre mujer. No sé si a ustedes les pasará cuando lo lean, pero inmediatamente que vi el título y los primeros renglones del cuento no pude evitar leer el resto con fondo musical de la canción de Cri Cri, y como no, si mi vibración está en la misma sintonía que la del pequeño, buena publicidad para los que somos vegetarianos, gracias por eso.
Pasan los temas por la iniciación a la vida sexual y amorosa que nos presenta el relato/movimiento andante con moto de El manantial, en donde un jovencito de 12 años afronta por primera vez las sensaciones y reacciones que presenta su cuerpo frente a la desnudez de una chica, unos años mayor que él: “Fue un milagro de la vista y también del aroma, porque una fragancia para mí desconocida llegó hasta mi cara, deliciosa y extraña. En ese momento aprendí cómo funciona el sentido del olfato que antes no había tenido para mí la menor significación ni conciencia”; en este movimiento predominan los sonidos del palo de lluvia, el piano y el sensual saxofón.
Continúan, sigo hablando de los temas, por la sociedad, sus prejuicios y estereotipos, con relatos como Adiós, hija querida y El box; el primero porque una chica, al parecer dio su “mal paso” y es necesario que se vaya de casa; y el segundo, todo hombre que se precie de ser bien macho debe de aprender a resolverlo todo a punta de golpes. Para estos, un in crescendo de cornos, timbales, cellos y violines.
Avanzan hasta llegar a la élite cultural y sus artistas: el relato En este lado del siglo llega de la mano de un monumental movimiento allegro vivace  barroco virreinal para amenizar la discusión entre unos amigos dedicados al arte, en una cena, en torno al asunto de si valdrá la pena perdonar a otro de ellos y retirarle la ley del hielo para que vuelva a gozar de los privilegios que eso conlleva, y de pasada, se sacan unos a otros los trapitos al sol: “A pesar de tus razones tan sentimentales como artificiales, esta vez te equivocas, le dice Edgarda Alana Morgana a Luis David Gustavo Adolfo Bécquer. Esa bestia peluda jamás, y óyemelo muy bien porque no voy a repetirlo, jamás volverá a poner un pie en esta casa de mi comadre. No tiene clase suficiente para seguir usufructuando nuestro círculo, que es de lo mejorcito que se ha dado en esta ciudad a veces tan vaquera y naca”.
La segunda parte, llamada Otoño-invierno, ubicada en la actualidad, la conforman 13 cuentos/movimientos, es árido el inverno, que tocan historias alrededor de las desilusiones amorosas, el abandono, los años que han pasado en vano, las crisis existenciales, la madurez de la edad, la vida y la muerte; también el otoño e invierno como épocas obscuras en la vida de las personas. El lenguaje, las palabras usadas por el autor, son las exactas para lograr ese ambiente de nostalgia, tristeza, melancolía y soledad, y de nueva cuenta nos sentamos a la mesa a tomar un café cliente o un aromático chocolatito con los pobladores de este universo alterno.
Comencemos con Rosa en la nube, movimiento andante, donde el protagonista no puede olvidar a la mujer que lo dejó por otro y vive solo para admirar, en un acto de adoración masoquista, los cientos de fotos que aún conserva; tema musical de esta parte, algo parecido al de Una historia de amor.
Reloj que se detiene, movimiento andante sobre un pintor que con sus días contados desea crear su obra póstuma.
Cucaracha, relato/movimiento más todavía que andante, sobre el alcoholismo y sus desgracias: ”…se sentía una cucaracha de la casa de junto cuyas antenas quizá detectan la alimentación y la buscan en los rincones, rogando al cielo que en ese momento no regresen los dueños y prendan la luz y lo miren oscuro y tembloroso.”
La noche en blanco, movimiento andante, cuyas notas narran los terribles momentos de insomnio de un hombre, en  los que  pareciera que la vida ha sido un fracaso y la luz del día solo sirve para comprobarlo.
En este libro la melodía se escucha, se narra y se siente por partida doble: por un lado, las palabras perfectamente orquestadas, por otro, las vibraciones musicales; ambas suenan al compás de las emociones que nos participan los personajes de cada una de estas historias/movimientos, de tal forma que es también una especie de partitura donde se van escribiendo las notas que componen este libro de cuentos/sinfónico, porque, como sabemos, cada una de las personas posee una sonoridad única que tiene que ver con lo que percibe y siente; no es otra cosa que la energía, que palpita en frecuencias bajas cuando se trata de pensamientos, emociones o sentimientos negativos, como miedo, ira, envidia,culpa, desamor, abandono y demás, y en frecuencias altas cuando hablamos de amor, alegría, libertad, compasión, en fin, todo lo referente al lado positivo. Es por eso que se han compuesto sinfonías y rapsodias obscuras y terribles; también llenas de luz y vida y otras más que llevan una mezcla de ambas.
Claroscuros de un Chihuahua musical como un pentagrama donde cada historia, cada individuo, con su sonido propio, forma parte del pentagrama, no solo de esta ciudad, sino de un microcosmos que bien puede existir en cualquier otro lado.De acuerdo con elmomento en el que se encuentren, cada uno de los personajes aporta sus sostenidos y bemoles, sus corcheas y semi corcheas, blancas o negras. Son instrumentos que tocan al son de la existencia. Y estos claroscuros matizarán su existencia, sea primavera-verano u otoño -invierno.
Quiero terminar mi intervención con la lectura de uno de mis relatos favoritos, donde Jesús, con una gran creatividad y manejo de la sintaxis, nos regala una maravillosa historia, no sin antes lanzar una que otra pedrada: El flyer de la señora Sofía. Pertenece a la primera parte.

