sábado, 31 de mayo de 2025

El amor está en las acciones

 


El amor está en las acciones

 

Por Sergio Torres

 

El amor está en las acciones. Gracias por estar conmigo en el hospital, por traerme a casa, por llamar, escribir, traer comida, material de curación, acompañarme a ver películas, jugar dominó, tender la cama.

Gracias, gracias, gracias.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

viernes, 30 de mayo de 2025

Palabras a la Generación 2025

 


Palabras a la Generación 2025

 

Por César Antonio Sotelo Gutiérrez

 

Queridas alumnas, queridos alumnos:

En un lugar de Chihuahua, de cuyo nombre no quiero acordarme, hace mucho, mucho tiempo que vivió un niño, hijo primogénito, consentido hasta lo insoportable por sus padres y los padres de su madre, con una curiosidad innata y una extraña personalidad: prefería indagar en la biblioteca de su abuelo que jugar en el jardín, y en vez de correr tras una pelota se sentaba a escuchar las historias que su abuela le contaba mientras vigilaba las ollas y cazuelas en las que se gestaban deliciosos potajes y postres. Cansados de su gran apetito por escuchar historias, los padres decidieron dos cosas: enseñarle a leer y regalarle un libro. Así comenzó una aventura que hasta el momento no ha terminado.

Jóvenes: Ustedes están a punto de iniciar una nueva aventura. Los años que han pasado en estas aulas, en estos pasillos y jardines, les han preparado para seguir otra etapa de su viaje que espero sea muy largo y deseo les lleve a donde su corazón les guíe. Cada una y cada uno de ustedes eligió, por propia voluntad, el fondear en este puerto, tras surcar las aguas del Bachillerato, para descansar, reabastecerse, entrenarse y sobre todo para conocerse y conocer y desarrollar sus capacidades y sus habilidades que les permitirían seguir avanzando en el camino de la vida, una ruta que, se puede decir, apenas empiezan.

¿Por qué decidieron que la Facultad de Filosofía y Letras y, específicamente la licenciatura en letras españolas, era el sitio al que pertenecían? Solo ustedes lo saben. Tal vez vacilaron en un principio. Quizás en los primeros semestres pensaron que se habían equivocado. Puede ser que en momentos sintieran que sus sueños no se alcanzarían en este lugar. Pero están aquí, a punto de terminar un ciclo formativo que hace años empezaron. De modo que, pese a todo, han comprendido que este era su sitio, que pertenecían al reducido y selecto grupo de los estudiosos de las Humanidades, un apelativo que deben llevar con orgullo, pues desde este momento son continuadores de una tradición milenaria: la de aquellos hombres y mujeres para quienes su pensamiento gravita en torno al ser humano y a su destino.

El hablar de orgullo es hablar de identidad. Hombres y mujeres partimos del proceso de identificarnos para poder desarrollarnos. Ser un profesional de las letras españolas, conocer y manejar nuestra lengua y nuestra literatura, es parte ahora de su identidad. Han trabajo duramente para ganarse ese título, deben estar orgullosos de ello. Ahora tienen en sus manos el poder de la palabra, que les permitirá construir y analizar narrativas en un mundo que se distingue por la flexibilidad, diversificación e importancia de las narrativas, principalmente las digitales. También llevan con ustedes un tesoro que no se gasta: la capacidad de ejercer el pensamiento crítico. Cada uno, cada una de ustedes portan ese sol que les acompañará a lo largo de su viaje. Y, por si fuera poco, la literatura ha llenado sus alforjas con imaginación, belleza y sueños. Su riqueza es inmensa. Aprendan a valorarla y gastarla en beneficio de su sociedad.

Quisiera decirles que en los siguientes tramos de su travesía navegarán por tranquilas aguas, visitarán puertos que les brindarán placeres sin fin para el descanso de sus duras jornadas. Pero saben que no será así. Su mundo, ese que desde ahora les pertenece y del cual deben hacerse responsables, es un mundo en cambio constante, un caótico y a veces desesperanzador universo en el que la ruptura de los esquemas absolutos de la modernidad está generando una disparidad de reacciones que han roto para siempre la simplista idea de la historia como una evolución lineal hacia el progreso.

