lunes, 30 de septiembre de 2024

Carolina. Lourdes Ramos Peña

Carolina

 

 

Por Lourdes Ramos Peña

 

 

Te invitamos a la inauguración de la colección fotográfica Quinta Carolina en la mirada del Colectivo CF614 este jueves 3 octubre 2024 a las seis de la tarde.

El grupo nace en el año 2023, reúne a 25 fotógrafos y fotógrafas que buscan unir los esfuerzos individuales por un bien colectivo y así llevar la fotografía a la comunidad con una perspectiva única, desde el punto de vista de cada uno de quienes forman parte de este grupo multidisciplinario en edades, género y profesiones.

La Quinta Carolina uno de los lugares más emblemáticos de Chihuahua, construida durante en 1896 con un estilo europeo, para albergar la casa de campo de Luis Terrazas; el nombre que lleva es en honor a su esposa Carolina Cuilty.

El Colectivo CF614 quiere mostrar con esta serie de imágenes una mirada actual del pasado y dejar un registro fotográfico de tan hermoso lugar, que tiene remates y detalles únicos.

A través de una serie de 90 imágenes, los artistas ofrecen un recorrido por este bello lugar lleno de historia, que vivió y fue testigo de tantos cambios culturales y sociales en la vida de México.

 

Integrantes:

Adriana Rojas

Armando Aguirre

Brenda Fierro

Carlos Orona

Cristina Gust

David Sánchez

Erika Ruiz

Fernando Montes

Hugo Gutiérrez

Isaac Olivas

Jaime Sentiés

Javier Montoya

Joel de la Rocha

Laura Moreno

Lily Gallarza

Lorena Borja

Martha Madrid

Martin Corral

Omar Soto

Oscar Domínguez

Rafael Domínguez

Raúl Güereque

Rodolfo Ortiz

Tony Izaguirre

 

Poliforum Cultural Universitario, Escorza 900, Centro Histórico, Teléfono 439-1500 extensión 2026. Arq. Lourdes Ramos Peña.

Entrada libre.

Lea independiente en la FIL Monterrey 2024. Benito Rosales

Cocodrilo Bit

Lea independiente en la FIL Monterrey 2024

 

 

Por Benito Rosales

 

 

Este pasado fin de semana, el viernes 28 septiembre 2024, comenzó la Feria Internacional del Libro Monterrey 2024. Los amigos del colectivo Lea independiente, conformado por Rafael Cárdenas Aldrete (que, dicho sea de paso, este año su Editorial Poetazos cumple 30 años), Aurora Carranza de la Librería El Farol, Abraham Martínez (Cuervo Oscuro), editor, escritor y dibujante, y Marisol Vera Guerra de la Editorial Morgana, estarán presentes en el stand 232. Desde hace algún tiempo han logrado abrir espacios en este tipo de eventos para escritores independientes que no tienen los reflectores de los autores mediáticos, o que no cuentan con el apoyo de una editorial para colocar su obra en grandes foros.

Si bien generalmente el lugar que les asignan no es el mejor ‒casi siempre es un espacio pequeño en una esquina‒, el cariño y la dedicación con los que lo hacen son dignos de reconocimiento. Me ha tocado ver su evolución y he tenido la oportunidad de que mis libros estén en sus anaqueles. Este año lanzaron una convocatoria desde su página de Facebook, registraron a los autores y sus obras, definieron la logística para hacer guardias en el stand, diseñaron flyers, los compartieron en redes, etcétera, todo esto con un presupuesto mínimo, generado a partir de la organización colectiva y solidaria de estos eventos y, obviamente, mediante la venta de los libros.

Si tienen la oportunidad de estar en Monterrey esta semana, dense una vuelta por Cintermex (Av. Fundidora No. 501, Col. Obrera, 64010 Monterrey, N.L.). La feria abarca desde la Sala A1 hasta la Sala D. No se arrepentirán. Aprovechen la oportunidad de leer literatura local: autores regiomontanos y nacionales, no tan conocidos ni renombrados como otros, pero sí reales, con una propuesta diferente y una voz genuina. Podrán encontrar poesía, cuento, novela, cómic, entre otros géneros, dirigidos a todas las edades.

Les comparto las siguientes ligas de Facebook donde podrán encontrar más información:

 

LEA Independiente

https://www.facebook.com/LEAIndependientes?locale=es_LA

 

FIL Mty 2024

https://www.facebook.com/FeriaDelLibroMty?locale=es_LA

 

Poetazos

https://www.facebook.com/Poetazos/?locale=es_LA

 

Ediciones Morgana

https://www.facebook.com/profile.php?id=100063507506299&locale=es_LA

 

Librería El Farol

https://www.facebook.com/libreriadelfarol?locale=es_LA

 

Cuervo oscuro

https://www.facebook.com/cuervoscuro?locale=es_LA

 

Todos invitados a visitar la FIL Mty 2024 y el stand 232 de LEA Independiente.

 

Monterrey, 29 septiembre 2024

 

 

 

Benito Rosales Barrientos nació en Monterrey, ha participado en talleres literarios de su ciudad natal. Es autor de los libros: Sobre la cornisa del laberinto, poemas; Cuando estos cielos caigan como ojos de gato, poemas; Las flores del jardín, cuento, 2017; La niña y la serpiente, cuento, Metimos la pata, entre otros.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Mario Islasáinz Por Marisol Vera Guerra

Mario Islasáinz

 

 

Por Marisol Vera Guerra

 

 

Hace 15 años, el poeta Mario Islasáinz me escribió desde Orizaba para invitarme a formar parte de una colección de poesía joven que estaba editando dentro de su editorial llamada Letras de pasto verde. Yo no lo conocía, y él tampoco a mí, pero me dijo, muy convencido, que le parecía una de las nuevas voces de la poesía mexicana que seguirían dando de qué hablar durante las siguientes décadas.

Me dejó conmovida y hasta intimidada por semejante responsabilidad: con esa aseveración me sentí comprometida a cumplir la profecía y mantener mi compromiso con la poesía, al menos, durante los siguientes 50 años.

Por entonces yo acababa de publicar mi primer libro y había sido incluida en algunas antologías, escribía en un par de blogs (que ya se han quedado en el archivo muerto) y estaba comenzando mi oficio de columnista en el periódico La Razón de Tampico.

Mi voz le pareció valiosa a Mario y publicó mi segundo poemario: Crónica del silencio sin pedirme nada a cambio, más que lo compartiera con otros.

Así era Mario.

Nunca se concretó el café que alguna vez dijimos que beberíamos juntos, y no lo pude saludar en persona, pero de alguna manera le conocí a través de las muchas iniciativas que tenía en favor de la poesía.

Hoy me enteré de que ha partido de este plano terrenal y solo me resta hacer una reverencia, con respeto y gratitud, para desearle buen viaje hacia la eternidad.

 

 

 

Marisol Vera Guerra estudió psicología en el Instituto de Ciencias y Estudios Superiores de Tamaulipas, obtuvo el grado de maestría en ciencias de la educación por la Universidad de las Naciones en Veracruz. Sus primeras obras fueron publicadas por la editorial tampiqueña Voces de Barlovento. En 2008 fue responsable de la revista Anábasis, la cual formó parte de un proyecto respaldado por el Consejo Ciudadano de Tampico. Ha publicado los libros #SilaMuerteSeEnamoraDeMí (2019), Imágenes de la fertilidad: Canciones al hijo del viento (2016), Canciones de espinas (2014), Gasterópodo (2014), Nunca tuve la vocación de Ana Karenina (2012), Tiempo sin orillas (2009), Crónica del silencio (2009), entre otras. Es autora de las obras de teatro Lilith o El juicio de la serpiente, Fotografía sin luz, La caricia de los tulipanes y Restauración del paraíso.

viernes, 27 de septiembre de 2024

Los territorios de la vista. Sergio Torres

Los territorios de la vista

 

 

Por Sergio Torres

 

 

La cámara del teléfono no hace mucha justicia a lo que los ojos ven. Las nubes parecen al alcance de la mano mientras recorremos el camino a 1860 metros sobre el nivel del mar. Carretera rodeada de pinos, la temperatura acá arriba de apenas de 26 grados… y pensar que amanecimos a 14 en pleno agosto.

Los pasos y los días que hemos vivido en estas 30 horas de viaje han sido agotadoras, pero valen la pena por la experiencia y por los lugares recorridos, además tener como guía a Miguel Méndez, historiador de Nuevo Casas Grandes, un privilegio casi de familia. Qué maravilla es la vida, tan llena de sorpresas.

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

jueves, 26 de septiembre de 2024

Alicia en el país del olvido. Luis Raúl Herrera Piñón

Rollos cortos

Alicia en el país del olvido

 

 

Por Luis Raúl Herrera Piñón

 

 

Muy humana, sencilla al extremo, sin caer en el sentimentalismo barato, honesta y sin grandes pretensiones, así es Still Alice, producción de 2014, con tintes de documental.

Alice Howland tiene 50 años de edad, es una reconocida profesora de lingüística, felizmente casada; tiene tres hijos adultos. Todo empieza a cambiar cuando extrañamente comienza a olvidar las palabras y luego más. Cuando su médico le diagnostica la aparición temprana de la enfermedad de Alzheimer, Alice y su familia se enfrentan a un desafío terrible contra esta enfermedad neurológica degenerativa que avanza poco a poco hacia una conclusión inevitable. En el camino, Alice lucha contra su incapacidad de recordar, e intenta dedicar la mayor parte de su tiempo para encontrar el amor y la paz, de manera que vivir valga la pena.

Julianne Moore está excelente en el papel de Alice, su actuación pasa por una gran cantidad de matices, desde la triunfal y segura de sí misma profesora, hasta la inestable e insegura enferma que cada vez falla en “encontrarse a sí misma”. A diferencia de la profundidad con la cual está tratado el personaje de Alice, los demás protagonistas de la historia tienen muy poco peso, sus personajes han sido esbozados solamente. Acaso el personaje de la hija menor, Lydia, interpretada por Kristen Stewart, tiene un poco más de profundidad y logra una actuación creíble.

