sábado, 1 de agosto de 2020

Fernando Suárez Estrada. La pastorcita y el niño Madero


La pastorcita y el niño Madero

Por Fernando Suárez Estrada


Tu meta es el cielo... ¡Ya!
en la tierra y para todos
hay que luchar por el amor, el amor,
por la gente y por los monos,
los árboles y las piedras,
las nubes, las emociones,
¡la justicia!,
las religiones, la paz. 
Para ti nunca será
‘mañana será otro día’.
¡Todo tiene que ser hoy! ( 1 )


La pastorcita Alma Rosa, animada, acariciaba las barbas de aquel hombre lloroso, aniñado.
Francisco I. Madero entendió el mensaje que los espíritus de sus ancestros le transmitían a través de esa niña que le acercó sus ovejas, a los ruborizados troncos chispeantes e hipnotizadores, para que sintiera lo calientito de su lana.
Y el periodista Ignacio Herrerías, estando en la Hacienda de Bustillos, se quedó asombrado del liderazgo que tenía aquel niño grande, amistoso por naturaleza, soñador, de mirada de aspaviento, brillante, que se ganó la confianza y afectos de otros niños gigantes también sedientos de justicia, quijotescos, como él. Y lo que vieron sus ojos y escucharon sus oídos de comunicador se plasmó en la memoria y en el seno mismo de la historia matria, y en la nacional, en los siguientes términos:

A lo largo de la vía, formando grupos o aisladamente, estaban hasta mil quinientos o dos mil hombres, todos con el rifle al alcance de la mano, todos con los distintivos tricolores en el sombrero y en el pecho cargado también de medallitas con santos, imágenes en cartón... y siendo ya las seis de la tarde y la temperatura baja, habían encendido fogatas...  Otros estaban tirados, durmiendo a pierna suelta, y muchas mujeres les hacían compañía, calentando los alimentos. Se escuchaban canciones de frontera, y una, la de los revolucionarios, dice así:

No quiero más Porfirio
ni Reyes, ni Corral,
al que quiero es a Madero
en la silla presidencial.

Terminaban esto y lo repetían sin cesar. Es el Himno de la Revolución.
Detalle curioso –resalta la crónica–: La mayoría de los revolucionarios son hombres de treinta y cinco años en adelante...  me lo explicaron diciendo que la gente de estos rumbos respeta mucho a los padres y que estos dejan a los hijos el cuidado de sus terrenos y de la familia...  Distinguimos la capilla de la Hacienda, hermosa hasta llamar la atención.
(Pregunté:) ¿En qué acción recibió usted esa herida?
En la de Casas Grandes (respondió).
Pasamos a un grande y elegante comedor. Madero ocupó la cabecera de la mesa, Sommerfeld su derecha, yo a su izquierda. A mi izquierda Pascual Orozco y enseguida Steep (¡periodistas y revolucionarios!).
Su carácter (el de Madero) es verdaderamente infantil –subraya Herrerías–, y parece mentira que un hombre así haya podido tener la energía suficiente para llevar a cabo una campaña política y un levantamiento armado.

En la entrevista del caso, Madero habló de sus ideales ante la situación económica y política mexicana y ante la mirada camaleónica de los Estados Unidos. (2)
E incluso Francisco Villa, que en la misma Hacienda se encontró con Madero “por primera vez, quedó impresionado por ese hombre de ropas elegantes, mirada romántica y modales refinados. Villa estaba ante el jefe de la revolución y presidente provisional de la república, el personaje más importante que había conocido en su vida...” (3)

La pastorcita Alma Rosa, don Panchito Madero, don Alberto Madero Farías –tío de aquel y en ese tiempo administrador de la Hacienda de Bustillos, propiedad de la familia Zuloaga, sucesora del pelirrojo coronel Gabino Cuilty Valois, que fue uno de los concurrentes a la defensa del México asediado por los expansionistas americanos, en el frío y aciago diciembre de 1846; esposo este, además, de doña Luchita Bustamante, media hermana de don Carlos María de Bustamante, nada más y nada menos que uno de los redactores del acta  de nuestra independencia–. Los revolucionarios chihuahuenses y la sociedad mexicana enaltecieron la fresca política maderista, basada en el sostenimiento de la soberanía nacional y la dignidad del ciudadano libre. (4) (5) (6) (7)

Hay que luchar por el amor, el amor,
por la gente y por los monos,
los árboles y las piedras,
las nubes, las emociones,
¡la justicia!,
las religiones, la paz...

Al escuchar de nuevo el calador  himno de la pequeña ovejera –mimando la barba de su amiguito Francisco– los niñotes aquellos lloraron, fervorosos, y sus lágrimas bañaron sus medallitas de la Virgen Guadalupana, que eran los  escudos que protegían a sus esperanzados corazones y al Chihuahuita, chulo y maderista, de sus amores.