Muchos son los retos que desde hace tiempo están enfrentando, pero ahora los afrontarán desde otra perspectiva: la de todo joven que empieza buscar su espacio propio en la sociedad. Muchos son tan antiguos como la humanidad misma, pero han adquirido otra dimensión. La violencia, que es la ecuación vital en nuestra vida contemporánea, se ha transformado en una constante cotidiana más allá de las guerras que tantas veces hemos visto como lejanas. Hoy en día la violencia nos acompaña día a día: más allá del narcotráfico, que las autoridades señalan como si fuese un factor de violencia ajeno a ellas, la cada vez más amplia y creciente injusticia social, la pobreza, la migración, el hambre, la depauperación de la educación, son elementos de la violencia que vivimos en México, una violencia contra la que debemos luchar antes de que nos avasalle.

Un desafío que gestamos desde hace tres siglos y ahora es una emergencia universal es la destrucción del medio ambiente. No hace falta pensar en esas imágenes cuasi románticas de la despedida a los glaciares o las terribles cifras que el mundo ignora de las especies de la flora y la fauna que desaparecen cada año. Si analizan su entorno, su casa, su barrio, las calles de esta ciudad, podrán palpar una realidad ante la que no podemos voltear la cara: la sequía se abate sobre nuestro estado, las presas están vaciándose, el racionamiento del agua potable en las colonias es ya parte de nuestra cotidianeidad desde hace años. Ahora estamos perdiendo nuestro entorno natural, y a las autoridades les importa más las pintadas en edificios que los cerros de Chihuahua que, con su permiso, están siendo destrozados por voraces compañías urbanizadoras.

Los mexicanos pensamos que todo es culpa del gobierno y no somos conscientes de que el gobierno, en teoría, somos nosotros. En estos momentos, en que en el mundo la democracia está en riesgo, debemos tener conciencia de nuestra responsabilidad para con el futuro. La libertad, máxima aspiración del hombre moderno, corre peligro ante los autoritarismos de izquierda derecha y centro. Con ello, las conquistas de los hombres y mujeres del siglo XXI están en entredicho. Porque aún no se ha logrado la equidad de género, y la lucha por los derechos de los seres humanos, sin importar la raza, religión, orientación sexual o identidad de género no se ha terminado. Como gran paradoja existencial, vivimos en un mundo que pregona que la ciencia y la tecnología han dado libertad a la humanidad y sin embargo la libertad cada día es más limitada.

Les presento esta poco alentadora ruta de viaje con rabia, dolor y vergüenza. Rabia de sentirme impotente, de pensar que estamos haciendo muy poco para cambiar nuestra sociedad por una más justa, con oportunidades iguales para todos. Dolor de ver cada día menos árboles en mi ciudad, más calles polvosas y ardientes en verano cada vez secos. Vergüenza, porque esta realidad es la que les hemos dejado a ustedes las generaciones anteriores, generaciones individualistas, sin sentido de ciudadanía, preocupadas más por lo material que por lo verdaderamente importante. Y sin embargo…

Soy maestro por vocación. Todos los días agradezco a la vida el regalo que me dio al permitirme desempeñar un trabajo que me apasiona, que me enriquece, que disfruto. Creo en la educación, estoy seguro de que es la base de la evolución de la humanidad. No la veo como el elemento mágico que puede transformar la realidad con un simple deseo. No. Para mí la educación es esa verde joya que Pandora descubrió en el fondo del cofre que nuca debió abrir: la esperanza de que se puede lograr un Chihuahua, un México, un mundo mejor.

Ustedes han estudiado literatura. Ya llevan esa joya en sus corazones. Cruzarán mares borrascosos, enfrentarán a cíclopes y lestrigones, y también a molinos de viento y duques aburridos y estúpidos, las sirenas les cantarán mientras navegan y Escila y Caribdis querrán hacerles naufragar. Pero llevan en su embarcación el escudo de Aquiles, el más grande héroe, y la locura de Don Quijote, el más excelso hombre, el amor de María y la fuerza de doña Bárbara, el cisne de Darío y la magia de Macondo, el humor de Ibargüengoitia y la ironía de Novo, la preocupación social de Efraín Huerta y la universalidad de Octavio Paz.

Espero que su viaje sea largo, que sus andanzas les enriquezcan, que disfruten cada puerto, que gocen cada día, cada experiencia. Y que al final, cuando estén a punto de arribar a su destino, lleven siempre en un pequeño rincón de su corazón a su Facultad de Filosofía y Letras y a este su maestro, a quien han honrado como su padrino de generación. Porque, aunque pobres y humildes, les hemos entregado lo más valioso que tenemos: el amor a la literatura.

