Utrora
Imaginarios con Héctor
Por Sigfrido Viguería Espinoza
Fui hace quince días a su taller para saludarlo, pero no tuve la suerte de allí estuviera.
―Te veo en el cruce de caminos. Debes girar a la izquierda.
―Ir a la izquierda me llevará a la muerte, ¿cómo podría seguir viviendo?
―Recuerda un corrido que dice: si para morir nací, ¿no estás decepcionado de este mundo que nos consume?
―Es muy romántico eso, mejor mostrar que la vida es bella
―También es romántico pensar en la belleza de la vida, viendo como desaparecen y aparecen cuerpos.
―De todos modos, en Carados, a donde me mandas, es un sueño del que despertaré en la muerte. Mi cuerpo quedará en quien sabe que parte del mundo.
―Pero vendrán otros a continuar el trabajo, el ideal. Puedes quedarte quieto y vivir la vida de manera ordinaria. Puedes fingir que te importan los otros en lo que escribes o dices. Puedes hacer muchas cosas. Lo que no puedes hacer es suponer que la gente cree en lo que eres.
Sí. Ya habíamos conversado eso desde 2004 que lo conocí en los talleres de Arte Digital, sin embargo, me parece que seguimos repitiendo el mismo drama.
―¿Te acuerdas de que una vez te vi afuera de Casa de la Cultura y venías vestido de traje? Te pregunté si venías a una boda o a un evento cultural.
―¡Jajaja! Oiga, en esa idea la gente se queda en la superficie, solo la ironía o el sarcasmo pueden develar lo que se oculta.
―Pues sí, ya vez que te dije que me decían: ahí van esos locos, cuando hice ese cineclub, cuando participaba en los eventos de libros y quien sabe qué; de mis novelas se sabe algo, pero la gente me conoce como pintor.
―¿Le gusta lo que se anda escribiendo en Casas Grandes?
―Me gusta el Grafiti, unas cuantas cosas que he visto escritas. Algunas me gustan por la intención con que son escritas, pero me parece que la verdadera está oculta y entonces no me causan conflicto, pero no les creo.
―Cuando usted nos lleva a Carados por el camino de la izquierda. ¿Usted creyó siempre en eso?
―Tan creí que acá estoy ya, pero has venido a evocarme desde un mundo impersonal, yo que estoy en el mundo de las ideas. De todos modos, me agrada que me hables y me busques, pero sobre todo que no me olvides.
―Por eso vengo y le hablo, le escribo y sobre todo le agradezco que alguna vez me dijera que le parecía justo y honesto. Son dos valores que no puedo equiparar ni emular.
―Cuando te dije eso es porque no pensaba que eras perfecto o algo así. Lo que alcancé a leer tuyo me bastó para considerarte justo y honesto en lo que escribes. No puedo decir que realmente lo seas como persona. De igual forma, el recuerdo puede quedar, pero es mayor la huella si llega a ser literaria. No se olvida.
―Tengo unos proyectos sobre usted.
―Prefiero que no los digas y mejor los hagas. A ver qué pasa.
―En eso quedamos.
―En eso quedas tú. Espero y lo cumplas. El camino hacia Carados, que ya conoces: una especie de embrujo, ensueño o como quieras llamarle.
―Ya sé a dónde voy por ese camino, acuérdese que la vida es sueño.
Como preludio de justicia y memoria para el artista Héctor Nava Moreno
Sigfrido Viguería Espinoza es licenciado en letras españolas por la UACH. Tiene estudios de maestría en educación y doctorado en pedagogía. Es profesor de literatura en el Colegio de Bachilleres y asesor académico en la Normal Superior de Nuevo Casas Grandes. Escribe una columna llamada Mito, Literatura y Realidad en El Diario de Juárez. Tiene publicaciones en la revista literaria Hambre, en el podcast El buen Cruel, diario digital de Agua Prieta. Ha publicado en semanarios y revistas literarias como Nosotros, Metamorfosis y Letra Nostra. Es promotor cultural y académico en Normal Superior José E. Medrano R, UACJ Nuevo Casas Grandes y UPN Nuevo Casas Grandes. Dedica su tiempo a la literatura, la discusión académica y el canto lírico. Publica constantemente ensayos y poemas en medios impresos y electrónicos. Tiene una columna semanal llamada Utrora en Estilo Mápula revista de literatura.
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