Aunque sabemos lo que va a suceder con Alice –vemos y escuchamos a un neurólogo explicar que Alzheimer no tiene cura–,  la manifestación de la enfermedad a través de los gestos, y especialmente los ojos de Julianne Moore, nos va cautivando poco a poco hasta un punto donde quedamos verdaderamente atrapados en el dolor e impotencia que siente la protagonista, mientras su condición empeora.

Se han filmado muchas películas sobre enfermedades terribles, la mayoría muy melodramáticas y con aires de grandeza, pero Still Alice es una cinta pequeña, con un guion sencillo y directo. Se agradece que la fotografía sea igualmente clara, sin poesía innecesaria. Se nota que es una película independiente.

La película –basada en un libro escrito por Lisa Genova– fue dirigida por Richard Glatzer y Wash Westmoreland, pareja sentimental en la vida real. Lamentablemente Glatzer sabía perfectamente bien lo que el personaje de Alice sintió al ser diagnosticada con una enfermedad incurable, pues él mismo padeció de Esclerosis Lateral Amiotrófica –la misma de Stephen Hawking– por cuyas complicaciones falleció en marzo de 2015.

Still Alice es una película, si no para disfrutar, sí para reflexionar sobre la fragilidad de la vida.

 

Título original: Still Alice. Dirección: Richard Glatzer y Wash Westmoreland. País: Estados Unidos. Año: 2014. Reparto: Julianne Moore, Alec Baldwin, Kristen Stewart, Kate Bosworth, Hunter Parrish, Erin Darke, Shane McRae, Stephen Kunken. Duración: 101 min. Dónde ver: Amazon Prime Video.

 

 

 

 

Luis Raúl Herrera Piñón es el jefe de la Unidad de Cine de la Quinta Gameros desde hace 19 años, tiempo en el que ha privilegiado la difusión de la cultura, a través de cine de calidad. Durante años publicó en El Heraldo de Chihuahua su columna Rollos cortos, en donde hacía crónicas y crítica de cine.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

Aries. Karly S. Aguirre

Foto Pedro Chacón

Aries

 

 

Por Karly S. Aguirre

 

 

Del 21 de marzo al 19 de abril. Signo cardinal del elemento Fuego. Representa la niñez (0 a 12 años). Regido por Marte. Impulsivo, apasionado, creativo, enérgico. Le gusta la buena vida, las comodidades, la fiesta. Es un signo susceptible de caer en adicciones. Lo representa un carnero. Piedra: granate. Líder por naturaleza.

 

 

 

Karla Ivonne Sánchez Aguirre estudió en el bachillerato de artes y humanidades Cedart David Alfaro Siqueiros, donde estuvo en el especifico de literatura. Actualmente estudia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH. Escribe relatos y crónicas en redes sociales.

Jueves. Marco Benavides

Jueves

 

 

Por Marco Benavides

 

 

Era un jueves, un día pesado, como si cargara el peso de cada momento que pasa. La lluvia caía en gruesas cortinas, empapando la avenida y transformando la calle familiar en un paisaje de charcos relucientes. Era el tipo de día en el que el mundo parece más callado, amortiguado por el constante golpeteo de las gotas, donde las pisadas desaparecen en el sonido de la tormenta y donde los pensamientos se quedan más tiempo en la quietud del aire.

Al entrar desde la lluvia, sacudiendo las gotas del abrigo, juraría haber escuchado tu voz. Era suave, tal como solías hablar. Lo suficientemente baja como para hacerme detener. El eco de tus palabras siempre había estado conmigo, pero esta vez había algo más. Era como si estuvieras allí, justo detrás, lo suficientemente cerca como para que te sintiera, pero demasiado lejos para alcanzarte. Me di la vuelta, claro, esperando algún rastro de ti, pero la habitación estaba vacía.

Encendí las luces, luego el televisor, luego el radio. De alguna manera, esperaba que uno de ellos pudiera ahogar el vacío. Pero ningún sonido, ninguna noticia, ninguna canción al azar en la radio podía llenar el espacio que ahora parecía tan vasto. El fantasma de ti persistía, una presencia constante de la que no podía deshacerme. ¿Y el mundo ordinario que alguna vez conocimos? Parecía haberse deslizado entre mis dedos hace mucho tiempo, dejando solo recuerdos dispersos.

Me senté, sintiendo el peso de la pregunta que me había atormentado durante semanas. ¿Qué había pasado con todo? ¿A dónde se fue todo ‒las risas, la calidez, esa sensación de hogar que solía abrazarnos tan fácilmente? Casi podía escuchar a los demás decirlo: “Loco”, susurrarían, “Es solo la vida. Estas cosas pasan.” Pero eso no era suficiente. No era solo “la vida”. Era la vida que habíamos construido juntos, la vida que en un momento parecía tan sólida, tan inquebrantable como si nada pudiera desgarrarla.

Pero ahí estaba yo, sentado en medio de lo que se había convertido en un vacío, la vida que una vez reconocí se había desvanecido en algún lugar lejano, como un sueño olvidado. Y sin embargo, en ese mismo momento sentí algo moverse dentro de mí. Una determinación ‒no, no era exactamente determinación‒ una tranquila resolución. No lloraría por lo que se había perdido. No podía permitírmelo. Todavía había un mundo ordinario allá afuera, en algún lugar, y tenía que encontrarlo de nuevo. De alguna manera tenía que sobrevivir.

Pero ¿qué nos había llevado aquí, a este punto en el que incluso el orgullo, nuestra caída, parecía un recuerdo lejano? Lo recuerdo tan claramente, ese día en que me miraste a los ojos y dijiste: “El orgullo nos va a separar.” Y lo hizo. Por un tiempo, ambos nos aferramos a él, a ese sentido feroz de uno mismo que hacía que el compromiso se sintiera como una derrota. Pero el orgullo eventualmente se fue; tal vez se desvaneció en el mismo lugar donde nuestra conexión una vez floreció. Tú también te fuiste. No te culpo; tal vez debí haber huido contigo, cruzando esos tejados hacia lo desconocido. Pero me dejaste aquí, solo en el vacío de mi corazón, un espacio hueco donde una vez hubo calidez.

Me he preguntado desde entonces, ¿qué me pasó? ¿Qué le pasó a la persona que solía ser, la persona que era cuando tú estabas cerca? Es fácil descartarlo, llamarlo locura, decir: “Loco, algunos dirían.” Pero no estaba loco, ¿verdad? Estaba perdido. Perdido en un mundo que ya no se sentía familiar. Perdido en un momento en el que la persona que más necesitaba ‒mi amiga, mi confidente‒ se había deslizado lejos, dejando solo vagos recuerdos para hacerme compañía.

Te habías ido. Tenía que aceptarlo. Y en tu ausencia, los días se sentían más pesados, como si intentaran arrastrarme, más profundo en el dolor de perderte a ti y la vida que habíamos conocido. Pero tomé una decisión, tal vez la única que realmente importaba: no lloraría por ayer. Ayer se había ido, y ninguna cantidad de lágrimas o arrepentimiento lo traería de vuelta. Lo que tenía que hacer era encontrar ese mundo ordinario de nuevo. No sería el mismo, lo sabía. Pero tenía que aprender a navegarlo, a sobrevivir en esta nueva realidad que se sentía tan extraña.

Los periódicos, apilados al borde del camino mientras caminaba, estaban llenos de historias de sufrimiento, codicia y miedo, ecos de un mundo mucho más caótico y problemático que el que alguna vez conocí. Sentía como si todos estuvieran luchando sus propias batallas, perdidos en sus propias guerras personales, tanto santas como mundanas. Y en medio de todo eso, mi propio dolor se sentía pequeño. Insignificante, incluso. Una pequeña charla apenada en un mundo lleno de un dolor. Pero eso no lo hacía menos real para mí.

Hubo un tiempo en el que todo parecía tan simple, tan claro. Pasión o coincidencia ‒¿quién sabe cuál?‒ nos había unido. Tuvimos momentos en los que nos sentimos invencibles, ¿no es así? Pero el orgullo ‒siempre el orgullo‒se interpuso entre nosotros, desgarrando las costuras hasta que quedamos parados en lados opuestos de un abismo que no podíamos cruzar. Incluso cuando el orgullo se fue, había demasiada distancia, demasiada historia, y demasiado silencio.

Ahora aquí estoy, caminando por las calles empapadas de lluvia de un mundo que se siente extraño. Buscando. Siempre buscando ese mundo ordinario, el lugar donde todo vuelva a tener sentido, donde pueda despertar por la mañana y tener una sensación de paz, una sensación de pertenencia. Aún no estoy allí. Lo sé. Pero estoy intentándolo, y eso es todo lo que puedo hacer. La vida que tuve se ha ido, pero yo sigo aquí. Y de alguna manera, eso es suficiente. Porque al sobrevivir estoy aprendiendo, poco a poco, tal vez dolorosamente, pero con seguridad de que la vida avanza, esté yo preparado para ello o no.

Y así, sigo caminando. Cada paso me acerca un poco más a algo, aunque no sé exactamente qué es. Tal vez sea paz. Tal vez sea cierre. Tal vez sea solo aceptación. Lo que sea, es algo que me toca encontrar, y lo encontraré.

Al final, no se trata de llorar por lo que se perdió, sino de abrazar lo que queda. El mundo no es perfecto ‒nunca lo fue. Siempre habrá sufrimiento, miedo y codicia. Pero en algún lugar, en medio de todo ese caos, hay un mundo ordinario esperándome, un mundo donde pueda volver a vivir. Puede que no sea el mismo de antes, pero está bien. Porque en este nuevo mundo, aprenderé a sobrevivir.

 

20 septiembre 2024

 

https://tecnomednews.com/

drbenavides@medmultilingua.com

 

 

 

Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.

martes, 24 de septiembre de 2024

La historia de Basilio y Doña Equis. Fructuoso Irigoyen Rascón

La historia de Basilio y Doña Equis

 

 

Por Fructuoso Irigoyen Rascón

 

 

—Solo falta la firma del director médico para trasladarlo a la otra residencia. No creo que haya ningún problema.

