Palabras a la
Generación 2025
Por César Antonio Sotelo
Gutiérrez
Queridas alumnas, queridos
alumnos:
En un lugar de Chihuahua, de
cuyo nombre no quiero acordarme, hace mucho, mucho tiempo que vivió un niño,
hijo primogénito, consentido hasta lo insoportable por sus padres y los padres
de su madre, con una curiosidad innata y una extraña personalidad: prefería
indagar en la biblioteca de su abuelo que jugar en el jardín, y en vez de
correr tras una pelota se sentaba a escuchar las historias que su abuela le
contaba mientras vigilaba las ollas y cazuelas en las que se gestaban
deliciosos potajes y postres. Cansados de su gran apetito por escuchar
historias, los padres decidieron dos cosas: enseñarle a leer y regalarle un
libro. Así comenzó una aventura que hasta el momento no ha terminado.
Jóvenes: Ustedes están a
punto de iniciar una nueva aventura. Los años que han pasado en estas aulas, en
estos pasillos y jardines, les han preparado para seguir otra etapa de su viaje
que espero sea muy largo y deseo les lleve a donde su corazón les guíe. Cada
una y cada uno de ustedes eligió, por propia voluntad, el fondear en este
puerto, tras surcar las aguas del Bachillerato, para descansar, reabastecerse,
entrenarse y sobre todo para conocerse y conocer y desarrollar sus capacidades
y sus habilidades que les permitirían seguir avanzando en el camino de la vida,
una ruta que, se puede decir, apenas empiezan.
¿Por qué decidieron que la
Facultad de Filosofía y Letras y, específicamente la licenciatura en letras españolas,
era el sitio al que pertenecían? Solo ustedes lo saben. Tal vez vacilaron en un
principio. Quizás en los primeros semestres pensaron que se habían equivocado.
Puede ser que en momentos sintieran que sus sueños no se alcanzarían en este
lugar. Pero están aquí, a punto de terminar un ciclo formativo que hace años
empezaron. De modo que, pese a todo, han comprendido que este era su sitio, que
pertenecían al reducido y selecto grupo de los estudiosos de las Humanidades,
un apelativo que deben llevar con orgullo, pues desde este momento son
continuadores de una tradición milenaria: la de aquellos hombres y mujeres para
quienes su pensamiento gravita en torno al ser humano y a su destino.
El hablar de orgullo es
hablar de identidad. Hombres y mujeres partimos del proceso de identificarnos
para poder desarrollarnos. Ser un profesional de las letras españolas, conocer
y manejar nuestra lengua y nuestra literatura, es parte ahora de su identidad. Han
trabajo duramente para ganarse ese título, deben estar orgullosos de ello.
Ahora tienen en sus manos el poder de la palabra, que les permitirá construir y
analizar narrativas en un mundo que se distingue por la flexibilidad,
diversificación e importancia de las narrativas, principalmente las digitales.
También llevan con ustedes un tesoro que no se gasta: la capacidad de ejercer
el pensamiento crítico. Cada uno, cada una de ustedes portan ese sol que les
acompañará a lo largo de su viaje. Y, por si fuera poco, la literatura ha
llenado sus alforjas con imaginación, belleza y sueños. Su riqueza es inmensa.
Aprendan a valorarla y gastarla en beneficio de su sociedad.
Quisiera decirles que en los
siguientes tramos de su travesía navegarán por tranquilas aguas, visitarán
puertos que les brindarán placeres sin fin para el descanso de sus duras
jornadas. Pero saben que no será así. Su mundo, ese que desde ahora les
pertenece y del cual deben hacerse responsables, es un mundo en cambio constante,
un caótico y a veces desesperanzador universo en el que la ruptura de los
esquemas absolutos de la modernidad está generando una disparidad de reacciones
que han roto para siempre la simplista idea de la historia como una evolución
lineal hacia el progreso.
Muchos son los retos que
desde hace tiempo están enfrentando, pero ahora los afrontarán desde otra
perspectiva: la de todo joven que empieza buscar su espacio propio en la sociedad.
Muchos son tan antiguos como la humanidad misma, pero han adquirido otra
dimensión. La violencia, que es la ecuación vital en nuestra vida contemporánea,
se ha transformado en una constante cotidiana más allá de las guerras que
tantas veces hemos visto como lejanas. Hoy en día la violencia nos acompaña día
a día: más allá del narcotráfico, que las autoridades señalan como si fuese un
factor de violencia ajeno a ellas, la cada vez más amplia y creciente
injusticia social, la pobreza, la migración, el hambre, la depauperación de la
educación, son elementos de la violencia que vivimos en México, una violencia
contra la que debemos luchar antes de que nos avasalle.
Un desafío que gestamos
desde hace tres siglos y ahora es una emergencia universal es la destrucción del
medio ambiente. No hace falta pensar en esas imágenes cuasi románticas de la
despedida a los glaciares o las terribles cifras que el mundo ignora de las
especies de la flora y la fauna que desaparecen cada año. Si analizan su
entorno, su casa, su barrio, las calles de esta ciudad, podrán palpar una
realidad ante la que no podemos voltear la cara: la sequía se abate sobre
nuestro estado, las presas están vaciándose, el racionamiento del agua potable
en las colonias es ya parte de nuestra cotidianeidad desde hace años. Ahora
estamos perdiendo nuestro entorno natural, y a las autoridades les importa más
las pintadas en edificios que los cerros de Chihuahua que, con su permiso,
están siendo destrozados por voraces compañías urbanizadoras.
Los mexicanos pensamos que
todo es culpa del gobierno y no somos conscientes de que el gobierno, en teoría,
somos nosotros. En estos momentos, en que en el mundo la democracia está en
riesgo, debemos tener conciencia de nuestra responsabilidad para con el futuro.
La libertad, máxima aspiración del hombre moderno, corre peligro ante los
autoritarismos de izquierda derecha y centro. Con ello, las conquistas de los
hombres y mujeres del siglo XXI están en entredicho. Porque aún no se ha
logrado la equidad de género, y la lucha por los derechos de los seres humanos,
sin importar la raza, religión, orientación sexual o identidad de género no se
ha terminado. Como gran paradoja existencial, vivimos en un mundo que pregona
que la ciencia y la tecnología han dado libertad a la humanidad y sin embargo
la libertad cada día es más limitada.
Les presento esta poco
alentadora ruta de viaje con rabia, dolor y vergüenza. Rabia de sentirme
impotente, de pensar que estamos haciendo muy poco para cambiar nuestra
sociedad por una más justa, con oportunidades iguales para todos. Dolor de ver
cada día menos árboles en mi ciudad, más calles polvosas y ardientes en verano
cada vez secos. Vergüenza, porque esta realidad es la que les hemos dejado a
ustedes las generaciones anteriores, generaciones individualistas, sin sentido
de ciudadanía, preocupadas más por lo material que por lo verdaderamente
importante. Y sin embargo…
Soy maestro por vocación.
Todos los días agradezco a la vida el regalo que me dio al permitirme
desempeñar un trabajo que me apasiona, que me enriquece, que disfruto. Creo en
la educación, estoy seguro de que es la base de la evolución de la humanidad.
No la veo como el elemento mágico que puede transformar la realidad con un
simple deseo. No. Para mí la educación es esa verde joya que Pandora descubrió
en el fondo del cofre que nuca debió abrir: la esperanza de que se puede lograr
un Chihuahua, un México, un mundo mejor.
Ustedes han estudiado
literatura. Ya llevan esa joya en sus corazones. Cruzarán mares borrascosos,
enfrentarán a cíclopes y lestrigones, y también a molinos de viento y duques
aburridos y estúpidos, las sirenas les cantarán mientras navegan y Escila y
Caribdis querrán hacerles naufragar. Pero llevan en su embarcación el escudo de
Aquiles, el más grande héroe, y la locura de Don Quijote, el más excelso
hombre, el amor de María y la fuerza de doña Bárbara, el cisne de Darío y la
magia de Macondo, el humor de Ibargüengoitia y la ironía de Novo, la
preocupación social de Efraín Huerta y la universalidad de Octavio Paz.
Espero que su viaje sea
largo, que sus andanzas les enriquezcan, que disfruten cada puerto, que gocen
cada día, cada experiencia. Y que al final, cuando estén a punto de arribar a
su destino, lleven siempre en un pequeño rincón de su corazón a su Facultad de
Filosofía y Letras y a este su maestro, a quien han honrado como su padrino de
generación. Porque, aunque pobres y humildes, les hemos entregado lo más
valioso que tenemos: el amor a la literatura.
Chihuahua, 28 mayo 2025
César Antonio Sotelo
Gutiérrez es doctor
en filología hispánica por la Universidad de Barcelona; Master of Arts por The
University of Texas at El Paso y licenciado en letras españolas por la
Universidad Autónoma de Chihuahua. Dramaturgo, crítico literario y profesor de
literatura, ha fungido como director de la Biblioteca Municipal de Chihuahua. Ha sido maestro en
el Tecnológico de Monterrey campus Chihuahua, el Instituto Tecnológico de
Chihuahua, la Universidad Regional del Norte y la Universidad Tec Milenio. Actualmente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Como
crítico literario su trabajo se ha publicado en los libros Teatro
Mexicano Reciente, editado por Samuel Gordon, Nueve poetas
malogrados del Romanticismo Español, Gregorio Torres Quintero. Enseñanza
e Historia y Nada es lo que parece. Estudios sobre la novela
mexicana, 2000-2009 editado por Miguel G. Rodríguez Lozano y
en artículos en revistas como Plural, Los Universitarios, La
Palabra y el Hombre y Revista de Literatura Mexicana
Contemporánea entre otras. Sus líneas de investigación son la novela
mexicana contemporánea y la dramaturgia mexicana contemporánea. También es autor del libro Van pasando mujeres, obra de teatro
publicada por la UACH.