Restos
futuros
Por Iliana
Villanueva
Mucho
les habrán dicho en la facultad de medicina, y repetido en la orientación de
esta mañana, que ustedes, jóvenes brillantes, tienen las llaves del futuro.
Pero el futuro ya está aquí, en esta frontera, en esta morgue, en este gran
laboratorio. Nos encontramos a la vanguardia mundial en la rehidratación de cadáveres
y la reconstrucción digitalizada de facciones y cuerpos a partir de restos sin
tejido. El desierto acá hace bien su trabajo, pero nosotros contamos con
tecnología de punta y con los mejores médicos forenses del país. En los casos
en los que la rehidratación ya no es posible, la doctora Mariela Calveiro, con
la ayuda de su equipo, se encarga de la reconstrucción anatómica digitalizada.
Esperen a que vean las imágenes de aquellas mujeres; y hombres, a veces hay
hombres; no podrán creer que aquellos rostros eran un puro cúmulo de huesos.
Pero ya la doctora les hablará de esto más adelante. Además de los restos que
de vez en cuando escupen los Médanos, llegan frescos treinta cadáveres por día,
aproximadamente; hombres en su mayoría. Aquí, como pueden ver, tenemos, ¿qué
tenemos?, acá está: “Cadáver desconocido, trece de marzo del…” blablá año en
curso. Uno, dos, tres cuatro, cinco, seis… siete… casi todos en esta sala tendrán
una etiqueta similar. Se incluyen, cuando las hay, señas particulares: un
tatuaje, una cirugía, cicatrices, amputaciones.
Aunque nunca faltan cuerpos con nombres reconocidos, como Miguel Zapata,
subprocurador general, cuyo cuerpo pasó por esta mesa metálica la semana
pasada, inseminado con más de cien balas. La cabeza había llegado primero, hace
aproximadamente un mes. Recordarán la noticia, fue hallada en la puerta de un
prostíbulo sin nombre con la nota “asi ban acabar todos los serdos”. Pero
bueno, el día de hoy con esta van ya catorce autopsias; cinco del día de ayer,
y fíjense que aún no pasan de las diez. Todavía faltan muchos por morir, pero
ya no tardan. Si se asoman al pasillo, aquel del fondo, verán cómo va creciendo
la fila. En estos casos, que como ya les mencioné son la mayoría, nos los traen
apenas unas dos o tres horas después de haber sido ejecutados. Trabajamos tres
turnos, los siete días de la semana, y contamos con nueve refrigeradores en los
que, bien acomodados los cuerpos, caben poco más de una centena. Pero pasemos a
la sala de rehidratación de tejidos. Acá tenemos los contenedores vacíos y en
los estantes de al lado pueden apreciar los tejidos ya en proceso de
rehidratación: una cabeza… un pie… una mano… unos dedos… un ombligo... ¿ven
esta oreja? Comencé la rehidratación hace seis años. Pensarán que los resultados
no son ideales, pero vean, ¿sí ven? Muy probablemente arrancada por mordida de algún
animal. Cuando la recibí, era apenas un pedazo de cartón. En aquellos
contenedores se colocan piernas y brazos. Y más allá tenemos cadáveres
completos. El más antiguo con el que trabajé lo asesinaron hace como trece
años. La encontraron primero sin manos. Luego, aparecieron los dedos sembrados
por ahí. Acá tengo una foto. ¿Ven esas marcas? Evidencia de una muerte muy
violenta. Primero, una piñata con piel de hojas otoñales; después, una mexicana
de labios carnosos y pómulos grandes. Habrá sido una mujer muy hermosa. Sigan
con cuidado; los químicos son demasiado fuertes, tan fuertes que si
sometiéramos a las momias de Egipto a este proceso, ustedes se convencerían de
que el mismo Tutankamón acababa de morir. Se los dije: el futuro ya está aquí.
Iliana
Villanueva estudió Latin American Poetry en University
of California, IrvineUniversity of California, IrvineInstituto de Bachilleres
de ciudad CuauhtémocACLAS - Andean Center for Latin American StudiesHighline
CollegeUniversity of WashingtonBellevue College. En 1998 publicó su poemario
Tuérceles el Dios, en la colección literaria Poetazos.
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