lunes, 8 de febrero de 2021

Sergio Torres. Como querer a un dios

 

Como querer a un dios

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Un día desperté, tomé el teléfono y le envié un mensaje al objeto de mis querencias:

 

¿Vamos a desayunar?

 

Me levanté, tendí la cama, recogí los trastes sucios, ordené la sala- cocina- comedor- lavandería- estudio, lavé los trastes. Revisé los cubos de basura y colecté su contenido en una bolsa grande. Barrí el polvo del departamento, preparé la ropa sucia para lavarla mientras llenaba una cubeta con agua para trapear; puse las sillas en una recámara mientras trapeaba. Para que fuera más rápido el secado, encendí el ventilado, en bajo.

Cambié de habitación, abrí las ventanas y amarré las cortinas para dejar entrar la luz y el calor del sol.

Con el trapeador atrapaba el polvo mientras esparcía un relajante aroma a lavanda, el piso adquiría un brillo instantáneo de limpieza y frescor con un aroma que perdura.

Revisé el teléfono.

Sin respuesta.

Como la ropa ya había terminado su paseo depurativo en la lavadora, la cambié de máquina, vacaciones cálidas en la secadora, 90 minutos de vueltas alrededor de una fuente de calor... algo como nosotros en dimensiones superlativas.

Mientras seguía esperando una respuesta, tomé una ducha.

Preparé ropa y tomé camino al baño, doce pasos entre el perfume almizclado a humanidad y el sintético aroma a limpio del jabón, el desodorante y los demás afeites de la civilización occidental.

Tomé el baño como de costumbre, sin prisas ni pausas, como cantando una canción "cabeza, cuello, hombros, pies" y todos los puntos intermedios; minutos de introspección y autorreconocimiento, de discurrir eternidades en diez minutos o menos.

Limpio y fresco, volví mis doce pasos a la recámara, revisé de nuevo el teléfono, aún sin respuesta.

Decidí practicar mi caligrafía en el ínter de recibir respuesta y esperar la campanilla de aviso del final de ciclo de la secadora, dejar que la superficie del papel se llene de trazos suaves o firmes, redondos, curvos, rectos, meditados, bruscos, prolongados, breves.

Dibujar letras hermosas y también algunos intentos no tan bellos, singularidades en el intento de uniformidad del blanco y negro del papel y la tinta, deleite de hacedor, goce unívoco de recreador. ¡Cling! suena la campana de la secadora.

Decido ir a desayunar solo. Cuando la mesera trae mi plato, llega un mensaje:

 

Sí, vamos.

 







Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

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