 

Chihuahua, 28 mayo 2025

 


César Antonio Sotelo Gutiérrez es doctor en filología hispánica por la Universidad de Barcelona; Master of Arts por The University of Texas at El Paso y licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Dramaturgo, crítico literario y profesor de literatura, ha fungido como director de la Biblioteca Municipal de Chihuahua. Ha sido maestro en el Tecnológico de Monterrey campus Chihuahua, el Instituto Tecnológico de Chihuahua, la Universidad Regional del Norte y la Universidad Tec Milenio. Actualmente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Como crítico literario su trabajo se ha publicado en los libros Teatro Mexicano Reciente, editado por Samuel Gordon, Nueve poetas malogrados del Romanticismo Español, Gregorio Torres Quintero. Enseñanza e Historia y Nada es lo que parece. Estudios sobre la novela mexicana, 2000-2009 editado por Miguel G. Rodríguez Lozano y en artículos en revistas como PluralLos UniversitariosLa Palabra y el Hombre y Revista de Literatura Mexicana Contemporánea entre otras. Sus líneas de investigación son la novela mexicana contemporánea y la dramaturgia mexicana contemporánea. También es autor del libro Van pasando mujeres, obra de teatro publicada por la UACH.

En/sueño

 


En/sueño

 

Por Sergio Torres

 

Todavía estoy en sueño. La anestesia no se ha retirado del todo. Aún hay CO2 en mi abdomen y duele cuando me muevo, o cuando me quedo quieto demasiado tiempo. El reloj de reposo dice: una hora del lado derecho, luego de espaldas, del lado izquierdo, sentado, alternado posiciones, comidas, curaciones, baño. Lavar con un jabón neutro las heridas y vigilar cambios de color, inflamación, dolor. Aun así, me siento en un sueño.

Estoy vivo después de una intervención, la cuarta en nueve años. Siento que me estoy yendo en fragmentos, pero no se me quita la curiosidad por lo que sigue. En cada persona hay amor, en cada acción hay amor, en cada latido. La vida es más amplia que está manifestación que vemos, que somos capaces de sentir. La vida es más alta de las que somos capaces de percibir.

Sueño, alucinación, inspiración, iluminación, tengo la certeza de que el camino es más ancho y profundo.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Artilugios

 


Artilugios

 

Por Sergio Torres

 

Para quienes tenemos muchos amaneceres sobre la tierra, los artilugios magnéticos significan ayeres. En ellos van el palpitar de la juventud o la niñez, la emoción de las primeras veces, los primeros besos, el encuentro de miradas que atraen como imanes, visibles porque puedes ver los ojos, invisibles porque no se mira la fuerza que nos arrastra al abrazo del otro, a su boca, su aliento, su vida.

El mundo tiene un antes y después de las letras, de aprender a leer y escribir a pesar de la dislexia, de la poca atención que podía dedicar a permanecer sentado o de la ambición por terminar de leer esta página e ir a la otra, este libro e ir al otro; las ilustraciones eran una pérdida de tiempo, de espacio, no dejaban lugar a las ideas del escritor. Una imagen habla por sí misma pero yo quería saber qué pensaba quien escribe.

También antes los cassettes, las cajitas, tenían emociones convertidas en música, chistes de Polo Polo, milagros tecnológicos para compartir la vida.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

martes, 27 de mayo de 2025

La lluviosa mañana del martes 31 de julio

 


La lluviosa mañana del martes 31 de julio

 

Por Sergio Torres

 

En 1973, en la lluviosa mañana del martes 31 de julio, llegué a esta manifestación terrena. En mi egoísmo, pedí atención inmediata a todas mis molestias y deseos: comer, beber, dormir, calor, frío. Todas eran atendidas por mi madre, mis hermanos mayores, mi abuela, mi tía.

Fui entrando a la domesticación artesanal de la dinámica familiar, a la religión cívica de la formación escolar, a entender que el sistema social funciona entre sombras y silencios: nadie se expresa con la claridad que un niño de tres años: dice lo que piensa, lo que siente, lo que necesita.

Han pasado más de 50 años desde aquel primer martes de mi vida sobre la tierra, y aun no entiendo del todo el juego. Me gusta la manera en que filosofía, historia y antropología nos abordan para explicar cuanta cosa. Me asombran las teologías para las que, como hijos de Dios, tenemos la oportunidad de hermanarnos sobre la tierra porque nos reconocemos en la fraternidad y cómo, en el día a día, la convivencia no refleja suficiente amor, tolerancia, respeto ni amabilidad.

