Querida Apolonia Sobria
Por Karly S. Aguirre
Al despertar y alzar la vista, con un vértigo de mil pies de altura, lo primero que Apolonia pudo divisar fue una hoja blanca con un doblez a la mitad sobre su buró. Se incorporó sobre la cama y tocó su cabeza soltando un gemido de dolor, pues tenía una fuerte resaca. Al sentarse con su espalda recargada en la cabecera, tomó la hoja y la desplegó; los ojos se le abrieron de par en par por la sorpresa: “Querida Apolonia Sobria”, decía el destinatario de la misteriosa carta.
No tenía idea de quién había podido dejar esa carta en su habitación, vivía sola y no recordaba haber invitado a pasar la noche con ella a nadie. Tomó sus lentes del otro buró y se puso a leer la enigmática carta.
Querida Apolonia Sobria:
Esta noche pudo ser una de las mejores noches de tu vida. Te veías hermosa en ese vestido nuevo y tu maquillaje quedó perfecto como pocas veces. Viste a Pía, tu mejor amiga que no habías visto en casi un año por culpa de la pandemia, y en el bar te toco en una mesa frente al escenario. Gracias al poco aforo permitido por las autoridades sanitarios, el lugar no estaba muy lleno y Ricky, el músico local que a todos les encanta, tocó las canciones que le pediste. Tu mesa se ganó unos shots de cortesía por ser la más animada y te reíste como hacía mucho tiempo no lo hacías.
¿Qué salió mal entonces?, debes estarte preguntando.
Por favor, no finjas demencia, que ya bien tú sabes. Tu estúpido novio lo arruinó todo, como ha estado arruinando tu vida desde que aceptaste salir con él. Muy galán que se ofreció a llevarte y recogerte para que no manejaras ebria o anduvieras sola y ebria en algún Uber. Sé que ese gesto te hizo sentir muy bien, pero tú sabes que lo hizo para quedar bien con Pía, pues él nunca tiene esa clase de gestos contigo, ni siquiera se espera a que entres a tu casa cuando te lleva en la noche, mucho menos es capaz de bajarse del auto para dejarte en la entrada como es debido. Solo cuando sales con ella juega al buen novio, seguramente es por aquella cita que tuvieron antes de que fuera tu novio. Esa cita de la ambos han hablado pestes, pero a pesar de que fue tan mala como dicen no la han podido superar y tanto Pía como tu novio se apasionan en el tema cada vez que hablan de los hechos de ese día.
A veces piensas que en esa primera cita pasó algo más que solo ir a comer un elote a la deportiva, sobre todo después de enterarte de que tu amado novio invitó a Pía a una segunda cita, que no se llevó a cabo porque ella no estaba en la ciudad. Él la trae a colación cada que puede y aunque sea para hablar mal de ella, se involucra en tus planes siempre que sabe que ella estará ahí, así sea como tu chofer. Sabes que es raro que le de tanta relevancia y atención.
Para colmo, el machito no te dejó disfrutar la noche, te llamaba sin cesar como mamá con el Jesús en la boca, apresurándote para que salieras del bar. Amenazó con irse y aunque le dijiste que se fuera, seguía insistiendo con llevarte a casa. Cuando finalmente saliste del bar con Pía, entró en personaje, fingiéndose relajado y hasta divertido. Quizá no fingía, se le iluminó la mirada solo con ver a Pía. Pero en cuanto subieron al auto y estaban solos, su rostro fue poseído por mil demonios y su genio de azufre inundó el ambiente. Tú, que ibas muy alegre con la noche tan maravillosa, se te calcinó la sonrisa con su mirada opaca y su actitud radioactiva.
Trataste de mejorar la situación y poner algo de música, cantar hasta llegar a casa, como cuando salías en citas o con tus viejos amigos de la preparatoria y la ciudad y la noche te pertenecían, pero quitó de un zarpazo la música y te advirtió que ni se te ocurriera intentarlo de nuevo porque le dolía la cabeza. El resto del viaje fue silencioso e incómodo, manejó como un loco, peor que un ebrio, como todos los machitos buscaba reflejar su personalidad en el escape del auto. Y pasó por tu cabeza, una vez más en estos años, qué hubiera sido de ti si tan solo terminaras de una vez con esa relación tormentosa.
Te mereces más que una caguama en la banqueta, aunque era divertido al principio. Más que a un tipo al que tienes que traducirle todos los poemas que le escribes; más que un hombre al que tienes que rogarle que haga planes contigo y que no tiene iniciativa; más que alguien que te da de regalo lo primero que ve en Walmart en las fechas importantes; más que un hijo de mami que lleva a su hermanita a todas las citas que no son en su cochera. ¡Termina con él ahora! antes que te disuelvas en su ácido. Te lo digo yo, que soy tú. ¡Corre!
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