Alexandra Daddario, foto Pinterest
El viejo del Parque Lerdo
Por Jaime Chavira Ornelas
Ves tus zapatos rotos, negros, feos, pisando este
camino añejo de tu Parque Lerdo. Caminas, casi detenido; sientes tu cuerpo
pesado y vivo, sientes que te lleva el viento, ese viento suave y dulce. Respiras,
quieres suspirar pero no sabes cómo, mas no te importa.
A lo lejos escuchas voces conocidas que platican, han
de ser los Gutiérrez que siempre cuentan el pasado como si fuera noticia, y
recuerdas: es viernes. Sería igual que fuera cualquier otro día de la semana
pero es viernes y crees que es bueno recordarlo. ¿Es bueno? Ya olvidaste qué es
bueno o qué es bueno de lo bueno.
Sigues caminando y miras de nuevo tus zapatos viejos que
no se detienen, siguen las mismas pisadas. Por alguna razón te sientes seguro,
tu Parque Lerdo es un inmenso refugio y mas ahora que es mayo, con su clima
generoso. Te frotas las manos, estas manos tan fieles como dos grandes amigas,
son parecidas a las manos de tu madre pero no recuerdas a tu madre, solo sus
manos.
Sigues caminado lento, alzas tu vista y allí están los
grandes árboles, hermosos seres frondosos. Están contentos, escuchas ese idioma
tan peculiar entre ellos, sin violencia, sin palabras sucias. Están felices y
te saludan, bailan con el viento. Te contagian su energía.
Llegas a tu
banca. Es una banca vieja pero cómoda, dejas caer tu cansado cuerpo, sientes
alivio, ahora ves el Paseo Bolívar con sus casonas viejas y sofisticadas. Ahora
son bares y oficinas y piensas: a mí qué me importa. Ves de nuevo la avenida y
es hermosa, fresca. Llegan las palomas buscando qué comer, son ocho. Te
preguntas cuántas generaciones de palomas habrán vivido aquí en tu parque. Son
aves urbanas que forman parte del panorama, un parque sin palomas seria algo
tenebroso. De pronto parten hacia los arboles.
Cierras los ojos y sientes esa paz que disfrutas, la
paz de la vejez. No debes ni te deben, no esperas ni te esperan, no te falta ni
te sobra, no estás adentro ni afuera; la paz es algo íntimo, es como un haz de
luz que ilumina lo inmenso de tu pequeñez y la disfrutas.
Escuchas el ruido monótono de la vida: Pájaros, carros,
gente y el bullicio de los niños que salen al recreo. Ahora que lo piensas, lo
cotidiano es irreal pues es muy sencillo y simple, acaso estas soñando, te
preguntas, tal vez estas dentro de un sueño de alguien más. Pero eso carece de
importancia o no quieres que nada sea importante o qué importa lo importante.
Sigues con los ojos cerrados y recuerdas cuando fuiste
joven, como tantos, tuviste familia, amigos y amores, amores bellos y pasajeros.
De pronto ves aquel momento cuando por primera vez sentiste mariposas en el
estómago, esa sensación de vértigo que te transporta a un lugar único, donde
con un suspiro conoces el sentido de la vida y sabes tu razón de estar, de
existir; tu corazón palpita como nunca y tu visón solo es un rostro, ese rostro
angelical que deseas ver por siempre. Recuerdas cómo pasabas horas platicando,
abrazando y besando en esta misma banca vieja a esa hermosa figura, mas de
pronto alguien te despertó de tu recuerdo. Eliseo, pidiéndote dinero para una
coca, abriste lentamente tus ojos, buscaste en tu bolsillo y le diste tres
pesos.
Suspiraste, ahora sí recordaste cómo. De nuevo viste
tu zapatos viejos, frotaste tus manos y tu rostro, viste los frondosos árboles,
el vuelo de las palomas y los chanates, las casonas del Paseo Bolívar y cómo
los niños formados entraban al salón después del recreo. A lo lejos los
Gutiérrez seguían platicando del pasado como si fuera presente, sonreíste, te
levantaste y caminaste para seguir caminando por este tu Parque Lerdo.
Junio 2019
Jaime Chavira Ornelas tiene licenciatura
en manejo de negocios, varios cursos de manejo de almacenes, control de
inventario, ventas, negociación y motivación, lingüística, control de emociones
e inteligencia emocional, manejo de personal. Desde hace 30 años escribe poemas
y relatos. Actualmente se dedica a la venta de automóviles y asiste a un taller
literario.
Con buen lenguaje sencillo dejaste que escribiera tu corazón y tus recuerdos..lo lei y lo viví...de eso se trata la narrativa!!... gracias Hermano!!
ResponderEliminar"Cierras los ojos y sientes esa paz que disfrutas, la paz de la vejez. No debes ni te deben, no esperas ni te esperan, no te falta ni te sobra, no estás adentro ni afuera; la paz es algo íntimo, es como un haz de luz que ilumina lo inmenso de tu pequeñez y la disfrutas."
ResponderEliminar¿será esta la verdadera riqueza?
BUENO, MUY BUENO, ME LO ROBO PA' PUBLICARLO,,,, AHORA QUE LA GENTE YA NO VA AL PARQUE PREFIERE IR AL FASHION MALL,,,,,,, CERO ARBOLES MENOS ALGUNA PALOMA EXTRAVIADA, PURAS BANCAS Y COMERCIOS, DA TRISTEZA, LA NETA DEL PLANETA.
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