Espero el día en que seamos de nuevo libres y salvajes, claros y luminosos como cuando fuimos niños. Sin embargo, cada uno encuentra su camino de rezar, meditar, cocinar, dibujar, bailar, cantar.

Mi camino tiene letras, música y abrazos. Mi camino te incluye. Cada camino es el mismo, tan largo, ancho, alto y profundo que nadie puede escaparse de andarlo; puede dejar lindas huellas y otras apenas visibles; es posible que la luz del final nos vuelva a hermanar y comprendamos todo. Mientras tanto, Ketchem alheyya.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

domingo, 25 de mayo de 2025

Nunca

 


Nunca

 

Por Guadalupe Ángeles

 

¿Y si tú vendías miel o si no hubo un cuerpo que se llamara tuyo sobre la tierra, verdaderamente? ¿Es la existencia condición esencial para el deseo? (Juguete cuya luz resplandece aún a pesar de cuanta lejanía pueden crear horas, días y kilómetros, hoy cancelada por gracia de anhelar el frío que bebía esa noche nuestra impaciencia) ¿Es parte de la realidad todavía el sabor de tu piel y ese miedo mío reducido al mínimo ante tus ojos?

        Como un árbol que crece entre las ruinas de un edificio, así es –todavía– el gesto de mi mano tocándote (milagro simple) ¿fuimos rumor de bosque entre ladrillos desnudos? Piel de sueño disuelto en delicia el lugar oscuro donde, como si fuera lo más fácil del mundo, me hice algo de ti, algo para siempre, aunque hoy “nunca” sea mi nombre.

      A mi vez yo jugué a ser objeto apenas animado para crueles niños que atravesaron la noche fingiendo una maldad que podría depararme más de una pesadilla.

        Pero un amor nuevo, en el siempre de esa noche interminable, abrió sus alas para protegerme, el amor de un par de padres que acunaron mis insensateces y cobijaron del frío mi cuerpo de anciana precoz.

        ¿De cuántos mares fríos hui? ¿Y ellos, mis padres nuevos, sonreían al escuchar mis discursos interminables, como yo, al contemplar el amor que se profesaban y hacía de ellos una sola persona atenta a mi caminar errático, imprudente, incansable?, no hubiera soñado con esa ternura nunca, regalo de la ciudad que todavía hoy siento y llamo TJ mi amor.

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

Como el paso de los cometas


 

Como el paso de los cometas

 

Por Sergio Torres

 

Aunque hablamos poco, nos queremos mucho cuando nos vemos, cuando podemos estar cerca, que también es poco, como el paso de los cometas.

Aun así, sabes que comparto contigo el pan, una taza de café, un abrazo y el tiempo, porque aprendí a querer de tanto quererte y de tantas ausencias que tuvimos.

Desde la luz, el amor permanece intacto mientras el cuerpo decae.

Te amo y te amé a pesar de nuestros egoísmos. Lo entendí, lo asumí, y te sigo queriendo en el asiento de al lado, porque comprendo que vamos en el mismo autobús, aunque bajemos en estaciones distintas.

¿Para qué guardar el amor? ¿Dónde? ¿Esperar a que pasé qué cosa para entregarlo?

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

sábado, 24 de mayo de 2025

Devenir

 


Devenir

 

Por Guadalupe Ángeles

 

La voz humana es pensamiento que atraviesa la carne.

Mircea Cartarescu

 

Por eso el canto acaricia. Por eso el razonamiento hace más fácil ver el camino. Carne de nuestra carne, la canción de cuna abrevia la desventura de ser un cuerpo desgajado de otro cuerpo. Nos acuña esa voz como moneda corriente para hacernos oír. Jamás esperaríamos traición de tal melodía que nos habita por dentro aún antes de respirar el aire de la tierra. Nacidos desde y para la carne, es que la voz de quien nos pare nos hace habitable el mundo, no en vano la canción de cuna nos mece desde que el líquido amniótico nos contiene.

      Nacidos. Esa voz adquiere rostro. Años después, en él, cierta sonrisa puede liberar o congelar para siempre. Animales de tan delgada piel somos que apenas un gesto nos parte o reconstruye.