—Problema ya lo ha habido. Es increíble que Basilio, con su diagnóstico y condición haya podido salirse del ala sur, encontrar la entrada al otro pabellón y luego dar con la habitación de Doña Equis.

—He dejado claro en la documentación del traslado que lo que pasó no es una conducta habitual. Se limitó a la atracción exclusivamente por otra paciente. No se espera que lo haga de nuevo.

—Espero que hayas redactado el incidente tan claramente que lo que pasó no sea un obstáculo para el traslado. Sabes bien que no hay nada que haga que una residencia no acepte a un nuevo ingreso como la presencia de indiscreciones sexuales.

—He evitado incluir suposiciones. Después de todo lo que tenemos es que la enfermera de guardia escuchó un ruido en el cuarto de Doña Equis y al asomarse a ver que era encontró a Basilio parado al pie de la cama. Ni siquiera sabemos si intentó tocarla o algo más. Él no nos dirá lo que pasó y ella, por su condición, no puede declarar nada.

—Lo que parece al menos sospechoso es el por qué estaba Basilio en el ala sur para comenzar. Ahí se internan pacientes que necesitan más supervisión, más vigilancia.

—No sé si el director médico de la otra residencia sepa la naturaleza de nuestra ala sur.

—Por supuesto que lo sabe. Recuerda que antes él fue director en esta residencia. Es por eso por lo que traigo este punto a colación.

—Tal vez debí haber incluido en la nota de referencia que fue trasladado al ala sur porque quería estar todo el tiempo con Doña Equis. A pesar de que ella no mostró descontento alguno, no tiene la capacidad de expresar nada, y al personal le pareció impropio.

—En mi pueblo se dice: “estaba de encimoso”.

—Eso mismo dijeron los que reportaron esa conducta.

—A todo esto ¿qué me puedes decir de Doña Equis?

—O, pues, que le llamamos Doña Equis por que en su ficha de ingreso su nombre aparece solo como la letra X ¿será por Ximena o por Xóchitl? ¿quién sabe?

—¡Ay mujer! No me refiero a eso ¿Cómo ha reaccionado por la remoción de Basilio y su traslado al ala sur?

—Aunque ella realmente no puede expresarse por su condición. A Lupita que es quien la atiende principalmente, le ha parecido que está tristona, desanimada. También le parece que se asustó con el incidente.

Sonó el teléfono.

—Era el director médico.

—¿Y qué dijo?

—Estaba furioso. Casi gritando dijo: “¿Cómo es posible que nadie le haya preguntado a Basilio qué andaba haciendo en el cuarto de Doña Equis?”.

Aunque ya resultaba extemporáneo, el error ya se había cometido y detectado. Las dos fueron inmediatamente después de la llamada corriendo al ala sur. Hallaron a Basilio solito sentado en el comedor.

—Basilio ¿qué andabas haciendo en el otro pabellón?

—Siquiera digan ¡buenos días! no parecen gente educada.

—Lo siento. Lo sentimos: ¡Buenos días!

—¿Preguntan sobre la otra noche?

—Claro. No pretendas no saber de que se trata.

—Nomás andaba visitando.

—¿A la mujer?

—A las mujeres: había dos en el cuarto. Una está casi muerta, no habla, apenas respira.

—¡Cierto! Olvidaba que Doña Equis tiene una compañera de cuarto ¿cuál era el motivo de la visita?

—Ella es mi amiga, siempre lo ha sido. Crecimos juntos en el barrio de Santa Rosa.

—¿Y no querías hacerle nada?

—¿Nada de qué? quería visitarla, ver cómo estaba.

—Pero andabas en pijamas.

—Es la ropa que nos dan en este lugar.

—¿Y cómo te saliste de aquí?

—Por la puerta. Aquella— señaló— le pregunté a la muchacha de la entrada ¿me dejas salir?

La directora y la trabajadora social se miraron una a la otra. El ala sur no tenía una muchacha en la entrada, los que llegaban pulsaban un timbre y la puerta se les abría con un control remoto desde la central de enfermeras. Para salir había que avisar a la misma central y cuando la persona a cargo lo veía a uno llegar a la puerta accionaba el mismo control remoto. Como la puerta se abría hacia adentro, al sonar el timbre había que jalarla de un asa que tenía para ese propósito.

—Pero dinos, por favor ¿no querías algo más?

—¿Cómo qué?

—Por ejemplo: besarla, abrazarla. Tú sabes.

—Hace años me hubiera gustado. Ahora ya no.

—Gracias, Basilio. Si finalmente como ya te han dicho, te vas a la otra residencia, que te vaya muy bien.

Basilio se quedó mirando a las dos mujeres mientras la enfermera accionaba el control remoto de la puerta. En el trayecto al pabellón principal la directora preguntó.

—¿Sabías tú algo de lo que dijo Basilio? ¿Que conoce a Doña Equis desde hace mucho tiempo?

—De hecho, sí había oído esa historia. Basilio lo había comentado varias veces cuando estaba en el pabellón principal sobre todo cuando le llamaron la atención de que andaba de encimoso con Doña Equis. Lupita, que es la que está pendiente de las visitas, le preguntó a la hermana de Doña Equis, que viene de vez en cuando, que si era cierto que los dos se conocían de tiempo atrás y ella dijo que no. Lo único discordante es que cuando le señalaron a Basilio este dijo: “Hola, Laura”.  Y se volteó hacia el otro lado. Aun entonces la hermana afirmó no haber visto a aquel hombre en toda su vida.

—¿Y la hermana? ¿De hecho se llama Laura?

—Sí.

—¿Y qué dice el récord? ¿Algo en común entre los dos residentes?

—¡Nada! De hecho, vienen de lugares muy diferentes y distantes uno del otro. Lo mismo sus historias personales; Basilio fue a la universidad tiene un título en administración. Doña Equis después del accidente nunca salió de su casa hasta ingresar a la residencia, aquí.

—¿Y lo del barrio de Santa Rosa?

—Es un barrio popular en Chihuahua. No creemos que ninguno de los dos haya vivido allí.

—Dijiste que la hermana de Doña Equis la visita de vez en cuando ¿Visita alguien a Basilio?

—Nadie ha venido a verlo desde que llegó, hace casi dos años. En la hoja de ingreso en el lugar en que aparece el nombre del familiar más cercano aparece el nombre de la trabajadora social del hospital que lo refirió a nuestra residencia. O sea, desde entonces no hay contacto con alguien que se pueda considerar un familiar.

—O sea, que en el nuevo traslado en que estamos trabajando tú aparecerás como el familiar más cercano de Basilio.

—Efectivamente, así es.

A veces este tipo de trámites se mueven de forma muy lenta, otras veces muy rápidamente, en otras el traslado propuesto nunca ocurre. Parecería que el caso de Basilio pertenecía al tercer tipo.

Al llegar a su oficina y encender la computadora, la directora encontró un memorándum del director médico de la otra residencia. Decía: “Debemos estudiar más este caso antes de aceptarlo”. Así que decidió dedicar su tiempo a otra cosa, aunque relacionado con el frustrado traslado era algo diferente. Había que investigar cómo fue que Basilio había podido salir del ala sur -casi una fuga- y emprender una acción disciplinaria en contra de quien resultara responsable. Basilio había sido sorprendido en el cuarto de Doña Equis a las once y cuarto de la noche. El ultimo cambio de turno en el ala sur había sido a las diez. Si Basilio aprovechó que había personal entrando y saliendo, a esa hora, las diez, era cuando la escapatoria había tenido lugar. Como era de esperarse cada enfermera y sus auxiliares que trabajaron aquella noche tanto en el turno que terminaba como en el que comenzaba a las diez negó haber tenido nada que ver con el asunto.

Debido al incidente hubo una inspección de los sistemas de seguridad tanto del ala sur como del pabellón principal. Basilio, no solo había logrado burlar un sistema propio de una cárcel para salir del ala sur, sino también penetrar al pabellón que, aunque menos estrictas también presentaba dificultades de acceso. La investigación fue inconclusa, todo parecía funcionar normalmente. Basilio nunca dio más detalles.

Así pues, las cosas volvieron a la normalidad, tanto en el pabellón principal como en el ala sur. El evento más importante en la vida sin eventos de Doña Equis fue que su compañera de cuarto finalmente falleció. La directora recordó las palabras de Basilio: “una está casi muerta, apenas respira”. Pronto fue remplazada, esta vez por una mujer más activa y platicadora. Doña Equis parecía estar poniendo atención a lo que su nueva compañera decía, y siempre estaba diciendo algo.

 En el ala sur tampoco había muchas novedades. cuando Basilio fue informado que no sería trasladado a la otra residencia, este comentó.

—Al menos estaré cerca.

Unas semanas después -es decir, un largo tiempo, pues en estos lugares el tiempo pasa muy despacio- sucedió algo completamente inusitado. La directora estaba sentada detrás de su escritorio, hojeaba unos papeles mientras disfrutaba de una humeante taza de café. Si algo tenía bueno la residencia, era la cafetera de la oficina de la directora. Un ruidito la hizo mirar hacia la puerta de su oficina, que siempre estaba entrecerrada. Nunca esperó ver a Basilio parado frente a su escritorio.

—¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejó salir? ¿y quién te dejó entrar?

—Otra vez, ni siquiera ¡Buenos días! Qué pobre educación.

—Sí, buenos días. Por favor, respóndeme. Es muy importante para nosotros saber cómo lo haces.

—Bueno, como la vez pasada hicieron tanto escándalo. Esta vez decidí venir a pedirle permiso a usted, señorita directora.

—¿Permiso?

—Sí, de visitar a mi amiga.

—¿Y quién te dejó salir del ala sur y entrar aquí?

—La muchacha de la entrada, nomás le dije que venía a verla a usted y me dejó salir. Cuando llegué aquí nomás entré, pues la puerta estaba abierta.

La directora tomó el teléfono, mientras le contestaban indicó a Basilio que se sentara en una silla dispuesta a un lado de su escritorio.

