lunes, 28 de septiembre de 2020

José Manuel García-García. Los demonios también sufren

 


lunes de jmgg

Los demonios también sufren

 

Por José Manuel García-García

 

 

I

 

El infierno (2010), [supuesta] sátira fársica de Luis Estrada.

Contextualicemos: esta película emerge de los residuos estomacales depositados por Felipe Calderón [alias Borolas] sobre México (“tarde supe que el resfriado de la corrupción mexicana era cáncer”).

Gracias a Calderón, el país pasó a ser narco noticia-roja, recuento de cadáveres y ciudades secuestradas por el crimen organizado en tribus armadas, hubo así el doble miedo (al narco y al aparato estatal).

Seré justo, El infierno emergió también del país de las narco-películas.

Quiso ser un proyecto de denuncia didáctica: educar divirtiendo a partir de un desfile de clichés básicos: sicarios, guerritas fratricidas, lenguaje ultra macho, corridos “perrotes”, narco mantas, teipiados, entamalados, entambados (las voces del narco-vocabulario son infinitas).

Calderón quiso detener la violencia y fracasó; Luis Estrada quiso denunciar el fecalismo narco y pasó a crear una caricatura épica de la narco-aristocracia norteña. [Así debería terminar mi Espora, pero continúo].

 

 

II

 

Resumen prescindible: Después de 20 años en USA, el Beny regresa a Narcolandia (San Miguel Arcángel). Viene pobre y desmemoriado. Allí se entera de que: (a) le han matado a su hermano; (b) tiene bajo su cargo a la bella prosti-viuda y al hijito de su hermano.

Sin pensarlo, el Beny pasa de desponchallantas a sicario.

Su narco-coach será el Cochiloco: un pistolero enorme, terrible y tierno. Se convierten en el dúo dinámico: matan, torturan, ajustan cuentas, se atizan, se empedan, roban al jefe Reyes, y cuando pueden, se defienden a balazos.

Pero no estamos vanagloriando al narco [perdón por esta ironía simplona], así que al buenazo Beny (a) le matan a su sensei, (b) se entera de que el jefe Reyes fue el que mató a su hermano, y c) ahora es perseguido por su propio bando, pues el sobrinito se ha unido al enemigo.

Los 15 minutos de «buena vida» han pasado. El Beny debe vengar la muerte del Cochiloco, de su hermano y de su amada. Y lo hará, en un espectacular y catártico 16 de septiembre, en plena celebración del Centenario. Allí son ajusticiados en gloriosa cámara lenta: el jefe Reyes, su esposa, dos sicarios de Oaxaca, un político local, un obispo y varias escorias más.

Moraleja didáctica: la justicia no existe, solo el ajusticiamiento, pero este debe ser en el mejor de los narco-estilos.

 

 

III

 

Colección de frases tomadas de El infierno (para amenizar la memoria):

(a) «En este pueblo matan nomás por cualquier cosa, ¿qué no ve que estamos en guerra?» —Una joven al Beny.

(b) «No seas pendejo. ¿A qué chingaos se regresa con los gringos que nomás nos tratan con la punta del pie?» —El Cochiloco al Beny.

(c) «Confiar es bueno, pero no confiar es mejor». —El narco Almada al Cochiloco.

(d) «Su tele, para que vea sus telenovelas y se olvide de esta pinche realidad». —El Beny a su amá.

(e) «El infierno es aquí merito». —El filósofo Cochiloco.

 

 

IV

 

Dos personajes memorables:

(1) El Cochiloco (el extraordinario Joaquín Cosío) es el norteño [Scareface] que (ni modo) eligió ser sicario y cumplir con el paradigma del narco-matón: dicharachero, filósofo elemental, psicópata entrañable, bueno para las balas, ostentoso al vestir, sencillo padre de familia, torturador profesional, expresivo en el silencio, amigo de sus amigos y afable protector. Momento trágico del Cochi: cuando le matan al hijo (el Cochiloquito).

(2) El Beny (el extraordinario Damián Alcázar) evolución rápida: pasa de Chicano Ingenuo a temible Narco Exterminador: jovial y derrotista, en constante búsqueda de consejos, codependiente del Cochiloco («Caray, mi Cochi, es como si usted fuera dos gentes a la vez»), jubiloso a pesar de que lo persigue un close up de amargos gestos, rápido para el faje y el crimen. Es el narco Viruta contra (los otros) narcos asesinos.

 

 

V

 

Y el humor, mucho humor, sangriento, cáustico, chovinista humor.

Humor a costa del Gusto Narco: los hiperbólicos corridos, las faltas de ortografía de las narco-mantas, los adornos kitsch en las casonas narcas, el narco patriarca domesticado (“doña Mari jodiendo a don José”), la doble vida del Cochiloco; la doble vida del hijo del Jefe Narco (machín & gay); la exageración consumista (relojes caros, casotas, trocas, prosti-buchonas, ropa chillante, botas color de rosa o verde perico, las ostentosas tumbas con estéreo para escuchar los corridos hechos a satisfacción del cliente, etcétera).

México se reía del gusto naco, ahora se mofa del mal-narco-gusto (aunque esa risa tiene un extraño gusto de envidia celebratoria o de garganta seca de miedo).

Clichés [al parecer] de risa denunciadora: mutilaciones pedagógicas, vendettas pírricas, fotos del Papa y el Jefe de Jefes, profesionalismo sicario (Oaxaca), y mucha violencia gore.

Solo hay una moraleja probable: el crimen perfecto es aquel que todos conocen, pero nadie se atreve a castigar, continuemos (pues) con ese crimen que agiliza la justicia.

 

 

VI

 

Antes de terminar, van más frases memorables:

(a) «Ahora sí, aunque no lo parezca, vamos ganando la guerra...». —Un político.

(b) «Más vale un soplón de quinta que un muerto de primera». —Un policía soplón de alto rango.

(c) «La política de nuestro señor presidente es convertir a México en un país de soplones». —El mismo soplón.

(d) «Lo juro por mi santa madrecita que voy a matar a mi hermano y a toda su prole... Yo le voy a demostrar quién la tiene más grande» —El Jefe Reyes.

(e) «Y esto para que se te quite lo pendejo» —El Jefe Reyes a un soplón antes del tiro de gracia.

 

 

VII

 

Las narco-películas son, a fin de cuentas, puro costumbrismo hiperbólico: una forma de jalarle a la cadena para irse por el caño del gusto celebratorio por la violencia como épica narca, solaz ante la pantalla cinematográfica, solaz por vivir en un México Mad Max, Scareface, infernal. (Aplausos).

 

 

 

 

 

José Manuel García-García es autor de muchos libros, la mayoría de ellos publicados, entre ellos estos: Estados de asombro. Entre aforismos y micropoemas (2016), GUARDA-QUIMƎRAS (2016), Microagniciones (2015), Piezas para un poemario (2014), El libro de las islas perdidas (2012) Guardamemorias (2005), Literatura juarense (Inicios de modernidad) 2017, Literatura juarense (Escenas de guerra) 2017, La obra de Jesús Gardea. Hacia una mereología estética (2017) y Ciudad Juárez, versiones de una Toma, 1911 (2011). Fue coordinador del Taller Literario del Museo de Arte (INBA, 2000-2007) y lo es del Taller Literario Pizca a las 6:30, Las Cruces, desde 2011. Ha sido editor de una veintena de libros de diversos autores, de Armario (suplemento cultural de Semanario, ciudad Juárez, 2000-2007), de las revistas Noesis (UACJ) y Arenas Blancas (NMSU). jmgarcia@nmsu.edu

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