lunes, 10 de junio de 2019

Iliana Villanueva. Restos futuros

Restos futuros

Por Iliana Villanueva

Mucho les habrán dicho en la facultad de medicina, y repetido en la orientación de esta mañana, que ustedes, jóvenes brillantes, tienen las llaves del futuro. Pero el futuro ya está aquí, en esta frontera, en esta morgue, en este gran laboratorio. Nos encontramos a la vanguardia mundial en la rehidratación de cadáveres y la reconstrucción digitalizada de facciones y cuerpos a partir de restos sin tejido. El desierto acá hace bien su trabajo, pero nosotros contamos con tecnología de punta y con los mejores médicos forenses del país. En los casos en los que la rehidratación ya no es posible, la doctora Mariela Calveiro, con la ayuda de su equipo, se encarga de la reconstrucción anatómica digitalizada. Esperen a que vean las imágenes de aquellas mujeres; y hombres, a veces hay hombres; no podrán creer que aquellos rostros eran un puro cúmulo de huesos. Pero ya la doctora les hablará de esto más adelante. Además de los restos que de vez en cuando escupen los Médanos, llegan frescos treinta cadáveres por día, aproximadamente; hombres en su mayoría. Aquí, como pueden ver, tenemos, ¿qué tenemos?, acá está: “Cadáver desconocido, trece de marzo del…” blablá año en curso. Uno, dos, tres cuatro, cinco, seis… siete… casi todos en esta sala tendrán una etiqueta similar. Se incluyen, cuando las hay, señas particulares: un tatuaje, una cirugía, cicatrices, amputaciones.  Aunque nunca faltan cuerpos con nombres reconocidos, como Miguel Zapata, subprocurador general, cuyo cuerpo pasó por esta mesa metálica la semana pasada, inseminado con más de cien balas. La cabeza había llegado primero, hace aproximadamente un mes. Recordarán la noticia, fue hallada en la puerta de un prostíbulo sin nombre con la nota “asi ban acabar todos los serdos”. Pero bueno, el día de hoy con esta van ya catorce autopsias; cinco del día de ayer, y fíjense que aún no pasan de las diez. Todavía faltan muchos por morir, pero ya no tardan. Si se asoman al pasillo, aquel del fondo, verán cómo va creciendo la fila. En estos casos, que como ya les mencioné son la mayoría, nos los traen apenas unas dos o tres horas después de haber sido ejecutados. Trabajamos tres turnos, los siete días de la semana, y contamos con nueve refrigeradores en los que, bien acomodados los cuerpos, caben poco más de una centena. Pero pasemos a la sala de rehidratación de tejidos. Acá tenemos los contenedores vacíos y en los estantes de al lado pueden apreciar los tejidos ya en proceso de rehidratación: una cabeza… un pie… una mano… unos dedos… un ombligo... ¿ven esta oreja? Comencé la rehidratación hace seis años. Pensarán que los resultados no son ideales, pero vean, ¿sí ven? Muy probablemente arrancada por mordida de algún animal. Cuando la recibí, era apenas un pedazo de cartón. En aquellos contenedores se colocan piernas y brazos. Y más allá tenemos cadáveres completos. El más antiguo con el que trabajé lo asesinaron hace como trece años. La encontraron primero sin manos. Luego, aparecieron los dedos sembrados por ahí. Acá tengo una foto. ¿Ven esas marcas? Evidencia de una muerte muy violenta. Primero, una piñata con piel de hojas otoñales; después, una mexicana de labios carnosos y pómulos grandes. Habrá sido una mujer muy hermosa. Sigan con cuidado; los químicos son demasiado fuertes, tan fuertes que si sometiéramos a las momias de Egipto a este proceso, ustedes se convencerían de que el mismo Tutankamón acababa de morir. Se los dije: el futuro ya está aquí.



Iliana Villanueva estudió Latin American Poetry en University of California, IrvineUniversity of California, IrvineInstituto de Bachilleres de ciudad CuauhtémocACLAS - Andean Center for Latin American StudiesHighline CollegeUniversity of WashingtonBellevue College. En 1998 publicó su poemario Tuérceles el Dios, en la colección literaria Poetazos.

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