—¿Ala sur? Por favor, comuníqueme con la muchacha de la entrada.

—No hay nadie a la entrada. — respondió a la directora la jefa de piso.

—¿Y Basilio?

—Está en su cuarto o en el comedor.

Aparentemente, la jefa de piso pidió a alguien que buscara a Basilio, para estar segura.

—¡No está! — Dijo alguien claramente.

—Claro que no está. Aquí lo tengo en mi oficina. Vengan por él en media hora. Él y yo vamos a hacer una visita.

La directora tomó a Basilio del brazo y lo condujo hasta la puerta de la habitación que ocupaba Doña Equis.

—Espera aquí un minuto, mientras veo si está presentable.

En menos de un minuto, Basilio entró al cuarto, de reojo vio a la nueva compañera de cuarto de Doña Equis. La saludó levantando la mano. Luego se dirigió a su amiga.

—¡Buenos días, Clarita! ¿Cómo estás?

El rostro de la mujer se iluminó, se diría que sonrió a Basilio.

La visita fue breve, llegaron los asistentes y se llevaron a Basilio al ala sur. La directora pudo apreciar como Doña Equis sonreía y miraba la puerta por donde habían salido.

Una semana después murió Doña Equis, como todo en ella fue sin aspavientos, sin agonía propiamente dicha. Se lo dijeron a Basilio quien sin decir palabra se retiró a su cuarto, aparentemente lloraba.

Poco tiempo después sucedió la tercera fuga de Basilio. Esta vez desapareció en las calles de la ciudad. Nunca más se supo de él. Sobre el mostrador junto al botón que acciona el timbre que abre la puerta del ala sur había dejado un sobre con algunos billetes de a cien pesos dentro, con letra clara había escrito Basilio:

“Para la muchacha de la entrada”.

 

 

 

Fructuoso Irigoyen Rascón, autor del Cerocahui, una verdadera épica de la región, es médico con especialidad en psiquiatría, con una vasta y brillante práctica profesional. Es autor además de los libros Tarahumara Medicine: Ethnobotany and Healing among the Rarámuri of Mexico y Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores.

Fácil y abundante. Sergio Torres

Fácil y abundante

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Si esto es una película, quien la escribió tenía exceso de imaginación repentina que me da momentos realmente fantásticos. La vida es fácil y abundante. Otras veces la trama no avanza y todo se convierte en un rutinario salir y ponerse de sol, con algunas tareas intermedias que pueden incluir el trabajo, la pareja o su ausencia, los hijos, las mascotas, la familia, el construir una casa o alimentar un hogar. Cada situación es única, aunque el cerebro, gran ordenador del caos que nos rodea, insista en hacernos creer que todo es igual y esto lo socializamos al decir «Todos los hombres son iguales». «Todas las mujeres son iguales». Si alguna vez ha dicho alguna generalización, regrese un poco al presente: algo es diferente en esta ocasión. Si no es la primera vez, ya lo ha vivido, no igual que hoy, ahora sabe cosas, ahora es más sabio, ahora es más fuerte, ahora el mundo es más seguro, no porque realmente lo sea sino porque usted tiene más herramientas para saber que no todo lo que te reta es amenaza. Vive.

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Lección 71

Foto Jessica Aguirre Porras

Lección 71

 

Ejercicio de redacción

 

Escribir un relato con estas especificaciones:

 

  1. La acción que se cuenta sucedió hace 10 años.

  2. En el presente del relato, una pareja de esposos, o ex esposos, recuerda el aniversario 15 de su boda.

  3. El diálogo puede ser directo en la escena, o mediante un diálogo escrito en el whatsap.

  4. Hace diez años, todo era normal en su vida. Uno día, todo cambió, para bien o para mal, debido a un suceso fuerte: una muerte, una infidelidad, un despido del trabajo, un ascenso en el empleo, una proyecto que fue aprobado muy favorablemente, una beca de las de antes (de las de mucho dinero).

  5. Ese hecho cambió muy fuerte la situación de su vida y de su pareja. Para bien o para mal.

  6. En el presente del relato, cuando se comunican, no tienen hijos. Viven juntos o separados.

  7. El narrador personaje del discurso narrativo es en primera persona gramatical, yo, en masculino o en femenino, según sea autor o autora quien escribe.

  8. El presente del relato es el domingo 14 de julio de 2020, por la mañana.

  9. El aniversario de boda puede ser cualquier fecha, de hace más o menos 15 años.

  10. El hecho que cambió la vida de la pareja puede ser cualquier fecha, de hace más o menos 10 años.

  11. El diálogo que sucede en el presente del relato, también es por algún suceso significativo, y tiene mucho que ver con el desenlace del cuento.

  12. Resumen:

―Hace 15 años, estabilidad.

―Hace 10 años, plot (conflicto o revés de fortuna).

―Hoy, presente del relato.

―Desenlace: en algún momento de los hechos narrados, y se escribe al final del cuento.

 

JChM Taller Literario, abril 2020

Solidario. Guadalupe Guerrero

Solidario

 

 

Por Guadalupe Guerrero

 

 

En la fría soledad

depositó el invierno

una flama brillante

 

que la oscura voluntad

enciende.

 

Marzo 1990

 

 

 

Guadalupe Guerrero estudió antropología en la ENAH Chapultepec y sociología en la UNAM. Ganó el Premio Testimonio INBA Chihuahua con su novela Notas desde la montaña. Además, ha publicado los libros Redes, La virgen del cholo, A veces la soledad, Intervida, y otros más. Actualmente escribe novelas: tiene una en prensa que se llama Los trece domos genésicos.

lunes, 23 de septiembre de 2024

El mundo permanece fascinante. Sergio Torres

El mundo permanece fascinante

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Tengo 51 años y un día y 12 horas, el mundo permanece fascinante y tan misterioso como cuando tenía 10 años. Las personas que amo están bien encarriladas en lo suyo y las que no son de mi querencia también, en lo suyo. Lo mío es muy social, me involucra con mis alumnos y sus familias, es una red enorme de amores y dedicación. En algún momento tuve una compañera con quién soñar a diario y realizar el mundo, manifestar le dicen ahora. Pero como las cosas de la vida no son definitivas, el juego cambió y ahora navego dueño de mi propia vida, excepto porque sé que no siquiera eso me pertenece. Y ahí está ella, con sus ojos brillantes y perfectos. Y yo, con el cuerpo traicionero que un día funciona bien y otros veinte decide que el sistema de equilibrio es prescindible, o la respiración , o el latido del corazón, y me da sorpresas desagradables. Qué bendición enamorarse de un par de ojos tan bellos.

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Camiones urbanos. Jesús Alberto Cano Camúñez

Foto Jesús Alberto Cano Camúñez

Camiones urbanos

 

 

Por Jesús Alberto Cano Camúñez

 

 

Un viaje incómodo y reflexivo donde las masas citadinas se ven obligadas a la convergencia.

La concentración de energía se debe a la suma de experiencias múltiples del ambiente, gente que viene que viene, gente que va, almas en pena y destinos de felicidad.

Interrumpida reflexión por personajes históricos, gente que perdió el rumbo, emprendedores del arte y el mercado, estudiantes, obreros, burócratas y enfermeros. Todos en el mismo lugar sin un destino común.

Paso un tercio de mi tiempo consciente en este sitio, cuna de pensamiento, cama en tiempos de cansancio y desveló, nave de pobreza. De los pocos lugares que conserva el consumo no comercial. A veces incluso me reprocho imaginar las vidas ajenas.

 

 

 

Jesús Alberto Cano Camúñez es un músico con experiencia en producción musical. Actualmente toca en la banda Mantra Wave. Desde los 12 años ha estudiado guitarra clásica. Cursa estudios en producción musical y compone canciones.

Lección 70

Lección 70

 

Ejercicio de redacción

 

Escribir un relato con los siguientes elementos:

 

―Narrador omnisciente.

―Punto de vista instalado en el personaje Uno.

―El personaje Uno es de la misma edad que tú.

―Tiempo: El presente del relato sucede el lunes 2 abril 2020, entre las 9 de la mañana y las 9 de la noche.

―Personaje Dos: ex amante del personaje Uno.

―Personaje Tres: acreedor o acreedora del personaje Uno, que ya ganó un juicio de embargo y el uso de la fuerza pública para desalojarla de su casa, donde vive.

―Extensión del relato: Lo que dé, desde media página hasta diez. Acuérdare qie lo bueno, si breve, doblemente bueno.

 

JChM Taller Literario, marzo 2020

Los poemas en Teatro Ahora, de Juanjo Reiz. Benito Rosales

Cocodrilo Bit

Los poemas en Teatro Ahora, de Juanjo Reiz

 

 

Por Benito Rosales

 

 

En mi deseo de convertirme en escritor, he tenido la oportunidad de conocer a grandes amigos que se han dedicado a promover la literatura. He conocido a personajes que han enfocado su energía en difundir la obra de autores consagrados y de otros emergentes. Muchos de ellos, motivados por su amor a la literatura, lo hacen sin otra recompensa que el reconocimiento de quienes disfrutamos de escribir y leer, ya que lo que ganan económicamente suele ser poco o nada. De acuerdo, existen casos excepcionales de promotores culturales con ingresos altos (quiero pensar que existen), pero la gran mayoría de los que he encontrado pierden más dinero del que ganan. Insisto, lo que principalmente los motiva es su gusto por la cultura en general y, en particular, por las letras.

En este contexto, hace dos años coincidí con una gran persona llamada Juanjo Reiz, o al menos así se identifica en su muro de Facebook. Hasta donde sé, es un actor de teatro que radica en Madrid, España. Un día, en medio de la pandemia del COVID-19, en aquel fatídico 2020, decidió grabar poemas y compartirlos en su página Teatro Ahora, en esa red social.

Escribo esto en 2024. Durante cuatro años, mi amigo Juanjo Reiz ha publicado un video recitando poemas, inicialmente como una forma de sobrellevar el confinamiento, pero también para expresar su gusto por la poesía. Es un lujo escucharlo. No sé cuántos videos habrá subido ya a Internet, pero debe ser una cantidad considerable.