      En la carne y en la voz somos, atravesados de sentidos, de signos como oraciones lanzadas hacia toda estrella (cierra los ojos, ahí, en silencio habita tu constelación particular, intransferible); inherentes a otra respiración hasta quién sabe cuánto tiempo nos deslizamos hacia una estación siempre lejos, siempre incomprensible.

       Yo/ella, pudimos ser el himno sagrado, sacrosanto, o la ridícula cancioncilla digna de burla, ¿es elegible el gesto que marque la diferencia?

        Seres de conciencia frágil. Criaturas inherentes a toda insania. Ser individual es quizá apenas una ilusión, cantada a cientos de voces en susurros, gritada, ese sonido, todo gesto, nos marca.

       Nuestra vulnerabilidad, como nuestra muerte es el nombre oculto que poseemos y sin embargo escrito está en la palma de la mano.

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

Flotar

 


Flotar

 

Por Sergio Torres

 

Ingrávido, floto sacando apenas la nariz, respirando, con el oído en ondas, manos y piernas inertes. El mundo está suspendido. Por más que mi deseo empuje hacia donde quiero llegar, la vida sigue sin prisa alguna, a pesar de mí o para mí fortuna.

Palpito, vida que llega, vida que se aleja atravesando el dolor y el gozo, mi ocupación única es latir. El universo manifiesta su colorida variedad en mi existencia, en este instante de luz y conciencia. La energía mueve mis dedos, el hálito que anima el cuerpo. Tras la apariencia está Dios, oculto, mientras transmuto de sueño en sueño al sueño de la Muerte.

Inerte, floto mientras la respiración se agita como flama, casi extinguiéndose, mientras la conciencia se abandona a la oscuridad, detrás del velo. Mientras abraza el olvido eterno.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

viernes, 23 de mayo de 2025

Relojes distintos

 

Diseño gráfico: Marco Benavides con IA

Relojes distintos

 

Por Marco Benavides

 

A los cinco años el verano era eterno. El tiempo se deslizaba sin prisa entre charcos, bicicletas y las manos húmedas de fruta. No existía la prisa, todo lo que importaba estaba al alcance del instante: un juego nuevo, una hormiga que cruzaba el suelo, una nube con forma de dragón. El tiempo era elástico, generoso, casi inmóvil. Uno vivía en un país sin relojes.

A los cuarenta, en cambio, un verano es un suspiro entre obligaciones. Llega sin aviso y se va con prisa. Entre el trabajo, los compromisos, los correos pendientes, la cirugía del día, los informes por entregar y los silencios que uno aún no ha aprendido a escuchar, los días se encogen. El sol entra por la ventana, pero no alcanza a calentar. La lista de pendientes se impone sobre la contemplación. La noción del tiempo se mide en semanas laborales, no en tardes sin rumbo. Y uno empieza a sospechar que los relojes no solo marcan la hora: también la roban.

A los sesenta el verano es un milagro que aún calienta los huesos. No por falta de salud, sino por exceso de conciencia. El cuerpo aprende a ir lento, no por torpeza, sino por sabiduría. Ya no se corre detrás del tiempo: se le invita a sentarse. Se le ofrece una silla junto al jardín. Se le sirve café. El tiempo, al final, no es el enemigo: es el huésped al que no supimos tratar. Y ahora que no hay tanto que demostrar ni tantos lugares a donde ir, el tiempo vuelve a ser ancho, como en la infancia. El niño y el anciano se dan la mano.

Uno empieza a notar que el mismo sol alumbra de manera distinta según el momento. No porque el astro haya cambiado, sino porque ha cambiado la mirada. Lo que antes era paisaje, ahora es símbolo. Lo que antes se ignoraba, ahora se atesora. Un pájaro que canta, una sombra que cruza el rostro, una conversación lenta: todo vuelve a importar.

Cada etapa de la vida tiene su manera de medir el tiempo. La infancia lo mide en descubrimientos. La juventud, en urgencias. La adultez, en productividad. La vejez, en recuerdos. Tal vez lo sabio sea no esperar a tener sesenta para reconciliarnos con el tiempo. Tal vez haya que aprender a detenerse antes. A contemplar. A no correr siempre detrás de algo. A volver a mirar una nube con forma de dragón.

El mismo sol, la misma estación, relojes distintos.

 

20 mayo 2025

 

https://tecnomednews.com/

drbenavides@medmultilingua.com

 

 

Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.