El flayer de la señora Sofía

Esteban Medina iba escribiendo en su celular, cómodamente sentado en un carro negro de Uber, cuando un joven muy ágil le entregó el volante de un cuarto de plana por la ventanilla. Para distraerse un poco de la pantallita, se puso a leerlo como quien no quiere la cosa.
Desde la primera línea vio la tremenda falta de ortografía; como Esteban se dedica al oficio de editor, a veces se pone muy necio con la corrección gramatical. Señora Sofia sin acento en la i, en medio de un dibujito del Ojo de la Providencia y otro de San Judas Tadeo con la mecha prendida encima, reglamentaria.
Consejeria espiritual, decía la segunda línea, otra vez sin acento en la i.
Mejor ya no le sigo corrigiendo, pensó Esteban. ¿Qué tal si la señora Sofía es una taumaturga vengativa y me hace mal de ojo desde donde se halle? Bueno, tendrá poderes, pero tiene un publicista muy ignorante.
Se lee el tarot, le ayuda en cualquier problema tan grande que este sea de amor… De plano la sintaxis le valió madre. Infidelidad, se regresa al ser amado por muy alejado que este sea.
Y ¿qué tal si esta redacción es cabalística, otro lenguaje más allá de la lógica?
Se hacen amarres, desamarres, indulsamientos, limpias… Un momento, pensó Esteban, que para entonces ya había llegado al Kaldi de la calle Victoria, ¿indulsamiento? Esto ya rebasa los línderos de mi percepción. Lo más aproximado que halló en la wikipedia fue “endulzamiento: lo primero de todo es comprobar la gravedad del problema de pareja. Un ritual de endulzamiento aumentará los sentimientos de nuestra pareja hacia nosotros, de manera que tenemos que estar seguros de desear ese acercamiento”.
Luego también estaba lo de los amarres y desamarres, ¿se refiere a las actividades políticas en lo oscurito que tanto practican desde jefes de departamento hasta presidentes de lo que sea?
Nunca hubiera imaginado Esteban que este volante impreso a una sola tinta en color azul abriera tantas revelaciones y ventanas. Y pudiera suceder que algún año de estos hasta tuviera que solicitar los servicios de la Señora Sofía: Curo impotencia, insomnio, alcoholismo, nerviosismo, enfermedades desconocidas, retiro envidias, salaciones, malas vibras, enemigos ocultos.
Por lo pronto, no necesitaba remedios para el nerviosismo ni que le retiraran enemigos ocultos, pero sí una que otra envidia que a veces percibe como nube negra sobre su cabeza sin flamita protectora.
¿No le va bien en su negocio, rancho o empresa? No espere mas, venga conmigo y se convencera. No por nada llego este volante a sus manos.
¿Negocio, rancho o empresa?
Ya para entonces a Esteban había dejado de importarle que más, convencerá y llegó vinieran sin acento, se había convencido que ese papel era de otro mundo, con su propia ortografía, ineluctable y a la brava.
Absoluta seriedad y discrecion. Trabajos totalmente garantizados. Contactame al telefono… y venía un número de celular, al cual Esteban estuvo a punto de llamar de inmediato, pero mejor después, un día de estos, a ver si la semana que entra.
Y así fue como la señora Sofía se quedó entre los pendientes infinitos. A pesar de eso, por más que lo intentó, no pudo pasar por alto que discreción, contáctame y teléfono también vinieran sin acento. Tanto disparate gramatical ya era demasiado para su sensibilidad profesional, así que, desafiando los posibles conjuros, estrujó el papel y lo tiró a la basura.

Buena música, estridente a veces, y en otras, de las calmaditas. Agradezco a ustedes su atención.
Chávez Marín, Jesús: Claroscuros de un Chihuahua musical. Editorial Municipio de Chihuahua, México, 2019.
Febrero 2020




Arelí Chavira es licenciada en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua con maestría en University of New Mexico in Las Cruces. Tiene publicados los libros de relatos Mudanza de Jazmín, publicado por el Instituto Chihuahuense de la Cultura en 2015, y Lo que nos unió, publicado por Onomatopeya Editorial. Actualmente es profesora de literatura en la Universidad Tec Milenio, donde además coordina un taller literario.

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