Entre los autores que recita con frecuencia están William Shakespeare y Gibrán Jalil Gibrán, clásicos sin duda. Sin embargo, no se limita a ellos y también comparte la obra de otros contemporáneos como Mario Benedetti y Jaime Sabines. La lista es larga, y los mencionados son solo ejemplos. Lo interesante para mí es que también comparte la obra de poetas que, aunque no tan conocidos como los anteriores, tienen textos dignos de ser leídos, como mis amigas Maricela Gámez Elizondo y Maribel Cavazos, o mi amigo Tomás Corona, entre otros.

Desde aquí le mando un abrazo fraterno a Juanjo Reiz y le hago un reconocimiento público por la gran labor que realiza al promover la poesía en español. Es un verdadero placer despertar y escuchar, antes de iniciar mi día, un poema recitado por esa hermosa voz con la que declama. Los invito a visitar su página. Dos besos.

 

Monterrey, 22 septiembre 2024

 

 

 

Benito Rosales Barrientos nació en Monterrey, ha participado en talleres literarios de su ciudad natal. Es autor de los libros: Sobre la cornisa del laberinto, poemas; Cuando estos cielos caigan como ojos de gato, poemas; Las flores del jardín, cuento, 2017; La niña y la serpiente, cuento, Metimos la pata, entre otros.

domingo, 22 de septiembre de 2024

José María Piñón. Antología

Textos de José María Piñón 

 

 

 

Sonia 

 

Cuando escribo

se asoman soles chihuahuenses

sobre las cordilleras mexicanas.

Ángeles y fantasmas

en un devocionario de recuerdos

abren todas mis llagas.

Sonia no está.

se me casó dos veces

y la tercera no tuvo marido.

Ya sabes la verdad:

la tumba en mi interior ha tantos años

se me tornó jardín y ha florecido.

Sonia no está.

yo la sigo esperando.

por eso ya no escribo.

 

 

 

José

 

Se me tachó de amar

una tarde de mar.

Se me acusó de amor

una noche de sol.

Y me rodeó la ira

como una gran mentira.

Me sumergió la insidia

de todas la envidias.

Hoy me acusan de loco

y es cierto,

es cierto un poco.

 

 

 

Vincent

 

Ella era poeta:

yo soy la sombra del olvido.

Yo era escritor:

ella es el fuego del rencor.

Ella era periodista:

yo soy Vincent Van Goh.

 

 

 

Endecasilabos

 

Yo sé perfectamente que las quieres

con el amor helado de tu incendio.

Que nacen del fulgor de tu recuerdo.

Que te cuestan la vida. Que te mueres.

Yo sé perfectamente que las hieres

en el dolor infame del dispendio:

cuando contigo llegan a un acuerdo

y van, a su pesar, a donde fueres.

Yo sé que no te hubieran elegido,

mas las pobres nacieron sin fortuna,

y es el caso que ya desde la cuna

las vistes de recuerdos o de olvido.

Las recuerdas y son como la hambruna

desatada entre bestias y bramidos.

Las olvidas y mudan en quejidos

colgados de los cuernos de la luna.

Es caso es que te asisten los obstetras

con el terror pintado en la quijada,

que le metro en once es una carcajada

o tres gemidos, Tania, anacoretas.

Te digo, Silvia, todo tiene tretas:

la lisonja como una puñalada,

el amor que me hiela la mirada

o la envidia que tienen a mis letras.

 

 

 

Testamento

 

Todo lo que escribí te lo he dejado

ya antes de morir, te pertenece

como la gracia misma y el pecado,

cuando la luz se oculta y amanece.

Todo lo mío es tuyo, me parece,

para salvar el castellano amado,

la Patria que a traiciones se estremece

y la gloriosa historia del pasado.

Los Niños Héroes arden en tu mente

como Hidalgo y Morelos en mis manos.

Francisco Villa vive, simplemente,

y no han muerto a Madero los tiranos.

Cuauhtémoc mora en ti, y francamente

en todos mis poemas, mexicanos.

 

 

 

La palabra

 

La palabra me ha muerto dando vida

a un misterio mayor que la palabra

en el fuego de un ansia prohibida

y un camino esotérico que labra

el misterio del Mago a su medida

y que todos mis planes descalabra.

La palabra es un don y se ha apagado

dentro de mi poema sin inquina.

Porque es mejor amar que se amado

mi voz ha dado vuelta por la esquina

y apenas me perdió ya me ha olvidado

esta palabra inútil y asesina.

Escribo un verso y vienen otros veinte

a reclamar que no, que ya no escriba,

que el alma se consume porque siente

dónde escapó el poema a la deriva:

este perder la vida al evitar la muerte,

este ganar la muerte por buscar la vida.

Porque es el amor muerto enamorado

canalla de la sombra, el desatino,

la palabra es la luz que se ha eclipsado

yo no sé en que momento, qué camino:

no sé en qué recoveco del destino

la palabra que fui me ha asesinado.

 

 

 

Mármol

 

El pobre que soy me ha abandonado

harto de mi pobreza, en el camino.

Mi pobre tiene el alma de marino

y me ha dejado pues, aquí y anclado.

Ahora no sé qué hacer con mi destino

desde mi corazón reestructurado.

El pobre que yo soy se ha retirado

tan solitariamente como vino.

Tan silenciosamente me ha dejado

que me quedé sin fe, sin voz, sin tino.

Mas olvidó su sombra, mi vecino

como un rayo de sol que me ha cegado.

Esta sombra es su ángel, un felino

rondando vigilante y atigrado:

es el Clero, la Banca y el Estado

y toda sinrazón y desatino.

Esta Bestia cristiana me ha matado

con un pudor católico asesino.

Tal vez por eso el pobre no se avino

y hasta el pobre que soy me ha abandonado.

 

 

 

La estrella

 

El cielo se enciende tras una pincelada

de luceros hundidos en la sombra profunda,

y el mar arriba ardiendo como una llamarada

(donde el meteoro estalla, donde la luna abunda,

porque la noche duerme silente y congelada)

se cubre de reflejos y el orbe todo inunda

en el tiempo del cosmos, la hora constelada

de los espacios vivos en la esfera fecunda.

El alma se adormece como meditabunda

bajo un sueño de luz que estalla en la mirada

porque todo astro ascienda y toda estrella infunda

poesía a la palabra, letra a la voz tallada,

hasta que al universo el verso se confunda

como el nombre al cometa que dejó cincelada

la ausencia de su paso fugaz (la moribunda),

y el dejo del deseo que no captó la amada.

 

 

 

De los cuatro

 

De los cuatro poemas que tenía

uno se murió de triste

ya nomás me quedan tres

tres tres tres tres.

De los tres poemas que tenía

uno se murió de tos

ya nomás me quedan dos

dos dos dos dos.

De los dos poemas que tenía

uno se murió de amor

ya nomás me queda uno

uno uno uno uno.

Y del último poema que tenía

el tal se murió de risa

en hilarante agonía

jía jía jía jía…

 

 

 

Dedicatoria

 

Usted es el maestro y el esteta.

Yo quiero ser tan sólo la Alegría.

Usted es un político, un poeta.

Yo soy, únicamente, Poesía.

 

 

 

Unidad

 

En el cristal de su alma me dio vida

y cuerpo en la sustancia de su seno.

Mía es su alba impresa en la pupila;

suya la piel que me tejió en silencio.

Mía es la sangre que a la vez es suya

porque es suyo el torrente de su origen,

y nuestro mutuo amor el que se arrulla

sin calificativos que lo expliquen.

Es la llama que refresca si más arde

este darme en usted, saberla mía.

Ya se me dio por mía sólo al darme:

¿Qué más puedo pedirle a la alegría?

Ser más suyo en usted le pido, Madre,

y que Dios la bendiga en este día.

 

 

Compilación: JChM. Modelo de la foto: Lorena Isela Chávez Soto.

 

 

 

José María Piñón nació en 1953, estudió filosofía en la Universidad Autónoma de Chihuahua, fue un copioso articulista de El Heraldo de Chihuahua y trabajó varios años como editor en el Instituto Chihuahuense de la Cultura. Murió eternamente joven.

sábado, 21 de septiembre de 2024

En el mes del cumpleaños. Sergio Torres

En el mes del cumpleaños

 

 

Por Sergio Torres

 

 

En este mes cumplimos años varios personajes interesantes en mi vida: Lito, Denisse, África, Víctor, Mary, Susana, mi hermano Nacho, mi sobrino Héctor, Mauricio y, mañana 31, don Nacho, mi padre, Max, hijo de una amiga, Harry Potter y yo ‒sí, en mi recuento también entran personajes de libros‒.

Estoy agradecido por los muchos obsequios y muestras de cariño y aprecio que he recibido a lo largo del mes. Me hice el propósito de agradecer cada día por cada cosa extraordinaria que ocurriera durante estos días y, a medida que avanza el mes, aparecen más y más cosas por agradecer o, finalmente, he adquirido el poder de la claridad respecto a las bendiciones de la vida.

He descubierto también que la parte más divertida no es tomarlo sino de quién viene y con quién lo compartes. Unos vienen en el paquete de la familia, otros se integran por la amistad, el cariño y la seducción de la risa y las tonterías que suelo decir. Gracias por todo este amor.

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

Lección 69

Lección 69

 

Ejercicio de redacción: Escriba un relato con estas especificaciones:

 

  1. Tema: Navidad.

  2. Punto de vista: no feliz ni triste, sino cualquier otro ánimo: amargura, delincuencia, marginalidad, migración, terror, mezquindad, envidia, rencor.

  3. Tres personajes.

  4. Narrador en primera persona del singular o del plural: yo, nosotros.

  5. Ciudad Chihuahua.

  6. Tiempo: época actual.

  7. Flashback (optativo): hacia los años ochentas.

  8. Epílogo (optativo): Diciembre 2020.

  9. Plot (conflicto): llegó alguien a quien el narrador no había visto desde cinco años atrás).

  10. Objetos: un automóvil Honda Accord 2019, una pistola, un restaurante de lujo, una comandancia de policía, una cama king size con sábanas limpias y suntuosas (uno, varios o todos estos objetos).