Ser parte del montón


 

Ser parte del montón

 

Por Sergio Torres

 

Cuando era niño quería ser parte del montón, parte de los niños que se juntaban a jugar fútbol, de los muchachos que se iban a andar en bicicleta, los chavos que se juntaban en la única pizzería de Los Mochis en 1986, los que caminaban al templo a tocar en Misa de 12, los que iban al viaje a Tucson, los que tocaban rock y departían con Rita Guerrero, Rubén Albarrán o Saúl Hernández.

Quería ser parte de la historia de Dulce María, Fátima, María Elena o Marlene. Ir al baile de graduación con Karla Sofía, escapar al mar con el Gordito y los demás. Entender la filosofía del Gari, tener la fe de Rebeca, Alberto, Gilberto y Carolina. Mirar el mundo con el desparpajo de César, la inteligencia del Lupillo, la sed de conocimiento de mi hermano Julio.

Por fortuna o por desgracia, a mí me tocó ser yo. Me tocó no entender el mundo social con la misma facilidad con que interpreto letras y sonidos. Mi reto constante ha sido pensar.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

jueves, 22 de mayo de 2025

Infinito ante mis ojos

 


Infinito ante mis ojos

 

Por Sergio Torres

 

El surtido era infinito ante mis ojos infantiles. Los dulces de marca eran los De la Rosa, los Tomy y Ricos Besos. Todo lo demás eran dulces locales, incluso los jamoncillos de leche de chiva de El Fuerte.

Cómo niño nacido en 1973, el acceso a un Milky Way, Snicker's, Twizzlers era un lujo. Algo que se conseguía de contrabando al visitar Nogales, a más de 700 kilometros; o Ensenada, al otro lado del Mar de Cortez.

Con el tiempo, fueron desapareciendo esa clase de dulces. Con los años se fueron muriendo estos personajes: El tío Tom, Nacho el peluquero, Ma'Nati, Nacho mi padre.

Poco a poco, el mundo fue cambiando. Llegaron otros amores, otros calores, otras miradas, otras dulzuras.

La vida no se detiene, no espera.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

El Animalito


 

El Animalito

 

Por Fructuoso Irigoyen Rascón

 

Había estado moviendo las macetas del lugar abierto donde se encontraban, junto a la pared. Protegía las ocupadas por plantas que ella consideraba más delicadas, cubriéndolas con bolsas de plástico. Se había anunciado una helada.

Las heladas resultaban en devastación para las plantas tropicales y subtropicales.

Atareadísima, Emilia se ocupaba de mover los maceteros más grandes, cuando detrás de uno de ellos lo vió: Un animalito de grandes ojos y color parduzco. Pensó primero que se trataba de un ratoncito, pero, fijándose mejor, creyó que sería una lagartijita o un camaleón. Pensó en capturarla. Lo podría hacer fácilmente usando un vaso de vidrio, pero estaba en el patio y para encontrar un vaso necesitaría abandonar lo que estaba haciendo e ir a la cocina por él. Así que no pudo resistir la tentación y lo capturó con la mano.

¡Terrible error!

Atrapado entre sus dedos y la palma de su mano, el animalito hizo algo. Emilia diría después que había segregado una substancia pegajosa, pero pudo ser orina o saliva, nunca lo sabremos. El caso es que la mano derecha de Emilia estaba agarrotada, paralizada o acalambrada como formando un puño, y no la podía abrir.

Pensó que había aplastado al animal, pero poniendo atención lo sintió moverse, tal vez respirar. El puño estaba tan apretado que no podía ver al animalito atrapado. Trató de abrir la mano tirando de sus dedos con la otra mano, pero no lo logró, también trató de hacerlo apoyando las puntas de los dedos en el borde de una maceta, con lo cual se provocó intenso dolor, pero no pudo lograr abrir la mano.

A pocos pasos de donde estaba había una llave de agua. Pensó que un chorro de agua fría le ayudaría a abrir la mano, ya fuera por el frío mismo o porque el agua disolvería la substancia aquella que el animalito había segregado. Esfuerzo inútil.

No quedaba remedio, tendría que buscar ayuda profesional. Ya se dirigía al garage donde estaba su automóvil cuando se le ocurrió que no podría conducirlo con aquella mano invalidada. Con su mano buena, la izquierda, sacó el teléfono celular que llevaba en la bolsa del mandil. Lo colocó sobre la mesita de la entrada y con un poco de esfuerzo pudo marcar el teléfono de su amiga registrado en el directorio del aparato.