(1) ESTRADA, Alma Rosa. “UNA MUJER TAN CERCA DE LA VIDA”. Edición Cynthia Idaly Piñon Arras (LARISPE), Chihuahua 2018, pág. 33. La expresión “¡la justicia!” es complementaria, agregada por el autor de este cuento-ensayo.
(2) Ignacio Herrerías, en esa época, fue corresponsal de guerra del periódico EL TIEMPO de México y publicó una serie de entrevistas ligadas al movimiento revolucionario encabezado por Francisco I. Madero (11 de abril al 2 de mayo de 1911.-  Libro:  “MADERO EL INMACULADO, Historia de la Revolución de 1910”.-  Autor y recopilador:  AGUIRRE BENAVIDES, Adrián. Editorial Diana, S. A., México, 1962, pp. 224 y 236 a 243).
(3) VARGAS VALDÉS, Jesús. “VILLA BANDOLERO”. Editorial Planeta Mexicana, S. A. de C. V., México, D. F., pág. 160.
(4) CREEL DE MÜLLER, Lulú.  “EL CONQUISTADOR DEL DESIERTO.-  Biografía de un soldado de la República”. Talleres Lino-tipográficos de Imprenta Müller, Chihuahua, 1982, pp. 109 y 110. En estas páginas se narra que, bajo las instrucciones del gobernador Ángel Trías, el coronel Cuilty fue comisionado “a defender la integridad del suelo mexicano...  (llevaba) en él el orgullo de pertenecer a una patria joven, dadivosa, definitiva... ahora, ante la amenaza de una mutilación que hacía tambalear la integridad de México... (con) entereza psíquica... (y una estructura física débil) se desplomó del caballo antes de llegar al Sacramento, aniquilado por un derrame cerebral que hizo necesario que lo trajesen de vuelta para tratar de salvarle la vida.  ¿Qué hubiese sido de esa batalla si el bronco y bravío pelirrojo hubiese podido seguir al frente de su columna?...”. (La autora de esta obra guardaba ancestrales lazos familiares con don Gabino Cuilty).
(5) ALCARAZ, Ramón; BARREIRO, Alejo; CASTILLO, José María; ESCALANTE, Félix María; IGLESIAS, José María; MUÑOZ, Manuel; ORTIZ, Ramón; PAYNO, Manuel; PRIETO, Guillermo; RAMÍREZ, Ignacio; SABORIO, Napoleón; SCHIAFINO, Francisco; SEGURA, Francisco; TORRESCANO, Pablo María; URQUIDI, Francisco. “APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA GUERRA ENTRE MÉXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS.-  Edición Facsimilar de la de 1848”. Siglo XXI veintiuno Editores, S. A., México Argentina España, 1970, pp. 141, 142 y 143. En esta obra, se deja constancia de la intervención del Coronel Gabino Cuilty Valois en el episodio expansionista americano, atendiendo a la versión de cronistas e historiadores de la época.
(6) DOMINGUEZ MENDEZ, Humberto; GARCÍA GARDEA, Salvador; MARIONI MANRÍQUEZ, Manuel; MARTINEZ MIRAMONTES, Rubén; RAMOS MOLINA, Humberto; SUÁREZ ESTRADA, Fernando y TREVIZO NUŃEZ, Arturo. “DE SAN ANTONIO A CUAUHTÉMOC.-  Herencia de Grandeza”. Secretaría de Cultura de Chihuahua, 2019, pp. 29, 30 y 31. Se sintetiza la Historia familiar y militar de don Gabino Cuilty Valois.
(7) El reconocimiento a don Gabino como abuelo “fundador” de este extenso solar norteño, se debe al historiador cuauhtemense, doctor Pedro Castro Martínez (obra:  “CIUDAD CUAUHTÉMOC, CHIHUAHUA.-  Crónica de su fundación”, Universidad Autónoma Metropolitana y FONCA, México, pág. 15).






Fernando Suárez Estrada hizo la licenciatura en periodismo en Escuela de Carlos Septién García, se tituló con su tesis El espacio ambiente nos informa, y la licenciatura en derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde se tituló con su tesis Consideraciones generales en torno al derecho a la información. Es autor de las siguientes obras publicadas: Cuentos tarahumaras (1975), en la revista Comunidad, editada por la Universidad Iberoamericana, y los libros Jesusita y otros relatos (2001), Caminos del villismo, de la hacienda de bustillos a la epopeya” (2005), Milagro en los alamitos, novela histórica sobre el nacimiento de Cuauhtémoc, Chihuahua (2012) e Identidad cuauhtemense. También es coautor del libro colectivo De San Antonio a Cuauhtémoc, herencia de grandeza” (2019). Es Notario Público número dos para el Distrito Judicial Benito Juárez, Patente expedida el 12 mayo 1989.

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