 

JChM Taller Literario, febrero 2020

viernes, 20 de septiembre de 2024

Con todo lo que eres. Sergio Torres

Foto Pedro Chacón

Con todo lo que eres

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Si te quiero y amo, si me quieres y amas, es con todo lo que eres hoy. No te quiero para transformarte en una mejor versión, ni para mantenerte en la forma que existes ahora. Eres fruto de cientos o miles de cambios constantes, nunca te conocí antes, como eras, sino como eres. Nunca antes me conociste y sabes, porque lo sé y lo sabes, que también soy fruto de miles de decisiones diarias para mantener el equilibrio entre lo que soy y lo que quiero ser. También me toca amar lo que eres y quieres ser… o dejarnos ir.

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

UACH A libros abiertos episodio 2. Renée Nevárez

Episodio 2. Conversación con Renée Nevárez en el podcast A libros abiertos. Producción: Editores UACH Dirección de Extensión y Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

 

Costo. Carmen Julia Holguín Chaparro

Costo

 

 

Por Carmen Julia Holguín Chaparro

 

 

No cruzo por el río nadando.

No me arriesgo por el desierto

caluroso o frío.

Nunca paso en el doble fondo

de una cajuela.

Jamás me escondo;

camino en ambos lados

“libremente”.

Y, sin embargo,

a veces la frontera

me cobra por cruzarla

con permiso

algo más

que solo seis dólares.

 

 

 

Carmen Julia Holguín Chaparro es doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Nuevo México. Al lado de su trabajo académico, escribe cuento y poesía. Ha participado en encuentros de escritores en distintas partes de México, Estados Unidos y Argentina; hay textos suyos en antologías y revistas de México, Estados Unidos, España y Uruguay. Tiene dos libros de poemas: A tu prójimo amarás (2008) y El que tenga oídos… (2014).

Lección 68

Lección 68

 

Ejercicio de redacción

 

Escribir un relato en forma totalmente libre, siguiendo el modelo de este cuento de Juan José Millás. El de ustedes, situarlo en lugares de Chihuahua, época actual y, de preferencia que los personajes sean muy semejantes a personas que conozcan en la vida real.

 

El adúltero desorientado.

El adúltero estaba desnudando a su amante cuando vio que esta llevaba un juego de ropa interior idéntico a uno de su mujer, así que se le quitaron las ganas y se sentó en el borde de la cama.

—¿Qué pasa? —dijo ella.

—No sé, me ha dado un mareo. Espera un momento a ver.

—Eso es porque no comes más que bocadillos.

Al final perdieron la tarde hablando de la gente de la oficina, como solían hacer cuando el deseo no funcionaba, mientras ella repasaba los botones de una blusa que se acaba de comprar en la tienda de abajo. En un momento dado, él se asomó a la ventana y vio una calle estrecha, con los coches subidos a la acerca. En una terraza de la fachada de enfrente había un tendedero con pañales.

Le parecía muy raro no saber dónde se encontraba.

—¿Dónde estamos? —preguntó.

—Pues ahora no sé si la calle se llama Matilde Díez o Matilde Diez, depende de dónde pongas el acento. Ahí mismo un poco más arriba a la izquierda está López de Hoyos.

—¿Y de quién es el piso?

—De una hermana de Pilar López, la de contabilidad, que es azafata y se pasa la vida fuera.

Hasta ahora ella siempre había logrado encontrar a alguien que les prestara una casa. Se negaba a hacerlo en apartamentos alquilados o en hoteles porque lo asociaba a alguna forma de prostitución. Gracias a ello había visto el rostro de algunos barrios que de otro modo jamás habría llegado a conocer. Le parecía extraño, no obstante, saber que vivía en una ciudad que nunca recorrería del todo; era algo así como vivir dentro de un cuerpo en el que siempre habría alguna zona por explorar.

Un día, tomó una salida de la M-30 al azar y anduvo merodeando por una calle que le recordaba la de su infancia, en el Parque de las Avenidas. Entró en una panadería y compró un bollo, del que luego se desprendió, solo por ver el rostro de la dependienta sabiendo que sus miradas no volverían a cruzarse. Al día siguiente, vio en la televisión que se había cometido un crimen justo en el portal de al lado, y salía la panadera diciendo que la tarde anterior había estado merodeando por los alrededores un hombre cuya descripción, a grandes rasgos, coincidía con él.

Otra vez, hacía mucho tiempo, estaban observando a su hijo en el baño, cuando el niño de súbito se descubrió los genitales con espanto. A lo mejor había zonas del cuerpo que jamás llegábamos a conocer, no ya el páncreas o los riñones, sino geografías más superficiales que quizá estaban al alcance de la mano.

En esto, vio brillar algo en el suelo, bajo la mesa del televisor. Se agachó para recogerlo y resultó ser una foto tamaño carnet de un sujeto de unos 35 años, con muchas entradas. Miraba al objetivo con una tenacidad absurda, como si la máquina le debiera algo. Tuvo un sentimiento familiar muy desagradable y dijo guardándose la foto en el bolsillo:

—No quiero que volvamos al piso de nadie. Me da la impresión de invadir un espacio íntimo.

—Pues yo a un hotel, en plan puta no voy —respondió ella cortando el hilo sobrante con los dientes, en un gesto que la había fascinado, de niño, en su madre, el mundo era unas veces sofocante, por estrecho, y otras veces confuso, por ancho.

Esa noche, sacó la fotografía del bolsillo de la chequera y la guardó en el cajón de la mesilla de noche como quien mezclara azarosamente las distintas partes de la realidad, igual que cuando se barajan los naipes. Luego se metió en la cama y desde allí vio con disimulo cómo se desnudaba su mujer, que llevaba el conjunto de ropa interior idéntico a que esa tarde le había visto a su amante. Entonces, sin poder reprimirse, rompió a llorar.

—No me encuentro bien —dijo frente a la mirada de extrañeza de su esposa.

—Si es que no comes más que bocadillos —respondió ella.

 

JChM Taller Literario, febrero 2020

jueves, 19 de septiembre de 2024

Cuento de a deveras. Fructuoso Irigoyen Rascón

Cuento de a deveras

 

 

Por Fructuoso Irigoyen Rascón

 

 

Algún imaginario lector habría, por alguna imaginaria razón, avanzado una crítica -constructiva o destructiva según se le mire- a mis cuentos: «un relato sin princesa, brujas, ogros y dragones no es realmente un cuento de a de veras». Reflexionando me dije: tal vez ese idiota -perdón, quise decir querido y respetado lector- tiene razón. Comentando el caso con el comandante Cachimba (relación que si no fuera imaginaria pues sería muy inconveniente y hasta peligrosa en el mundo actual), este apuntó:

—Desde que los camaradas rusos eliminaron a las niñas Romanov, ya no se han visto princesas como las de los cuentos. Los revolucionarios como el Ché, Fidel y yo nos hemos alzado contra dictadores y regímenes autoritarios y no contra gente como la de los cuentos.

—Mi buen Cachimba, no lo tomes tan en serio -recuerda que estamos en un plano imaginario ficticio- pero ¿qué hubieras hecho si tu revolución hubiera sido contra una realeza como la de los cuentos?

—Los habría puesto a disposición del Tribunal Democrático Revolucionario.

—O sea, para ser sentenciados a muerte y públicamente ejecutados.

—Probablemente.

Y ahí quedó la imaginaria conversación con el líder revolucionario.

A riesgo de parecerme al Principito que visitó a aquel banquero en su planeta particular, en mi viaje imaginario fuí a ver a otro personaje, este el dueño de un montón de cosas y millones de millones, quien habría de decirme:

—Si uno de esos reyes o princesas se acercaran a mi banco o a la financiera, sería seguramente para solicitar un préstamo. Y, seguramente se los negaríamos.

—Pero ¿por qué?

—Si examina usted esos cuentos, verá que la estructura tributaria de la cual depende su supervivencia depende de los impuestos que paga gente muy pobre. Por alguna razón, los cuentistas siempre retratan a un pueblo muy pobre y una nobleza riquísima y sin oficio. ¡Insostenible!

—Ya veo.

—Y, a propósito, nuestros agentes nos informaron que visitó usted a Cachimba. Ándese con cuidado; lo pueden confundir.

—Gracias por la advertencia. Andaré con cuidado.

Después de esa absurda conjugación del verbo andar -no propia para plasmarla en un cuento- me dispuse a examinar las galerías fotográficas de las casas reales europeas que aparecen en la internet: ¡Huy, que gente tan fea! No califican para protagonizar mi cuento. ¿Dónde encontrar una princesa de cuento? Me vino a la mente la canción que dice: «y pareces princesa de cuento.»

Internet me llevó a los escaparates de las tiendas especializadas en vestidos de gala para damas. Ahí encontré, entre los que ofrecen para la celebración de las quinceañeras, muestras de verdaderos atuendos de princesa. ¡Vaya paradoja! las princesas -o quienes visten como tal- en la actualidad son niñas clasemedieras o incluso pobres, cuyos padres se gastan el salario de todo un año para pagar el vestido y la fiesta. De cualquier forma, había encontrado en aquellos maniquíes, no una, sino muchas candidatas como modelos de princesa para mi cuento.

Caí entonces en la cuenta de que los papás de las quinceañeras, al igual que los reales europeos, no correspondían a la imagen del rey en mi cuento: El rey debía ser regordete y bajito. Enfundado en una capa de armiño y seda. Con barba santoclosina (neologismo por: como de un Santa Claus) o afeitado con pómulos colorados como manzanas causado por ¿psoriasis? ¿roseola?. Con el cabello recordando a la época temprana de los Beatles y una corona de oro con piquitos ligeramente ladeada sobre la cabeza.