—Kati, necesito que me lleves al cuarto de emergencias.

Le explicó brevemente lo que había pasado.

—¡Voy para allá! No me tardo.

 En menos de diez minutos llegó la amiga.

—¿Y te duele?

—Es como un calambre. Duele cuando trato de moverla.

—¡Vámonos pues!

 

En el flamante Departamento de Emergencias del hospital pronto las pasaron a un cubículo donde un enfermero la pesó, le tomó el pulso, la presión arterial y le colocó un termómetro bajo la lengua. Emilia alcanzó a oír lo que el enfermero comentó al otro. 

—¡Nunca había visto algo así!

—Recuerda a una picadura de viuda negra. El espasmo muscular y el dolor se extiende del lugar del piquete hacia el cuerpo.

—Pero eso es más doloroso.

 Un tercer enfermero intervino:

—Y dice que el animal sigue ahí. ¿Será un sapo?

 Llegó el médico de turno. Era un joven galeno de mediana estatura y disposición atlética que iba enfundado en un uniforme quirúrgico de los conocidos como pitufos. Después de un examen sumario preguntó:

—¿Le han puesto hielo?

—Ella trató con agua fría.

—¿Algún problema agregado?

—No, fuera de esa extraña contractura, todo está normal.

—Ordenaré unos exámenes de emergencia para poder darle anestesia general y usar un bloqueador neuromuscular y eliminar ese espasmo, antes de que se gangrene esa mano.

 Mientras esperaban los resultados de los exámenes y preparaban a Emilia para el procedimiento, el enfermero preguntó:

—¿Qué animal piensa usted que encontraremos en esa mano?

—No sé de ningún animal que pueda causar lo que le pasa a esa mujer. No me sorprendería que la mano estuviera vacía. Que no haya nada dentro de ese puño.

—¿Ha visto usted antes algo igual?

—No.

 Llegó el anestesista. 

—Tomará solo un minuto. Un piquetito y ya.

 Emilia sintió que flotaba y diría que casi instantáneamente el calambre había desaparecido. Ya no sintió cuando el joven doctor gentil pero firmemente extendió sus dedos. 

—¿Alguien tomó una foto? ¿Qué fue pues?

 Al abrirse la mano aquella se pudo ver solo una bolita parduzca. Parecía de pelo comprimido. Después de todo había estado preso en aquel puño apretado ya por varias horas.

—¿Está vivo o muerto?

 La bolita de pelo pareció responder a la pregunta. Abriendo aquellos ojos los mismos que habían impresionado a Emilia miraba fijamente a los enfermeros y doctores presentes. Uno de ellos tomaba fotografías con su teléfono celular. El que fue a Cirugía por la cámara profesional no llegó a tiempo. El animalito se estremeció y, así como así, surgieron de su espalda unas arrugadas alitas y, también así como así, emprendió el vuelo.

Uno de los enfermeros tomó una toalla y trató de atrapar al animal. Este, al verse atacado, sobrevoló el bimbo que separaba el cubículo donde habían puesto a Emilia donde se había desarrollado toda la acción del resto del cuarto de emergencias. Como si hubiera estado allí antes o conociera de antemano el lugar, se dirigió velozmente a la salida. Un empleado de seguridad que lo vio salir disparado hacia el infinito, diría después: "Era un pájaro, tal vez un murciélago".

Emilia volvió en sí de la anestesia. Podía abrir y cerrar la mano sin dificultad, pero sentía como si hubiera tenido un animal atrapado en ella por horas.

 Las fotos del celular mostraban un objeto informe con dos ojos brillantes, nada más. El doctor especulaba que aquel animal acarreaba algún tipo de insecto o arácnido responsable de la extraña parálisis de Emilia.

 La fotogafía digital del animal tomada por el enfermero ha recibido más de 15,000 likes en Internet. Las plantas que Emilia alcanzó a poner junto a la pared, bajo el techito o proteger con bolsas de plástico sobrevivieron. Las que no, se helaron todas. ¡Aquí no ha pasado nada! Todo sigue adelante, ¡así es la vida!

 


Fructuoso Irigoyen Rascón, autor de Cerocahui, una verdadera épica de la región, es médico con especialidad en psiquiatría, con una vasta y brillante práctica profesional. Es autor, además, de los libros Tarahumara Medicine: Ethnobotany and Healing among the Raramuri of Mexico y Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores.