Un día como hoy la Chuyita, mi madre, dejó los terrenos
Por Sergio Torres
Un día como hoy la Chuyita, mi madre, dejó los terrenos tridimensionales de la manifestación energética, las vibraciones atómicas visibles y el estado sólido de la materia; su espíritu regresó a las regiones en que los ojos no sirven para ver, ni los oídos para oír. Allá la vida no es está vida y la existencia no se parece en nada a esta existencia de pertenencia codependencia, entretejido social, individual, comunitario, único. Se fue por un camino trazado cuidadosamente. Tuvo la prudencia de dejarnos a todos adultos, incluso a don Nacho, mi padre, lo suficiente para bastarnos con independencia. En las regiones del espíritu no existe la muerte, allá el amor es eterno, un continuo pulsar de olas blancas y serenas. No hay turbulencia, solo la dulce brisa crepuscular de una tarde desfalleciente de junio en El Maviri. Si no conoce, vaya. Si quieres, vamos juntos. La Chuyita descansa en la región más transparente de mis pensamientos y vive en cada uno de mis latidos, suyos, nuestros.
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