Según el cuento, el rey concedería la mano de su hija a quien matara al dragón que asolaba su reino. El banquero tenía razón: el pobre rey no tenía en qué caerse muerto, por eso ofrecía a su hija en lugar de una jugosa recompensa monetaria. Imaginemos que eso no fuera un cuento ¿qué dirían hoy las feministas o los de Derechos Humanos? Pero, en el cuento, los estrategas políticos del rey aprobaban sin ambajes la oferta:

—Es espectacular y no cuesta nada al erario, salvo los carteles que se fijan en los postes. No más de diez y unos pocos volantes.

—¡Además ni hay dragones!

Que si los hay, que si siquiera existen o si nunca existieron, lo veremos enseguida. Pero, antes, examinemos qué es de la reina. Haciendo un collage de todas las reinas que aparecen en los cuentos, deducimos que se casó con el rey en segundas nupcias, tanto de él como de ella. Muy guapa, pero los años le iban haciendo mella; de ahí la envidia por la princesa, que, en su vestido de quinceañera, lucía espectacular. En algunos relatos es una bruja que domina el arte de elaborar filtros y pociones; en la realidad, probablemente solo una bella secretaria con un curso básico de farmacia. En algunas versiones, sus otras hijas son tan malas como ella.

Por supuesto, no solo a la madrastra se le atribuye ser bruja. Hay más brujas.

—Baum contaba con dos malvadas y dos buenas, una por cada punto cardinal— en mi cuento anticipaba solo dos, una externa y la interna, que sería la madrastra. Pensé en retrotraer el espejo mágico con complejo de juez del concurso de Miss Universo, convertido en tableta electrónica, pero creí mejor dejarlo solo en envidia, sin materializar ese poderoso sentimiento en un objeto dado. ¿Cómo se desarrolla la envidia? la madrastra, toda vestida de negro, con la blusa y la falda tan entalladas que dejaban poco a la imaginación, y aquellas piernas de vaudeville, forradas con medias de calado de rombos y flores de lis; por otra parte, la princesa, con su atuendo de quinceañera, todo blanco con acentos plateados. El lado oscuro del reyezuelo se excitaría tremendamente con la primera, mientras que la inocencia proyectada por la segunda cautivaría el lado bueno del rey del cuento. Puede ser que lo de la manzana envenenada no fuera una inducción de anestesia permanente, como propuso Perrault, sino un verdadero intento de asesinato. Se ha especulado que la finalidad de contarles algo tan escalofriante a los niños es solo enseñarles que no deben comer o tomar nada de lo que un extraño les ofrezca. ¿Hay dragones? Preguntémosle a uno.

—En efecto, no soy ni un dinosaurio que ha sobrevivido hasta la actualidad, ni una iguana gigante. Que existimos, baste considerar cómo es que, desde el lejano oriente, China, con sus desfiles y danzas en que el dragón es una prominente figura, hasta el santoral cristiano, en que san Jorge mata a uno de nosotros, se demuestra que por todas partes nos han visto; es decir, que sí existimos.

 —¿Y el fuego?

—Unos dicen que es imaginario, que el miedo que inspiramos hace que quien nos encuentra se imagine que sale fuego de nuestras bocas. Otros piensan que es un truco, un dispositivo hidro-mecánico que arroja un chorro de alcohol u otro combustible a distancia. Aun otros piensan que solo hacemos como los tragafuegos que andan por las calles, que escupen un buche de petróleo al que prenden fuego: un arte peligroso que, aunque muy visto, ya no se le aprecia.

—Y tú que eres supuestamente uno de ellos, ¿qué nos dices al respecto?

—Prefiero no decir nada.

El ogro, por su parte, no intervendrá en la historia. Se supo que los cargos contra él de impropiedades sexuales con menores habían sido retirados y que nunca se le pudo demostrar lo del canibalismo. Sin saberse si de hecho había cometido algún delito se había retirado. Como se muestra en alguna película animada, en que no se le llama ogro ya más, había encontrado una ogra, igual de fea que él. Se habían casado y ya tenían varios ogritos.

Por supuesto, falta un elemento indispensable en nuestro cuento: el príncipe mismo. Como en el caso del rey, era difícil encontrar un modelo. Muchos prospectos, pero ninguno que pudiera llenar los zapatos de un príncipe encantador (charming prince). Algunos presumían de tener su propia AK-47, otros traían espadas u otras armas punzocortantes, y finalmente, alguno ofrecía derrotar al dragón a mano limpia, confiando en su entrenamiento en artes marciales.

Volviendo al dragón, este, de lejecitos, contemplaba a sus potenciales matadores:

—No veo uno que me pueda llegar. Pobrecitos, ya huelo sus cabellos chamuscados.

Nótese que nuestro dragón no es un reptil cualquiera, sino un fuerte e inteligente luchador.

En fin, con todos los actores identificados, el cuento realmente comienza aquí: cuando los pocos asesores que le quedan al rey le comunican que una cabra desapareció en las inmediaciones de la sierra.

—Puede haber sido un campesino hambriento, que hay muchos. O un puma, un oso, o bien la cabra cayó en el barranco y no ha sido localizada. Pero, lo más probable es que fue el dragón, pues dicen que alguien lo vio por ahí.

El rey preguntó cándidamente:

—¿Es eso suficiente para emprender una campaña anti-dragón? ¿Es necesario ofrecer la mano de mi hija como recompensa a quien elimine al dragón?

—Con todo respeto, su majestad, la mano de la princesa se ofrecerá solo a un príncipe calificado que, además, traiga la cabeza del dragón.

No era difícil convencer al gordito de que era políticamente correcto deshacerse del dragón; después de todo, si de veras existía el dichoso dragón, sería un ser distante y exótico, incapaz de generar alguna empatía. Por otra parte, su hija ya estaba entrando en edad casadera y no se había notado ningún interés por cortejarla entre los miembros de la nobleza local. Así que eso de príncipe calificado le había sonado muy bien. El rey no había caído en la cuenta de que detrás de todas estas propuestas estaban las siniestras maquinaciones de la reina. Un tipo que así nomás era capaz de matar a un animal ignoto y lejano sería un hombre duro y rígido, probablemente un militar, que le daría una vida de infierno a su odiada hijastra.

—¡Qué bueno! Así tendrá un gran marido. Un hombre de verdad. —declaró la reina con fingido afecto.

La princesa se las olía. No era nada tonta. Y llevaba un as formidable guardado en la manga: había descubierto que la reina se daba sus vueltecitas a la casita en el fondo del jardín donde se quedaba un joven y fornido jardinero.

Si se requiere la quemo—pensó — Pero primero veremos qué me trae el destino.

La bruja de la montaña -enemiga jurada de la reina- había preparado un potaje que, puesto a serenar toda la noche y tomado con dos aspirinas, convertiría a un dragón en un apuesto príncipe. Y ya le había ofrecido al dragón dárselo cuando se necesitara, con la condición de que, cuando se efectuara la metamorfosis, también a ella le hiciera su favorcito. El dragón, quien estaba muy orgulloso de sus verdes escamas, no había hasta entonces tomado en serio el ofrecimiento, pero al enterarse de la conspiración en su contra, comenzó a fraguar una idea: ¿Qué tal si el que se presenta como pretendiente de la princesa y cazador de dragones no es sino el dragón mismo en apariencia de príncipe? Además, la bruja de la montaña no está nada mal. Hemos dicho que el dragón era un ser inteligente, por lo tanto, tenía que hacer algunas indagaciones, antes de tomar una decisión.

—¿Me podrías decir si hay efectos secundarios?

La bruja de la montaña, que para la consulta se había emperifollado -como decía ella- y lucía como una presentadora del clima de noticiero televisivo, respondió como meditando cuidadosamente lo que iba a decir, no quería asustar a su presunto cliente:

—Bueno, como sabrás todo medicamento, en este caso poción mágica, puede tener efectos colaterales. De hecho, la poción que te ofrezco se considera experimental, transformar dragones en apuestos príncipes es un campo nuevo, novísimo. Asumiendo lo que podemos derivar de nuestra experiencia en transformar príncipes en sapos y viceversa, la cual es mucho más amplia, podemos decir que no es de esperar tener muchos problemas.

—Segunda pregunta —dijo el dragón sin ocultar su preocupación, pero también un tanto cohibido por la extravagante e inesperada coquetería de su interlocutora— ¿El efecto de la poción es permanente? ¿seré príncipe por el resto de mi vida?

—Eso no lo sabemos. Pero como recordarás yo estaré cerca de tí todo el tiempo, es parte del trato. Y te garantizaré el acceso a segundas dosis o refuerzos si es necesario.

—¿Y el fuego?

—Eso tampoco lo sabemos. Pero te recomendaría que al menos mientras te acostumbras a tu nueva forma corporal no te enojes y si te enojas, no te enojes mucho. ¿Algo más?

El dragón no tomó mucho tiempo en aceptar lo que la bruja le proponía. Sabía que, aunque fácilmente freiría a varios de los príncipes que se enfilaban con armas poderosas para enviarlo al otro mundo, tarde o temprano alguno lo lograría: Me agarrarían dormido, pensó.  Además, ya no había dragones hembras a quienes pudiera cortejar. Pero antes de decirle en definitiva que sí a la bruja, averiguó que la transformación mágica incluiría un eunuco de escolta, dos pajes     -probablemente chapulines mágicamente transformados- vestuario apropiado y hasta un pequeño elefante.

—Estoy listo—y con su nueva voz de príncipe dijo excitado—¡Dadme pues esa poción!

La bruja contoneándose provocativamente como una serpiente, alcanzó un frasco que estaba en un anaquel al fondo de la habitación. El propio frasco era tenebroso, era como un matraz de Erlenmeyer forrado de un moho verdoso y tapado con un corcho podrido. El dragón lo tomó con cuidado, ahora debería dejarlo a serenar a un lado de la entrada de su cueva, ya tenía las aspirinas sobre una roca que hacía de mesa.

La mañana siguiente despertó un tanto atolondrado, pensó que lo había soñado todo, pero ahí estaban las aspirinas. Corrió a la entrada de la cueva y ahí estaba el frasco escurriendo agüita del sereno de la mañana.

