Es verdad, tras la puerta, el mundo es más grande que mi cuarto y mi sala y mi cocina
Por Sergio Torres
Es verdad, tras la puerta, el mundo es más grande que mi cuarto y mi sala y mi cocina. Hay grandes extensiones vacías de mí: no estoy ahí, no estoy en el cielo, ni en el perfume del bosque, ni en el susurro indiscreto del desierto, ni en el canto de las aves. No viajo con las nubes arrastradas por el viento, no estoy en la montaña imponente de escarpados límites que anhelan tocar el tisú celestial. No estoy ahí, no respiro aires agitados y llenos de brisa marina, no toco aguas recién salidas de las entrañas terrenas, mis pies no dejan huellas y ausencias por el campo bruto ni por caminos milenarios que sherpas o tamemes o famuli han trazado con el peso de sus cuerpos hercúleos bajo pesos infinitos. Estoy en mi cama leyendo, asombrado de la cantidad de mar que no he explorado, los miles de animales que no conozco, la variedad de cuerpos célestes que ignoro. Ahí están, existen y transcurren su vida junto a mí. De algunos, me llega prueba de existencia cuando su ser, su manifestación ha transmutado.
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