El
viernes llovió en la verbena del Parque Revolución
Por
Jesús Chávez Marín
La
lluvia es una bendición, y cuantimás en estos terregales. Excepto para el show,
cuando es al aire libre, como en los tan famosos viernes que organiza Héctor
Nava.
A pesar
de una que otra llovizna durante la tarde, a las 7 estaba ya todo listo en el foro
público que consagró desde hace años el Grupo Amigos del Parque Revolución, que
realiza cada semana magníficos conciertos y bailes populares. En ese foro se
han presentado la mayoría de los músicos de la ciudad de Chihuahua y algunos
otros de fuera, todos de una gran calidad artística.
Antes
de la música, Héctor Nava acostumbra ofrecer al público charlas y recitales,
todas muy breves, como parte de su excelente programa cultural. Muchos oradores
famosos, escritores medio conocidos y poetas laureados han tomado el micrófono
cada viernes como una magnífica oportunidad de contacto con la gente. Eso sí,
con variada ventura: desde discursos brillantes hasta otros muy
aburridos, como aquella vez que se presentó la (digamos) poetisa Renee Acosta y
se puso a leer con su voz de locutora de Radio Ranchito unas ripias que
nadie entendió y ya lo que quería la gente era que se callara por el amor de
Dios.
El
orador de ese viernes lluvioso 14 de junio fue el joven maestro Amín Anchondo,
síndico del municipio de Chihuahua. Es casi un milagro que un político asista a
un acto cultural en esta ciudad, fue un gran acto cívico que él vinera. Su relato fue
breve y sencillo, explicó con claridad cuáles son las funciones de un síndico
en una comunidad, ofreció generosamente sus servicios de gestoría.
Pero
unos cuantos viejillos que allí estaban sentados empezaron a murmurar, claro,
sin dar la cara, y uno hasta se retiró indignado porque, según él, ya iban a
politizar la cosa. Otro lefio tomó el micrófono y sin que viniera al caso
empezó a despotricar contra el alumbrado público y no sé qué tanto alegaba.
A pesar
de eso, muy sonriente y amable, el joven orador terminó su discurso, y hasta anunció
que ahora sí seguía el show: la Banda de Los Hermanos Pérez, maravillosos
músicos de la ciudad. Pero en eso cayó un chubasco de aquellas y punto final.
Adiós verbena.
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