—Antes de que me arrepienta—puso las dos aspirinas sobre su lengua y apuró el contenido del frasco.

Viéndose en un nuevo cuerpo desnudo, se volvió a meter a la cueva. Colgado en un perchero, estaba su traje de príncipe: pantalones bombachos, camisa de fina seda de Tailandia, collar de conchas, turbante con un rubí en el centro y mocasines de gamuza fina. Antes de que se pusiera nada, ya lo estaban asistiendo los dos pajes. El eunuco, con su cimitarra, montaba guardia en la entrada. Mucha admiración le causó el elefantito que, enjaezado al estilo Jaipur, le aguardaba. A pesar de la insistencia de los pajes, no quiso montarlo. Habían bajado a la aldea de la montaña para comprar un poco de pienso para el elefantito y ya se disponían a partir rumbo a la capital y al palacio real cuando, de entre las casas, surgió un tipo con facha de guerrillero, barba de tres días y portando una impresionante AK-47.

—¿Vive aquí el dragón?

—Vivía. Se ha ido muy lejos.

—¿A dónde?

—A China tal vez, a donde los dragones son apreciados.

Y el tipo se marchó desconsolado a seguir bebiendo.

Bajar la montaña es, por supuesto, más fácil que subirla. Llegaron pronto al palacio, notaron que unos criados removían un letrero que decía:»Consejo Selectivo de Pretendientes».

—¡Hey! ¿Qué pasa?

—Pues que se venció el tiempo que los Pretendientes tenían para registrarse.

—A eso venía yo ¡Ah que carambas!

Ya se retiraban cuando la reina salió de la cámara del consejo y alcanzó a ver primero al elefantito e inmediatamente después al príncipe.

—¡Caray! ¡que este es mucho más guapo que los otros! ¡y sus ropas, indican que mucho más rico! ¡démosle una oportunidad! —dijo indicando a los que quitaban el letrero que lo llamasen. Los otros consejeros volvieron a sus puestos de mala gana, pero la última palabra la tenía, como siempre, la reina.

—¿De dónde vienes?

El dragón ya venía aleccionado. La bruja de la montaña sabía bien cuales reinos conocía su enemiga y cuales no. Sin dificultad recitó lo que había sido instruído a decir.

—Ya veo ¿cómo piensas matar al dragón?

—No os preocupéis, tengo más de una docena de dragones en mi conciencia.

—¿Fumas?

—No, por dios ¿puedo saber por qué preguntáis?

—Cuando entraste al salón creí ver que salía humo de tu boca. Pero ha de haber sido que venías del calorón al aire acondicionado.

—Eso ha de haber sido.

—Finalmente, debo decirte que hay dos pretendientes antes que tú y que ya están en el campo intentando dar muerte al dragón.

—Sí, ya conocí a uno de ellos.

Mirando al apuesto príncipe con ojos que no corresponderían a los de una suegra decente, dijo en tono meloso:

—En caso de que ya vayan muy adelante, que te coman el mandado, ven por acá de todas formas. Tal vez encontremos algo para ti.

Pensando que ese no era un lenguaje apropiado para una reina, caminó hacia atrás como lo requería el protocolo repitiendo:

—¡Gracias, muchas gracias!

También le extrañó que la princesa, cuya mano estaba en juego, no fuera mencionada siquiera. Cierto, su foto de estudio colgaba de la pared, detrás de la mesa que ocupaban los consejales, pero ni siquiera señalaron diciendo: “Mírala, ahí está”. Por otra parte, ya advertía un mundo de dificultades: no solo una bruja, sino dos, y además una princesa cándida. Así lo creía el príncipe exdragón.

Faltaban los detallitos, tendría que conocer al rey, conseguir una cabeza de dragón, lo cual no representaba mucho problema. Si la bruja había materializado un elefantito, una cabeza de dragón no sería tan difícil. Deshacerse de los dos príncipes calificados rivales, conocer a la princesita y ser aceptado por ella, cuando comenzar a cumplirle a una o tal vez dos brujas. Pero todo mejor que estar en su cueva esperando al próximo cazador de dragones, esperando la muerte.

En la casa (llamada eirbiandbi) que la bruja de la montaña había alquilado para él ésta lo esperaba.

—¡Buen trabajo! Ahora a quedarnos aquí escondiditos haciéndoles suponer que andas allá cazando al dragón y mientras tanto.

Uno de los consejales le había tomado unas fotos y un video con su teléfono celular, sin autorización, al príncipe y se los había mostrado a la princesa.

—¡No está nada mal! Pero ¿fuma?

El de la AK-47, mientras tanto, seguía de parranda. En la taberna conoció a un tal Juancho, que por coincidencia tenía un ranchito justo al lado de la montaña donde estaba la cueva del dragón. También conocía a la bruja.

—¡Es bien pluma! —dijo y del dragón —Pasa algo extraño con él, se le vió entrar a la cueva, pero nunca salió y, de pronto, aparecieron ahí un muchacho vestido de Kalimán, unos jotitos y, créalo usted, ¡un méndigo elefante!

Lo menos que podía imaginar (ya que las transformaciones mágicas no son una explicación lógica y común) es que aquel muchacho que su compañero de parranda describía y que él mismo había visto era otro de los pretendientes que se le había anticipado y había ultimado al dragón. A pesar de la borrachera reaccionó.

—Te compro una botella si me llevas a la cueva.

Esperaba encontrar el cuerpo decapitado de la bestia. Y ni una gotita de sangre, y decían que la sangre de dragón era verde, pero ni verde, ni roja.

—¿Y la bruja? ¿es bruja de a de veras?

—Bueno, ya sabe cómo son las cosas. Rumores.

—¿Qué dicen esos rumores?

—¿Creerá usted? que puede transformarse en lechuza y que puede transformar un sapo en príncipe y al revés.

—Voy por mi AK-47, tengo algo que hacer.

El príncipe exdragón se había hecho por medio de su amiga de una cabeza de dragón de utilería.

—¡No tan bien parecida como la mía, pero pasa!

El salón de recepciones del palacio estaba abarrotado de gente. Al fondo, se encontraban el trono del rey, más alto, y, un poquito más bajo, el de la reina. Un tercer trono, tan alto como el de la reina, estaba a un lado, esperando a la princesa. En el centro, estaba de pie el príncipe exdragón, escoltado por sus dos pajes y el eunuco. El elefantito esperaba afuera. El rey llegó primero; se veía que la gente lo quería. La reina llegó un poco después; se veía que la gente no la quería. Veintitantos minutos después, por una puerta lateral, arribó la princesa. A la gente, a pesar de que lucía hermosa en su vestido de quinceañera, le era completamente indiferente. El príncipe removió la tapa de una caja dispuesta frente a él, dejando ver la verde cabeza de un dragón de utilería.

—Esa no es una cabeza de a de veras —gritó uno.

—¿A quién quieren engañar? – en un eco resonó otro.

—¿Qué farsa es ésta? — se escuchó un tercero.

El príncipe jaló de una oreja la cabeza, la cual cayó pesadamente al suelo. Así era más convincente, aunque algunos continuaban protestando. En eso estaban cuando el pretendiente de la AK-47, de un gran salto, penetró en el salón y, sin más preámbulo, comenzó a disparar. La guardia real pronto lo detuvo, pero ya había causado daño: el príncipe exdragón yacía en el suelo con un par de balazos en su cuerpo; una dama de honor y un paje del rey también fueron alcanzados por las balas. Y, en efecto, la sangre del príncipe era verde.

—¡Querían casarme con un lagartijo!

En medio de la confusión el príncipe caído cayó otra vez, ahora en la cuenta de que sus heridas no eran mortales. Se incorporó y dijo.

—Sepan ustedes que no me interesa casarme con una niña consentida. Llegué hasta aquí solo para salvar mi vida, pero en el camino encontré al amor de mi vida.

—¿La bruja?

—¿Y por qué no? Se puso bonita solo por mí, me dio su poción secreta para salvarme, dijo que siempre estaría conmigo, alquiló aquel eirbiandbi, pero ¿dónde está ahora?

—Se fue llorando.

Salió del salón de recepciones, todavía sangrando verde, exhalando un poco de humo. Nadie lo detuvo, nadie se atrevió a hacerlo.

Y la princesa: niña a tus juguetes. Y la reina: confórmate con tu jardinero. El rey: ya cortejando a una cocinera. El de la AK47: a la taberna a llorar lo perdido. Los pajes y el eunuco: al éter de donde habían salido. El elefantito: a la India.

El dragón y la bruja de la montaña vivieron felices para siempre.

Y colorín colorado y este cuento se ha acabado.

 

 

 

Fructuoso Irigoyen Rascón, autor del Cerocahui, una verdadera épica de la región, es médico con especialidad en psiquiatría, con una vasta y brillante práctica profesional. Es autor además de los libros Tarahumara Medicine: Ethnobotany and Healing among the Rarámuri of Mexico y Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores.

miércoles, 18 de septiembre de 2024

El azul. Sergio Torres

El azul

 

 

Por Sergio Torres

 

 

Yo quisiera que te quedaras, porque eres el azul celeste en mi caja de colores, porque el mundo no tiene explicación sensata si no estás. Eres muestra de la fuerza de la vida y de la abundancia. El Universo te puso en mi camino para compartirlo juntos con la misma precisión con que suceden las conjunciones de estrellas y planetas. Escuchando el viento, en la mañana de cada despertar, el sutil rumor de su roce sobre las hojas de los árboles musita historias perdidas en el tiempo. Yo permanezco quieto, entre el sopor y el estupor, entre la sonrisa comprensiva y la inquietud reverente. El mundo interior asombra sin pausa, me adormece los sentidos y me arrebata de la realidad. Estés donde estés, hagas lo que hagas, el amor que tengo para ti es más grande que la distancia y el tiempo. Yo soy la expansión, tú eres la estrella. Yo soy del Tiempo, tú eres de la Eternidad. La vida, fluida como es, nos convierte en rocas cercanas junto al mismo afluente, árboles hermanos, aunque diferentes.

 

 

 

Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.