jueves, 13 de junio de 2019

Jaime Chavira Ornelas. Su relato El viejo del Parque Lerdo

 
Alexandra Daddario, foto Pinterest
El viejo del Parque Lerdo

Por Jaime Chavira Ornelas

Ves tus zapatos rotos, negros, feos, pisando este camino añejo de tu Parque Lerdo. Caminas, casi detenido; sientes tu cuerpo pesado y vivo, sientes que te lleva el viento, ese viento suave y dulce. Respiras, quieres suspirar pero no sabes cómo, mas no te importa.
A lo lejos escuchas voces conocidas que platican, han de ser los Gutiérrez que siempre cuentan el pasado como si fuera noticia, y recuerdas: es viernes. Sería igual que fuera cualquier otro día de la semana pero es viernes y crees que es bueno recordarlo. ¿Es bueno? Ya olvidaste qué es bueno o qué es bueno de lo bueno.
Sigues caminando y miras de nuevo tus zapatos viejos que no se detienen, siguen las mismas pisadas. Por alguna razón te sientes seguro, tu Parque Lerdo es un inmenso refugio y mas ahora que es mayo, con su clima generoso. Te frotas las manos, estas manos tan fieles como dos grandes amigas, son parecidas a las manos de tu madre pero no recuerdas a tu madre, solo sus manos.
Sigues caminado lento, alzas tu vista y allí están los grandes árboles, hermosos seres frondosos. Están contentos, escuchas ese idioma tan peculiar entre ellos, sin violencia, sin palabras sucias. Están felices y te saludan, bailan con el viento. Te contagian su energía.
Llegas a tu banca. Es una banca vieja pero cómoda, dejas caer tu cansado cuerpo, sientes alivio, ahora ves el Paseo Bolívar con sus casonas viejas y sofisticadas. Ahora son bares y oficinas y piensas: a mí qué me importa. Ves de nuevo la avenida y es hermosa, fresca. Llegan las palomas buscando qué comer, son ocho. Te preguntas cuántas generaciones de palomas habrán vivido aquí en tu parque. Son aves urbanas que forman parte del panorama, un parque sin palomas seria algo tenebroso. De pronto parten hacia los arboles.
Cierras los ojos y sientes esa paz que disfrutas, la paz de la vejez. No debes ni te deben, no esperas ni te esperan, no te falta ni te sobra, no estás adentro ni afuera; la paz es algo íntimo, es como un haz de luz que ilumina lo inmenso de tu pequeñez y la disfrutas.
Escuchas el ruido monótono de la vida: Pájaros, carros, gente y el bullicio de los niños que salen al recreo. Ahora que lo piensas, lo cotidiano es irreal pues es muy sencillo y simple, acaso estas soñando, te preguntas, tal vez estas dentro de un sueño de alguien más. Pero eso carece de importancia o no quieres que nada sea importante o qué importa lo importante.
Sigues con los ojos cerrados y recuerdas cuando fuiste joven, como tantos, tuviste familia, amigos y amores, amores bellos y pasajeros. De pronto ves aquel momento cuando por primera vez sentiste mariposas en el estómago, esa sensación de vértigo que te transporta a un lugar único, donde con un suspiro conoces el sentido de la vida y sabes tu razón de estar, de existir; tu corazón palpita como nunca y tu visón solo es un rostro, ese rostro angelical que deseas ver por siempre. Recuerdas cómo pasabas horas platicando, abrazando y besando en esta misma banca vieja a esa hermosa figura, mas de pronto alguien te despertó de tu recuerdo. Eliseo, pidiéndote dinero para una coca, abriste lentamente tus ojos, buscaste en tu bolsillo y le diste tres pesos.
Suspiraste, ahora sí recordaste cómo. De nuevo viste tu zapatos viejos, frotaste tus manos y tu rostro, viste los frondosos árboles, el vuelo de las palomas y los chanates, las casonas del Paseo Bolívar y cómo los niños formados entraban al salón después del recreo. A lo lejos los Gutiérrez seguían platicando del pasado como si fuera presente, sonreíste, te levantaste y caminaste para seguir caminando por este tu Parque Lerdo.                
Junio 2019




Jaime Chavira Ornelas tiene licenciatura en manejo de negocios, varios cursos de manejo de almacenes, control de inventario, ventas, negociación y motivación, lingüística, control de emociones e inteligencia emocional, manejo de personal. Desde hace 30 años escribe poemas y relatos. Actualmente se dedica a la venta de automóviles y asiste a un taller literario.

3 comentarios:

  1. Con buen lenguaje sencillo dejaste que escribiera tu corazón y tus recuerdos..lo lei y lo viví...de eso se trata la narrativa!!... gracias Hermano!!

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  2. "Cierras los ojos y sientes esa paz que disfrutas, la paz de la vejez. No debes ni te deben, no esperas ni te esperan, no te falta ni te sobra, no estás adentro ni afuera; la paz es algo íntimo, es como un haz de luz que ilumina lo inmenso de tu pequeñez y la disfrutas."
    ¿será esta la verdadera riqueza?

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  3. BUENO, MUY BUENO, ME LO ROBO PA' PUBLICARLO,,,, AHORA QUE LA GENTE YA NO VA AL PARQUE PREFIERE IR AL FASHION MALL,,,,,,, CERO ARBOLES MENOS ALGUNA PALOMA EXTRAVIADA, PURAS BANCAS Y COMERCIOS, DA TRISTEZA, LA NETA DEL PLANETA.

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